entrevista exclusiva

«La convivencia forzada, menor contacto social y menor apoyo hizo que aumentara el estrés»

Para la psiquiatra Sandra Romano, profesora de la Clínica de Psiquiátrica de la Facultad de Medicina (UDELAR), e integrante de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, “la nueva situación de exigencia, la convivencia “aumentada”, en muchos casos ha significado cuadros de ansiedad, insomnio, aumento del consumo de alcohol y de comidas dulces”.

La psiquiatra Sandra Romano nos habla de los efectos en la salud mental que tiene el encierro prolongado durante la pandemia.

Publiée par Lared21 sur Lundi 18 mai 2020

Cuándo comenzó el “quédate en casa”, el encierro en principio no cayó tan mal, un descanso a lo cotidiano ¿Puede ser una lectura de lo que ocurrió?

Una precisión inicial, el término encierro, no es ajustado a la necesidad de la prevención, de lo que se habla es de la necesidad de distanciamiento físico como medida preventiva, aunque en muchos casos efectivamente fue encierro. Hay poblaciones distintas, una cosa es el que vive solo en su casa o con su familia, otra cosa son los lugares institucionales, por ejemplo los residenciales. Hay situaciones  muy diferentes. En un principio para mucha gente el “Quédate en Casa” no fue problemático, es muy variable, depende del contexto de cada uno, de la situación familiar, de los apoyos con los que cada persona cuenta, de si implicaba trabajo en la casa o no. Si implicaba niños en la casa con tarea escolar o no. El contexto cambia mucho según la situación de cada uno.  Al principio quizás no fue así, con el transcurso de los días se empezó a evidenciar de otra manera.

Las tareas que no están identificadas como trabajo mayoritariamente recaen en las mujeres.

Ese “Quédate en Casa”, con el transcurrir de los días empezó a ser más incómodo ¿Puede ser así?

En la vida habitual se tiene el espacio del trabajo, de la vida familiar, y de la vida social. Hablamos de tiempos y espacios diferenciados. Esta situación hace que estos espacios coincidan, sin que haya una definición clara de que manera nos vamos a organizar. Esta situación  demandó una reorganización de la vida cotidiana, algunos lo logran de una manera más exitosa que otros. Por ejemplo, los que tienen sus hijos en edad escolar, el aprendizaje a través de plataformas digitales, requiere de una apoyo adulto muy cercano. Esta tarea no estaba incluida en la vida cotidiana. Se suma la tarea doméstica, donde hay una sobrecarga mayor en los adultos de la casa, principalmente en las mujeres. Estas tareas que no están identificadas como trabajo mayoritariamente recaen en las mujeres. El teletrabajo, la tarea doméstica, los cuidados de las personas de la casa, la atención de los niños, el apoyo para la educación de los niños, todo esto sumado, no se visualizaba en un inicio como se fue viviendo posteriormente.

La convivencia forzada, menor contacto social y menor apoyo de las redes de sostén habituales, hizo que aumentara el estrés.

¿Esta realidad trajo nuevos problemas y potenció otros que ya existían?

Hay que tomar en cuenta, si la persona requería atención previa a esta situación o no la requería. Personas que no requerían ningún tipo de atención en salud mental, ahora en esta nueva situación de exigencia, con la convivencia “aumentada”, en muchos casos le ha significado cuadros de ansiedad, de insomnio, de aumento del  consumo de alcohol o de comidas dulces, que suelen ser más gratificantes. Esta situación ha transformado lo que son los servicios de apoyo, el seguimiento ambulatorio, las consultas, y el acceso a apoyos psicosociales. En algunos casos, la atención se vio interrumpida. La convivencia forzada, menor contacto social y menor apoyo de las redes de sostén habituales, hizo que aumentara el stress. Las consultas por problemas que surgen está más limitada, la continuidad de la atención también se ve distorsionada y la reorganización del sistema de salud todavía está en curso. 

¿Cómo ha sido la atención de los médicos siquiatras en los servicios públicos y en las mutualistas?

Es muy variable. Para nosotros es imprescindible la continuidad de la atención. Quién estaba en atención (antes de la cuarentena), hay que buscar la forma de mantener esa continuidad. En algunos casos, hubo cierre de los servicios de atención ambulatoria y se restableció lentamente la atención a través del sistema de  video llamada, en algunos servicios tanto públicos como privados. Se instrumentó bastante rápidamente. Hubo contacto directo del equipo tratante con la persona y en algunos casos, se hacía una llamada telefónica, para avisar que a partir de determinada fecha, podía acceder al tratamiento farmacológico que estuviera disponible. Pero en algunos casos, no había un contacto directo del médico siquiatra con el paciente, en otros casos sí la “telellamada” se instaló y es un sistema que vino para quedarse. En algunos servicios se mantuvo la agenda y se llamó a todos los pacientes. Al  principio no sabíamos cómo iba a ser recibida y en general, la gente lo ha recibido muy bien. La mayoría agradece la continuidad de la atención. Es una forma diferente de consulta y de atención, pero  es un apoyo también. En algunos casos, se han continuado los abordajes psicoterapéuticos, a través de videollamada. Ha sido muy variado. Lo grave es en aquellos lugares donde se ha visto interrumpida la atención. La discontinuidad agrega un problema y sobre todo, para quienes tienen los problemas más graves en salud mental. Por ejemplo, aquellos que están en rehabilitación, los que tienen tratamientos grupales, se están utilizando plataformas, pero ha llevado tiempo, en algunos casos con más éxitos que en otros.

