OTRO ENFOQUE

Suecia no aplicó cuarentena para salvar la economía pero no funcionó

El gobierno sueco puso al mismo nivel de importancia la economía y la salud pública, pero no pudo evitar la caída del PIB con sus acciones blandas.

Una populosa calle en el centro de Estocolmo, capital de Suecia, durante la primavera. Foto: Pixabay
Una populosa calle en el centro de Estocolmo, capital de Suecia, durante la primavera. Foto: Pixabay

El gobierno de Suecia abordó la crisis a partir de una compleja dicotomía: salvar más vidas o salvar la economía. Decidieron no discutir ese dilema moral y trataron de hacer frente a ambos flancos y rechazaron rotundamente la idea de instaurar una cuarentena como hicieron gran cantidad de países en todo el mundo y, prácticamente, todos sus vecinos.

En Suecia las escuelas y liceos han seguido funcionando con normalidad y los negocios no cerraron, aunque deben cumplir con algunos requisitos sanitarios a fin de minimizar el riesgo de infección. No ha habido cuarentena para los ciudadanos ni se les ha instado a reducir la circulación. 

Quienes han criticado ese modelo denuncian que el gobierno del primer ministro Stefan Löfven prefirió apostar a salvar la economía, algo que desde el Ejecutivo han negado hasta el hartazgo.

No ordenar una cuarentena total ha sido «un error», dijo Annika Linde, quien supervisó la respuesta de Suecia durante la gripe porcina y el SARS como epidemióloga estatal entre 2005 y 2013. Había expresado un moderado apoyo a su sucesor, Anders Tegnell, pero ante los resultados prefirió cambiar de posición.

«Creo que necesitábamos más tiempo para prepararnos. Si hubiésemos cerrado (el país) más temprano, hubiéramos podido tener todo lo necesario para proteger a los más vulnerables», dijo Linde.

Las tasas de mortalidad per cápita en Dinamarca, Finlandia y Noruega, que establecieron bloqueos de largo alcance, ahora son, respectivamente, cuatro, siete y nueve veces más bajas que las de Suecia.

Ni salvó vidas ni salvó la economía

Desde el exterior, economistas neoliberales y negacionistas de las cuarentenas han alabado el abordaje que ha hecho Suecia de la pandemia, vaticinando que iba a salvar la economía mientras que otros países caerían en una profunda crisis después de la crisis.

Lo cierto es que los números no están del lado del gobierno sueco y quedó en evidencia que ni priorizó salvar vidas ni pudo evitar caer en crisis. Los indicadores muestran que pocas semanas después del estallido del brote, el gobierno tuvo que modificar previsiones de crecimiento para este año y auguran un descenso del producto interno bruto (PIB) del 4%. A mediados de abril, la administración de Löfven entendió que el escenario era aún peor: la caída podría llegar a ser del 10% y la tasa de desempleo podría llegar a doblarse, hasta el 13,5% (en el 2019 fue del 6,8%y a mediados de mayo había llegado al 8,4%). El Riksbank -el banco central sueco- espera un descenso del PIB de entre el 7% y el 10%.

Desde afuera tampoco ya se ve a Suecia como el caso excepcional que se pensó: la Comisión Europea considera que la economía del país escandinavo caerá un 6.1% y el desempleo sobrepasará el 10%.

El problema es que Suecia, como cualquier otro país, depende de que la economía mundial siga funcionando normalmente, y eso, en plena pandemia, no está pasando: cerca de la mitad del PIB sueco depende de las exportaciones y varias empresas como Volvo, Electrolux, Ericsson, Husqvarna, han visto sus capacidades de producción severamente afectadas, y sus mercados internacionales se han contraído fuertemente.

En cuanto al coronavirus, el gobierno esperaba que sucediera la llamada «inmunidad de rebaño», que significa que gran cantidad de la población se contagia rápidamente y se vuelven inmunes a la enfermedad. El problema en el caso del COVID-19 es que aún no existe evidencia científica de que aquellas personas que cursan la enfermedad y se curan se vuelvan inmunes, e incluso se han constatado casos de individuos que se contagiaron más de una vez.

El total de casos en el país ya superó los 33.843, y el total de muertes es de 4.029. Solamente se han recuperado 4.971 y 304 están en estado crítico.

Las autoridades de salud han realizado apenas unas 209.000 pruebas de detección (20.797 por cada millón) y el número de muertes por cada millón de habitantes es uno de los más altos del mundo: 399. En este último indicado solamente le superan España, Reino Unido, Italia y Francia.

Las tasas de mortalidad per cápita en Dinamarca, Finlandia y Noruega, que establecieron bloqueos de largo alcance, ahora son, respectivamente, cuatro, siete y nueve veces más bajas que las de Suecia.

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