Europa quiere una guerra

Tras la caída del bloque soviético, muchos consideraban que la alianza militar del Tratado Norte, creada para detener la supuesta expansión del comunismo, sería disuelta. Sin embargo sucedió todo lo contrario.

Militares ucranianos preparan minas anti-tanque en la ciudad de Doniinka, en la región de Donetsk. Foto: Oleksandr Ratushniak - AFP.
Militares ucranianos preparan minas anti-tanque en la ciudad de Doniinka, en la región de Donetsk. Foto: Oleksandr Ratushniak – AFP. (Archivo).

Por: Ricardo Daher. Periodista.

Europa, que ha sido el escenario de las guerras más sangrientas de la historia, la última en los Balcanes entre 1992 y 1995 y que causó más de 130.000 muertos, parece dispuesta a iniciar una guerra más.

Una guerra en que todos los bandos fueron financiados, con dinero y armamento,  por las potencias europeas, y la OTAN.

Los comunicados de los gobiernos y la prensa de los países europeos, están creando la sensación, o repitiendo las intenciones del presidente norteamericano Biden, que una invasión rusa a Ucrania es inminente, y que la OTAN y toda Europa, debe dar una respuesta a la altura de la agresión, y que Rusia no puede poner condiciones a la expansión militar de la alianza atlántica.

Uno de los argumentos es que Rusia anexionó Crimea, pasando por alto que allí hubo un conflicto armado en el que triunfaron los partidarios de formar parte de ese país.

Sin embargo, cada año, tropas de la OTAN realizan ejercicios militares en las fronteras rusas, incluyendo Ucrania. En Noruega existe un depósito de armas cerca de las fronteras rusas y una amplia zona del norte de Suecia es usada como campo de entrenamiento militar por la alianza.

Cuando el presidente norteamericano Dwight Eisenhower traspasó el mando a Kennedy, advirtió del poder del complejo militar industrial. En un discurso de enero de 1961, expresó: “en los consejos de gobierno, debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no, por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos”.

Eisenhower sabía de lo que hablaba, fue militar y dirigió la invasión de Normandía en 1944, entre otras operaciones militares.

Así, mientras se advierte a Rusia que concentra fuerzas en su frontera con occidente, los países de la OTAN concentran las suyas en los países que la integran, que rodean a Rusia, y envían armamento a Ucrania, que no será gratis.

Hasta no hace mucho, por Ucrania pasaba el gas ruso hacia Europa hasta que el gobierno ucraniano comenzó a exigir mejor precio de peaje y cortar el suministro.

Ucrania, país de los famosos cosacos, desde el inicio de la Unión Soviética llevó la iniciativa de la contrarrevolución. En la Segunda Guerra Mundial existió un ejército de ucranianos que combatió del lado alemán. Muchos ucranianos formaron parte de la policía nazi que perseguía judíos y comunistas.

Ahora se presta, por afinidad ideológica o por lo que sea, a ser el patio de guerra de la OTAN. Los dirigentes ucranianos no apuestan a una salida dialogada, por el contrario reclaman un respaldo férreo de Europa y Estados Unidos para repeler lo que consideran una amenaza rusa.

Es probable que la guerra no llegue, contradiciendo a Biden y demás aliados que la consideran inminente, pero desde ya el complejo militar industrial está ganando dinero a montones.

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