A paraguayos, argentinos, brasileños y compatriotas les dijeron que Ancap pagaría

La fortuna del Comendador: Uruguay advirtió que era un "fraude violento", pero "herederos" igual creyeron

Hicieron trámites, visitaron abogados, invirtieron dinero y, sobre todo, soñaron. Más de veinte años de sueños transferidos de padres a hijos y nietos. La historia tiene una pata que se asienta en la realidad: debido a un complejo testamento, el juicio sucesorio del comendador Correa, realizado en Rio Grande do Sul, fue efectivamente uno de los más largos de la historia. Pero en Brasil la causa está cerrada y archivada hace muchos años. En Uruguay, donde en teoría se tramita otra parte de la sucesión, afirman que no hay ningún bien heredable.

No es sencillo saber quién fue exactamente el comendador Correa. Puede haber nacido en Portugal, en Argentina, aunque lo más seguro es que haya sido en Brasil. Cuenta la historia que amasó una vasta fortuna explotando minas de oro y piedras preciosas con mano de obra esclava, que se hizo de enormes extensiones de tierra y que recibió el título de comendador por parte de Pedro II. Lo único indudable es que en 1873, días antes de morir, dejó un testamento casi imposible de cumplir. Allí cede algunos bienes a un cierto número de personas para su usufructo, pero advierte que al cabo de cuatro generaciones deberán volver a sus legítimos herederos. Eso fue lo que desató la fiebre de los herederos.

 

El millón

Mariela Martínez es hoy profesora de química en Neuquén. Tiene 34 años y dice que cuando era chica no prestaba tanta atención a la supuesta herencia Correa, apellido de su abuela materna. «En el 82 mi mamá pudo viajar a Brasil, se entrevistó con gente que llevaba la causa y trajo documentación». En aquella época, se hablaba de «un millón de dólares por heredero, según la cantidad de carpetas presentadas hasta entonces».

Su familia inició los trámites con el estudio Retamar, de Paraná, pero luego «eran tantas las carpetas que tenían ellos que nos derivaron a otro estudio, el de Mónica Carrascosa». Y el resto fue esperar. Y seguir esperando.

Uno piensa que hay que tener paciencia, pero ya van 25 años de paciencia.

También la familia de Cristian Martín, de Santa Fe, tuvo paciencia. «Empezaron con todo esto mis abuelos, la que es Correa es mi abuela». Cristian, que tiene 28 años y trabaja en una obra social, no sabe exactamente cuánto dinero invirtió su familia, pero dice que no fue poco. «Después para incorporarme a mí como heredero hubo que poner más plata, y lo mismo con mi hermana». Recuerda que cuando era chico viajaron un par de veces a Paraná, al estudio Retamar, para avanzar en los trámites.

Nunca nadie les dijo a los Martín que el proceso se hubiera archivado en Brasil, sino más bien lo contrario. «Hace unos tres o cuatro años se hablaba de que ya estaba la plata, pero todo eso quedó en la nada. Yo cada tanto me conecto con otros por Internet, para conocer las novedades».

 

Los abogados

En un completo informe Página/12 informa que el estudio Retamar, de Paraná, es el que parece tener más presuntos «herederos» y una maquinaria aceitada para recibir candidatos. El propio Félix Retamar se incorporó a la sucesión como descendiente de Correa y escribió un libro titulado Mi tío el Comendador, que vende desde su sitio de Internet por veinte dólares.

 Nosotros tenemos siete mil herederos  dice Retamar . Los empezamos a presentar en el juzgado de Rio Grande do Sul en 1979. En su página web no dice que la causa en Brasil está archivada, pero se dan muchos detalles del caso, empezando por las tierras que tenía en vida el comendador: «Si juntamos toda esta tierra, se produce una extensión aproximada de 83 millones de hectáreas, una franja imaginaria de 1.000 km de largo por 830 km de ancho.

«La valuación de estos bienes es incalculable, hay que hablar de billones de dólares.

 ¿Cómo les cobra usted a sus clientes?

 Hemos cobrado una cifra para hacer los papeles. Tuvimos gastos como cualquier estudio para preparar la documentación. La gente que no pudo pagar cedió parte de sus derechos y pagamos nosotros.

