Amodio debe quedarse acá, en “Valparaíso”, y el gobierno de Rajoy y el de Vázquez deben rendir cuentas

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¿Vos te imaginás dando una conferencia de prensa en la “madre patria” luego de ingresar a ella con un pasaporte y demás documentos de identidad, falsos, o, mejor dicho, “falsificados legalmente”?…
¿Te imaginás cómo te quedaría el que te dije de resultas del recibimiento en esas condiciones del sacro y noble Estado más mordaza y más represivo de Europa?…
Al revés, ¿te imaginás saliendo de España con documentos “falsos legales” rumbo al Uruguay y que no pase nada ni allí ni tampoco aquí después de haber anunciado con bombos y platillos que vos sos el que sos para luego saberse que vos no sos vos o que vos sos vos y el otro?…
Bueno, dejemos los juegos de palabra y tratemos de ser serios respecto a algo que es serio, muy serio, a pesar del aspecto de “comedia de enredos” que ha asumido la operación “el regreso de la rata” (Héctor Amodio Pérez, traidor, infiltrado, agente de la CIA o de los servicios sionistas, como más te guste ubicarlo).

No te imagines más nada: efectivamente, Héctor Amodio Pérez salió de España y llegó a la “hija patria” con papeles “de identidad” absolutamente truchos y no pasó absolutamente nada ni allá ni acá. La rata levantó vuelo allá, arribó acá y se mandó su conferencia de prensa en el Sheraton sin que nadie le tocara un pelo (además, parece, perdió la elegante parruqueta que luce muy gallardo en las tierras del gran Quevedo, que en Uruguay es más popular como supuesto inventor de historias picarescas onda porno medieval que propiamente como literato o poeta).

Durante más de 40 años, según las versiones que circulan a partir de la misma “palabra de Amodio”, el chivato de la tristísima figura hizo la suya en España, tranquilamente, con un fajo de documentos inventados y proporcionado por la dictadura “uruguaya” en fraterna coordinación con la dictadura “española”, que evidentemente lo protegió cuidadosamente, tan pero tan cuidadosamente, que muerto el energúmeno de Franco y resucitada la surrealista “democracia española”, el pinta siguió lo más campante moviéndose como gato entre la leña con la misma documentación que lo acreditaba como originario de “¡Valparaíso, Uruguay!!!”…

La celosa “inteligencia hispano-oriental” que resultó clave en la Masacre del Filtro que nos dejó los asesinatos de Roberto Facal y Fernando Morroni como precio por resistir la deportación y extradición a España de un grupo de vascos acusados de ser militantes de la ETA; esa misma súper inteligencia retrógrada y criminal de 1994, de acá y de acuyá, es la misma que apañó el fraude común entre el Estado “uruguayo” y el “español” de dotar de identidad apócrifa a un esperpento subhumano como Amodio, premiado por haber colaborado militantemente con y por la causa falangista internacional y, obviamente, condenado a muerte por el viejo MLN no tanto por traidor aunque sí por coautor de crímenes de lesa humanidad punibles, en teoría, en el “mundo libre” entero…

Desprolijidades, descuidos, distracciones, ni una. Tanto el Estado “oriental” como el “español”, son coautores plenamente conscientes de proteger (en dictadura y en “democracia”) a un asesino de gente de pueblo que encima cree poder darse el lujo de “volver” para meterle el dedo en el ano a ese mismo pueblo, trabajándose una especie de héroe y víctima de los ogros rojos que pululan por todas partes “tergiversando la historia”…

No da para más, señores. Tan impúdica es, tanto desparpajo de impunes profesionales muestra esta “otra historia”, que, la verdad, la extra que estaría faltando es que el señorito vuelva a España y siga viviendo allí tranquilamente como quien no quiere la cosa, y que el gobierno “español” no diga ni una palabra sobre este asunto, que, objetivamente, nos habla de la existencia de una fina sintonía entre el gorilaje de dos continentes que sufren la misma tiranía burguesa que allá expulsa y mata “sudacas” atrevidos que pretenden conseguir un laburito y acá mete en cana a un par de perseguidos sirios que llegaron (¡oh, dios!!!) exhibiendo pasaportes truchos tan truchos como el de la rata.

Si Amodio vuelve a España es porque ésto está más podrido de lo que sospechábamos allá y acá, y si los gobiernos respectivos no informan públicamente al menos sobre cómo fue posible esta “otra historia” actuándose oficialmente en consecuencia, quedarán expuestos, ambos, al escarnio popular y a una condena social inevitable, y nosotros, los pueblos hermanos de España y del Uruguay, tendremos otro motivo más para enriquecer la convicción y el sentimiento de que somos hermanos también en la lucha contra la “dictadura democrática” de una burguesía milica que es la misma acá y allá.

Y, también, la convicción de que los impunes, chivatos y mercenarios, tendrán tarde o temprano su merecido de odio y repudio aunque se escondan abajo de las piedras de cualquier rincón de este mundo en el que no está lejos el momento de que sean los mismos pueblos los que dicten sentencia, sí o sí.

Por más que unos cuantos no sepan qué hacer con él, ¡Amodio debe quedarse acá, en “Valparaíso”, para cumplir al menos la condena del desprecio de su propio pueblo, o, sencillamente, morirse de miseria moral (que, a veces, se muere de ella, al menos por imposición de las leyes de la naturaleza que no nos han hecho para vivir solos e ignorados como una cucaracha hedionda)…

Gabriel -Saracho- Carbajales, Montevideo, 15 de agosto de 2015.-

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