La consulta habitual de los problemas más comunes disminuyó y ha ido en aumento las consultas sobre problemas mayores, algunos de los cuales, con la discontinuidad de la atención, se agravaron o se presentan dificultades que no existían con anterioridad.

En estos días se cumplieron dos meses desde que empezó la “cuarentena”. Me imagino que para muchos pacientes no ha sido sencillo. Dos meses puede ser mucho tiempo ¿Es así?

Ha sido variable, vale la pena mencionar que cambió mucho el perfil de la atención en las emergencias. La consulta habitual de los problemas más comunes disminuyó y ha ido en aumento las consultas sobre problemas mayores, algunos de los cuales, con la discontinuidad de la atención, se agravaron o se presentan dificultades que no existían con anterioridad. Variaron las consultas con lo que era el perfil habitual. En todas las especialidades, hubo un descenso de consultas, porque había una orientación de lo que se daba a conocer a la opinión pública, estimulando la no concurrencia, para evitar las aglomeraciones. Se motivó a que la gente se comunicara por teléfono y si había necesidad, se mandaba el médico a domicilio. En el caso de las consultas psiquiátricas, disminuyeron a expensas de los problemas más frecuentes y de menor gravedad. 

Los recursos de salud mental, en general están más concentrados en las capitales departamentales.

¿Están en conocimiento de la situación en el interior del país? 

Conozco como fue la organización en Maldonado, Paysandú, Salto. Se armó un sistema de atención telefónica y de videollamada, se le dio continuidad. En Paysandú se mantuvo parte de la consulta presencial, valorando las situaciones. Creo que en el sector público, lo ventajoso es que en casi todos los lugares, hay equipos de atención. El rol de enfermería en la continuidad de la atención ha sido clave. Hay diferencia entre el paciente que es conocido por el equipo tratante, con el que tiene las primeras consultas. Recibir una llamada de alguien con quién uno tiene una historia de atención. Es la continuidad del vínculo. Los vínculos iniciales son más complejos. En el interior varía, hay lugares donde hay menor cantidad de personal de salud y eso dificulta. No es lo mismo las capitales departamentales. Los recursos de salud mental, en general están más concentrados en las capitales departamentales. En esos lugares, tienen un rol clave, los médicos del primer nivel de atención y los equipos del primer nivel que tienen una llegada privilegiada y que a veces muchos de los problemas de salud mental, se identifican y se atienden desde el primer nivel. En el interior hay situaciones diversas como en Montevideo.

(En el Hospital Vilardebó) durante un mes, personas que estaban en condiciones de alta médica, no se había dado el egreso, a pesar de que lo tenían indicado.

Desde la Sociedad de Psiquiatría se sacó un comunicado expresando preocupación por la situación del Hospital Vilardebó  ¿Esa situación está superada?

Si bien no se superó, es muy importante que se comiencen a dar altas. Teníamos mucha preocupación al respecto y fue lo que motivó el comunicado que salió. Durante un mes, personas que estaban en condiciones de alta médica, no se le había dado el egreso, a pesar de que lo tenían indicado. Esto fue un problema grave, pero que sí se solucionó. Se están dando altas, pero hay otras dificultades en el funcionamiento que no están resueltas. De hecho,  continúa cerrada la emergencia del Vilardebó, a partir de que hubo casos positivos. El Vilardebó concentra la mayor parte de la consulta siquiátrica  de urgencia del sector público en Montevideo. Hablamos de 60 consultas por día. En el inicio de la pandemia, habían bajado casi a la mitad. Posteriormente aumentaron. Cerrar la emergencia, implica una redistribución de la consulta a las puertas hospitalarias generales. Como lo establece la ley de salud mental (2017), además de derivar los pacientes, hay que derivar los recursos humanos y reorganizar los lugares, para poder dar respuesta a la demanda en forma adecuada. Una consulta siquiátrica no requiere una camilla, pero sí un espacio confortable para hacer una entrevista. No necesariamente en todas las emergencias existe, aunque en muchas sí. Por eso digo, en Vilardebó no está todo solucionado.

