Barreda, Tubito y la trivialización del femicidio en El Marginal

A la izquierda Ricardo Barreda. A la derecha David Masajnik, el actor que personifica a "Tubito"en El Marginal.
A la izquierda Ricardo Barreda. A la derecha David Masajnik, el actor que personifica a «Tubito»en El Marginal.

La cultura femicida puede definirse como la forma de organización social en la que se normaliza y trivializa el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer, y donde se promociona, promueve e incita este tipo de crímenes mediante su transmisión, divulgación y masificación a través de los distintos agentes de socialización, entre los que destaca los medios de comunicación. No obstante, pese a la gravedad de los hechos, los elevados índices de ocurrencia de este delito y, la reiterada visibilización y denuncia de la problemática por parte de los familiares de las victimas y los movimientos feministas, los medios de comunicación continúan recurriendo al asesinato de mujeres en el contexto de la violencia machista como una forma de entretener a sus seguidores y aumentar su rating; sin importar que con ello contribuyan a la naturalización de este tipo de crímenes en el imaginario colectivo. 

Este es el caso del drama carcelario argentino El Marginal, creada por Sebastián Ortega, escrita por Adrián Caetano y difundida por la Televisión Pública desde el año 2016. En la tercera temporada de la serie, ante lo que parece un vacío narrativo y argumentativo con el cual convencer y mantener las altas expectativas de los televidentes, los guionistas apelaron a la recreación de Ricardo Barreda, el femicida argentino quien en el año 1992 asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas. El personaje de Tubito en El Marginal es una clara referencia al femicida Ricardo Barreda, la cual ha sido reconocida por David Masajnik el actor que lo encarna: “Es un femicida tipo Barreda, y no vamos a negar eso. (…) El personaje lo compuse partiendo de mirar bastantes documentales sobre Barreda”. 

Pero la introducción de este personaje en la serie no es inofensiva, pues, se construye y reproduce una narrativa en la que se justifica el femicidio y se victimiza al agresor. El personaje de tubito es presentado como un hombre débil, castrado, sometido y violentado por tres mujeres: su esposa, suegra y cuñada. Se intenta que los espectadores empaticen con el femicida al presentarlo como un sujeto pacifico, sumiso y reducido en su masculinidad por mujeres que sistemáticamente lo humillan y ridiculizan. Le dicen “putito” y lo obligan a hacerse cargo de las tareas del hogar: “Los platos los lava el pelotudo. ¡¿La comida?! ¡¿Trajiste el pan?! ¡Andá a buscarlo! ¡Ay, se puso el delantalcito! ¡Me amarga la vida con esa cara de víctima que pone! ¡No servís para un carajo! ¡Pedazo de inútil, dale!”. 

Ante este escenario, el femicidio se le presenta al espectador como una respuesta inevitable, como algo que cualquiera haría, como una consecuencia, una situación a la que fue orillado por las palabras y acciones de las víctimas. Pero este hecho no es casual, tampoco una práctica exclusiva de la serie El Marginal, por el contrario, como lo señalo en libro “Cultura femicida. El riesgo de ser mujer en América Latina”, en los medios de comunicación los casos de femicidio generalmente son presentados en términos de causa-efecto; es decir, algo debe haberle ocurrido al agresor para convertirse en tal, por ejemplo haber sido víctima de burlas, engaños, rechazos, desprecios o agresiones por parte de las mujeres. Estos argumentos intentan despojar al femicida de su responsabilidad y, en el menor de los casos, intentan presentar el hecho punible como consecuencia de una responsabilidad compartida entre la víctima y el agresor; en otras palabras, algo hizo la víctima que generó esa reacción en el agresor, quien al final del relato es presentado como la verdadera víctima.
Empero, ante la gravedad y magnitud de un fenómeno como el femicidio los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad, desde sus contenidos deben evitar la naturalización y trivialización de estos hechos, al mismo tiempo que deben contribuir a su denuncia y sanción social; más aún en un país como Argentina que forma parte del grupo de países de América Latina con más casos de femicidios, y donde, de acuerdo al Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, 1220 mujeres han sido asesinadas por motivos sexistas y misóginos en los últimos cinco años.

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