Salud sexual y reproductiva, un derecho de todas las personas

La salud sexual y reproductiva agrupa una serie de facetas de la vida diaria que tienen que ver con nuestra sexualidad.

La Organización Mundial de la Salud entiende la salud sexual como un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no es meramente la ausencia de enfermedad, disfunción o dolencia.

La salud sexual requiere de un enfoque positivo, constructivo y respetuoso por parte de la sociedad y el Estado y se debe entender como derecho humano el tener experiencia sexuales placenteras, seguras e igualitarias, libres de coacción, discriminación y violencia.

Algunas de las capas que componen este importante derecho son: 

• Condiciones dignas y sanitarias para cursar un embarazo, parto y puerperio (periodo posparto) para aquellas personas que hayan tenido parto natural o por cesárea.
• Acceso a anticonceptivos y medicamentos que faciliten una actividad sexual regular sin el riesgo de los embarazos no deseados.
• Derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.
• Acceso a información y a profilácticos para evitar contraer enfermedades de transmisión como el VIH/SIDA, sífilis, gonorrea u otras.

Todas las personas, independientemente de su género, identidad, edad, orientación u origen tienen derecho a un sistema que garantice una plena salud sexual y reproductiva, siendo el Estado el que geste los mecanismos para ello.

Salud sexual durante la pandemia

Este 4 de setiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, este año bajo la consigna «El placer sexual en tiempos de COVID-19″.

Ante esta efeméride, la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) dijo: «La salud y los derechos sexuales son un importante problema de salud pública que requieren una atención específica en época de pandemia y, por ello, desde la Asociación Mundial para la Salud Sexual queremos centrar nuestra atención en su protección y en la promoción de la igualdad de género y el respeto a la diversidad sexual».

«Del mismo modo que las enfermedades afectan de manera diferente a las mujeres y a los hombres, la situación de pandemia aumenta las desigualdades existentes entre las mujeres y niñas, así como la discriminación de los grupos poblacionales minoritarios por cualquier condición (diversidad funcional, población LGTBIQ, inmigrantes, etc.)», agregan desde la WAS.

 

Prevención de la violencia sexual

La violencia sexual es un problema importante en todo el mundo. Si bien cualquiera puede ser víctima, las estadísticas mundiales indican que son las mujeres la principal población en riesgo y los agresores suelen ser hombres conocidos de la víctima.

La persona agresora puede ser (pero no se limita a) un amigo, compañero íntimo, compañero de trabajo, vecino o miembro de la familia.

Las sociedades deben exigir la instauración de leyes y normas que protejan contra este flagelo y los hombres y niños deben ser aliados de las luchas feministas que buscan detenerlo. Las mujeres y niñas deben poder acceder a herramientas educativas y sociales que las empoderen y deben poder circular por entornos seguros.

El tráfico sexual y la trata de personas son una forma de esclavitud moderna que avasalla los derechos sexuales de la persona. Este tipo de violencia explota a mujeres, hombres y niños en todo el mundo y tiene consecuencias que duran de por vida.

En épocas de crisis, como la situación de cuarentena por el COVID-19, las mujeres y las niñas presentan un riesgo más elevado de padecer violencia de pareja, abuso sexual y violencia intrafamiliar como resultado de las tensiones crecientes en el hogar por el confinamiento. También se enfrentan mayores riesgos de otras formas de violencia de género, incluidas la explotación y el abuso sexual en estas situaciones:

 

• Muchas víctimas son mujeres y niñas, aunque los hombres y niños también se ven afectados.
• Las víctimas incluyen todos los orígenes étnicos, orientaciones sexuales, identidades de género, ciudadanos, no ciudadanos y niveles de ingresos.
• Las víctimas quedan atrapadas y controladas a través de agresiones, amenazas, falsas promesas, sensación percibida de protección, aislamiento, vergüenza y deudas.
• Las víctimas no tienen que ser transportadas físicamente entre lugares para ser victimizadas.