La Ley de Salud Mental plantea pasar de un modelo que está centrado en los grandes hospitales monovalentes a un modelo que esté centrado en los servicios en la comunidad y en los hospitales generales.

¿La Ley de Salud Mental ha estado a la altura de estas circunstancias?

a que prevé la ley, pienso que sí, incluso hubiera evitado alguna de las situaciones que ocurren. La ley plantea pasar de un modelo que está centrado en los grandes hospitales monovalentes a un modelo que esté centrado en los servicios en la comunidad y en los hospitales generales. Esto tiene implicancias. Por un lado, la cercanía en el territorio donde la población vive, por otro lado, evitar grandes salas con muchos pacientes. Hay que discriminar una hospitalización de corta estadía, con otra de mediana estadía. Vilardebó concentra todo, incluso pacientes judiciales. La ley plantea diferenciar, poder tener unidades más chicas, ubicadas en los hospitales generales y  que la larga estadía no sea en un centro hospitalario, sino en residencias, en las comunidades con diferentes tipos de apoyo, de acuerdo a las necesidades de la población que atienda. Eso es lo que uno proyecta, pero no es lo que tenemos hoy. Hoy por hoy, tenemos grandes estructuras monovalentes, con gran concentración de personas, como son las Colonias y el Hospital Vilardebó. Con unidades de hospital general en el interior y en Montevideo. En el sector público, tenemos únicamente 17 camas entre Maciel (Hospital) y Pasteur (Hospital). Se necesitan muchas más. Hablamos del sector público, pero la situación no es muy distinta en el sector privado. El cambio de modelo implica a todo el Sistema Nacional Integrado de Salud.

¿Una reflexión final de lo que le ha dejado estos dos meses de pandemia?

Una preocupación es que las decisiones que se tomen ahora, vayan alineadas en un proyecto posterior. Si estamos pensando en lo que pasa con Vilardebó, ¿cómo solucionar las hospitalizaciones? Alguien podría decir, volvamos para atrás en decisiones que se tomaron previamente y sigamos hospitalizando en estructuras monovalentes. Pienso que no. Las decisiones tienen que ir alineadas, con el avance hacia lo que es un proyecto país de un cambio en el sistema de atención en salud mental. Hay que fortalecer los equipos de trabajo en territorio, fortalezcamos los equipos de trabajo en los hospitales generales y hagamos unidades especializadas en salud mental en todos los hospitales generales. Hay decisiones que son urgentes, pero que estén orientadas en lo que tiene que ser un proyecto de mediano y largo plazo. Esa es una preocupación muy importante, donde vamos a invertir los recursos que den respuesta a lo que está pasando ahora, pero que también nos sirva como respuesta para más adelante. Es un aprendizaje, la importancia del uso de los medios tecnológicos para mantener el contacto. Ha sido útil y un aprendizaje muy importante. También para la vida personal, ha sido muy importante. Tenemos que repensar el distanciamiento porque no es social, ni de los afectos,  poder ver al otro desde el balcón o desde una videollamada. Este tipo de cuestiones es fundamental. El poder salir, el ejercicio y el aire libre ¿Qué lugar tiene? Algunas personas que caminaban por la rambla y cuando los periodistas de televisión les preguntaban y decían “para mí esto es parte del cuidado de la salud”.

La idea de salir, se puede regular mediante acuerdos sociales. Hemos funcionado bastante bien como sociedad, como ha respondido la gente ante las propuestas. Se puede hacer un acuerdo social, para tener un uso adecuado de los espacios y no pasar de un nada a un todo. Ir progresivamente recuperando espacios sociales, físicos, al aire libre y grupales. Al principio de este proceso, hicimos una “clínica eco” sobre el tema de la continuidad de la atención. Es un espacio coordinado por la Clínica de Psiquiatría de Adultos, la Clínica de Psiquiatría Pediátrica y la Dirección de Salud Mental de ASSE. Es un espacio de trabajo en las redes, desde que ya existen las teleclínicas hace muchos años. Su objetivo es apoyar a los equipos del primer nivel de atención, en la resolución de las consultas más habituales. Algo que surgió en las experiencias de los diferentes equipos, es el sentirse parte de un colectivo que está viendo juntos cómo encarar un problema. Esto se puede lograr de diferentes maneras, mantener la pertenencia a un grupo de referencia. Se puede hacer junto con otros, y de diferentes maneras. En este caso, respetando determinadas distancias físicas, necesarias para el cuidado, regulando estas distancias, para ver cómo se van retomando las actividades. Lo que hay que mantener siempre son las “redes sociales”, no tecnológicas sino de los vínculos y de los grupos de referencia, que en estas cuestiones son fundamentales. Hasta para pensar juntos qué hacemos frente a algo que es nuevo.

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