Voces en el éter

La vieja radiotelefonía supo tener sus voces imborrables. Un lugar de privilegio tienen aquellas que convirtieron a la radio en un sitio lleno de sentimientos. Montevideo las escuchaba y se veía reflejado en esas voces en el éter, como se estilaba decir 40 años atrás. Por la CX 24, a eso de las 8 de la noche, compitiendo con la TV y seriales como «Bonanza», aparecía la voz de Oldoine. Todo un personaje que se lucía como libretista de «Los Paredes», también como comentarista deportivo y principalmente por ser un filósofo sin soberbia. En esa audición nocturna, el recordado Oldoine desarrollaba un caudal de reflexiones sobre los montevideanos y sus costumbres pintando el alma de la ciudad. «Old», como le decían, con el pretexto de lo deportivo nos mostraba un sensible espejo para que nos miráramos en aquellas noches de la CX 24. Por esos años había una exquisita mujer que a través de la emisora del Sodre, CX 26, se convirtió en predilecta de los radioescuchas que buscaban palabras de vida. Era la muy sensible Elizabeth Durand que en su programa «Mientras se vive». Conmovía a todos con sus dotes de charlista radial. Esa audición estaba en horario de la tarde y competía con los famosos radioteatros. Aun así, lograba gran audiencia en esas horas donde los melodramas y folletines eran tan escuchados. Sus palabras tenían un mensaje que reivindicaba la espiritualidad sobre el grosero materialismo y para sus oyentes esa audición se convirtió en un remanso de paz. Su cálida voz lograba el milagro de que los vecinos abandonaran por unos instantes su radioteatro favorito para escucharla. Así era Elizabeth Durand, pura vida brillando en el éter. En una línea similar, pero en las ondas de la vieja Carve aparecía la aterciopelada voz de una joven llamada Cristina Morán. Todos la valoraban como excelente locutora pero con talento y modestia se reveló como charlista. A eso de las 5 de la tarde aparecía en un micro titulado «4 minutos con Cristina Morán», y los oyentes de parabienes. Y siguiendo esa línea de talentosas mujeres comunicadoras surge el recuerdo de la espléndida Lilián. En la radio Universal con su audición «Compás de tango», donde no sólo irradiaba buena música sino que también realizaba sensibles comentarios que tocaban el corazón de sus miles de oyentes. La poesía del arrabal y la musa tanguera nacían espontáneas en la voz de Lilián, que hacía palpitar muy fuerte el cuore de aquel Montevideo del ayer. Otra de aquellas voces en el éter que supo conmover a todo un país fue el periodista Mario César y su mítico programa «Las buenas noticias». Ahí se contaban y hasta representaban historias verídicas de bondad y abnegación. Un jurado elegía la más meritoria y se premiaba a sus protagonistas por intermedio de la empresa azucarera Rausa. En las ondas de la vieja Carve, «Las buenas noticias», bajo la conducción de Mario César, marcaron un punto de inflexión en la historia de la radiotelefonía de antaño, que apostaba fuerte al corazón de sus oyentes. Las enseñanzas de Wimpi, su filosofía vestida de humor e ironía, también determinaron inolvidables programas radiales que aún resuenan en la memoria ciudadana. Con más recuerdos y música los esperamos en la 1410 AM LIBRE . *

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje