Arte

El pintor-fotógrafo de pintores

El Centro Municipal de la Fotografía, San José 1360, realiza una justificada muestra de homenaje a Rómulo Aguerre (1919-2002), fotógrafo de singular trayectoria implicado con los mayores momentos de la vanguardia pictórica uruguaya. Nacido en el Barrio Sur (conservó el acento típico del lugar), comenzó estudiando dibujo y pintura con su tío Ricardo Aguerre, pintor y dibujante, que fuera rescatado en 2001 por el desaparecido galerista Gustavo Tejería en Punta del Este y aún su importante obra es desconocida en Montevideo.

Autodidacta en fotografía, se forjó, como la mayoría en esos tiempos, en la práctica cotidiana de diversas publicaciones y a partir de 1933 en el diario El Pueblo, donde también trabajaba de reportero fotográfico Alfredo Testoni. Un año después instaló su primer estudio fotográfico, de carácter comercial en sus más diversas aceptaciones. Entre sus numerosas ocupaciones, se vinculó a la vanguardia artística de los años cincuenta, especialmente a la abstracción geométrica y muy particularmente a José P. Costigliolo, María Freire y Antonio Llorens, de quienes recibirá una fuerte influencia estética. Será, fundamentalmente, el fotógrafo dedicado a esos amigos, que los registrará, al igual que sus cuadros, en imágenes perdurables. Al mismo tiempo, y sin exhibir en público, realizará collages y cuadros de impostación geométrica y en parte informalista, dos corrientes que dominaron los años cincuenta y sesenta y que aquí se muestran por primera vez.

Su labor no se redujo a la labor fotográfica y de pintor. En 1968 abrió una galería de arte en la calle Colonia y mantuvo calidad en exposiciones (pintores argentinos y uruguayos, conciertos donde se conoció al memorable René Marino Rivero), y dos años después, en 1970, se instalaría en Punta del Este. Luego ocuparía cargos y distinciones importantes (fotógrafo jefe en el Departamento de Conservación Artística del Palacio Legislativo) y tuvo especial dedicación en registrar y ordenar el legado pictórico, aún desconocido por el público, de Alberto Abdala, que fuera senador y vicepresidente de la República.

Lo interesante del homenaje a Rómulo Aguerre es la breve síntesis que se ofrece de su producción en el agradable y accesible local del Centro Municipal de Fotografía. A las fotografías de las juveniles estampas de María Freire (en una pose sofisticada y ligeramente amanerada que no era su estilo) y de Antonio Llorens, está el intenso retrato de José Cuneo, de penetrante observación psicológica, al lado de una pintura que apenas se insinúa. Otros tomas se orientan hacia las clásicas en el taller de los artistas. Así desfilan el ceramista Marco A. López Lomba, el pintor y escultor Hugo Nantes, el pintor y artesano Rodolfo Visca, el taller Sur, la pintora Clarina Vicens, Jorge Páez jugando con su mascota, entre otros momentos recordables.

Una segunda parte de la exposición está referida a la obra abstracta de Rómulo Aguerre. Investigó técnicas en el laboratorio, superponiendo negativos o interviniendo las imágenes, con resultados sorprendentes para la época por su audacia en el campo de la abstracción, aunque también incursionó en la experimentación del desnudo femenino, con menos acierto plástico. Lo inesperado, radica en algunas obras hasta ahora ignoradas: una pintura, con relieve y volumen sobre una impresión fotográfica ( Mundo y pintura, 1966), un collage hecho con recortes de cartulina en blanco y negro, fiel a los códigos de Costigliolo ( Composición, 1955), entre otros interesantes trabajos, reveladores de una sensibilidad felizmente recuperada. Apenas, una visión mínima de una obra extensa que en un futuro habrá ocasión de ampliar y profundizar para conocerla mejor. Las impresiones son producto de interpretar los negativos a cargo de los fotógrafos de CMDF, buscando respetar las características de los originales.

 

Algo del acervo del BROU

Para recordar el pasaje del Día de la Mujer, el Espacio Cultural del Banco República seleccionó una parte del amplio acervo acumulado a través de obras premiadas en salones nacionales (1938 a 1985 en que fueron suprimidos por el presidente Julio M. Sanguinetti) y después en los salones organizados por el propio BROU, (1985 y 1998), además de compras directas. Distribuidas en numerosas reparticiones del BROU, se hizo una selección irregular de 16 artistas mujeres, aunque sujeta a la temática de género, donde algunas piezas son clásicas de los autores y de la historia de la pintura uruguaya : Niña, de Juan Manuel Blanes, de su primera época, casi naïf y botteriana avant-la-lettre (hay otra similar en el Museo de Arte Americano de Maldonado), la excelencia planista de José Cuneo en el conocido Retrato de Virginia, su mujer, el enérgico cromatismo de Niña tomando mate de Miguel A. Pareja, el trío Figuras, de noble influencia italiana, de Jorge Damiani, datado en los años cincuenta, a los que se agregan autores más actuales con cuadros de buena factura (Alejandro Casares, Oscar Larroca, en uno de sus mejores momentos, el ejercicio citatorio velazqueño de Pedro Peralta, las viejitas de Eduardo Sarlós, el luminoso grafismo de Carlos Barea). Un pequeño cartón de Figari completa el atractivo parcial del conjunto. En el terreno de la escultura, los resultados son menos gratificantes.

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