Cuando hace una historia del caso, Retamar menciona que en 1982 hubo un fallo adverso, pero «luego se apeló».

 Pero la causa está cerrada. Lleva archivada veinte años. ¿No le parece un poco difícil que se reabra?

 Mire, se pinta una cosa y hay otra distinta detrás. El derecho hereditario no se pierde nunca. Además, está también la causa abierta en Uruguay.

 En Uruguay dicen que no hay ninguna nómina de bienes heredables.

 Yo la tengo. La gente no sabe lo que dice o no quiere hablar. Acá hay muchos intereses, mucho gato encerrado.

 

Marciano en escena

Es todo tan extraño en este caso que a uno ya se le ha acabado el asombro cuando descubre que uno de los abogados que interviene se llama Marciano. No es un apodo: Marciano Rodríguez Báez tiene un estudio en Asunción, desde donde captó una gran cantidad de clientes argentinos y paraguayos.

A él acudió la correntina Verónica Duffau Correa. «Las primeras noticias habían llegado a mi casa cuando yo tenía 8 años, una abogada les había ofrecido a mis abuelos hacer los trámites. Pero como ellos eran muy humildes y no podían pagarlo no lo hicieron». Recién en 1999, Verónica volvió a toparse con la historia, esta vez a través de una amiga de Entre Ríos, también de apellido Correa, quien la entusiasmó con la idea de la herencia y la llevó con su abogado.

Y aquí entra en escena Marciano. Verónica se comunicó con él, pasó sus datos y la secretaria le dio la buena nueva: sí, ella era de la familia. Gran alegría, sólo que tenía que viajar de urgencia a Asunción, porque todo se estaba definiendo con gran velocidad y el abogado debía presentar sus carpetas en Brasil y en Uruguay.

 Uno está tan en caliente, que no pensás en lo que te dicen  recuerda Verónica . El tipo tiene la foto del fulano enmarcada, te cuenta la historia, te habla, y uno está tan ilusionado que le cree.

«Mi marido pidió plata prestada y les pagó la carpeta a mi mamá, a mi tía, a un montón de gente. Viajamos a Rosario para conseguir algunos papeles. Terminamos pagando 2.000 pesos, dólares en ese momento, por las carpetas de toda mi familia».

Cuenta Verónica: «Sentíamos que ya estábamos forrados; iban a ser 250 mil dólares por cada uno». La realidad les cayó después como un golpe en la cabeza. Una abogada amiga de su marido, a quien le habían llegado dos casos similares, se disponía a viajar a Uruguay a estudiar el expediente y le ofreció chequear su situación.

 Cuando vuelve me lo dice: esto es un fraude violento.

Ahora Verónica se puede reír, pero en aquel momento sintió frío, porque el dinero se le escurría de las manos.

La abogada es Silvia Méndez, quien tiene su estudio en Corrientes. La versión, que provenía del famoso Marciano Rodríguez Báez, era que «lo primero que se iba a cobrar era lo de Uruguay, adonde llegaban las propiedades de este señor Correa. Que como esas tierras habían pasado a manos de la petrolera Ancap, ellos se harían cargo de la indemnización».

Cuando otro cliente le pidió que hiciera de intermediaria para comprar muchos derechos de herencia  15 o 20 mil dólares , ella decidió viajar a Montevideo junto a su marido, con quien trabaja. «En el juzgado nos atendieron muy bien. Nosotros pensábamos que el expediente ocuparía toda una habitación, pero nos trajeron sólo cinco cuerpos. Eso era todo. Y adentro no había prácticamente nada: se trata de una apertura de sucesorio donde no hay ningún bien. Ni hay declaratoria de herederos. Ancap jamás figuró. La actuaria del juzgado nos contó que había ido ge
nte mayor a verlo y se había puesto a llorar en el mostrador».

Lo primero que pensaron fue cómo decírselo a la gente que los esperaba con tantas expectativas. En el expediente de la sucesión no existe ninguna presentación del Dr. Marciano Rodríguez Báez, que no hay desde su iniciación «relación de bienes del causante, lo cual fue motivo de observación por parte del ministerio público», que no hay ninguna propuesta de indemnización por parte de la Ancap ni fecha alguna de cobro para los herederos.

 Lo más patético de la historieta es que pese a los papeles que trajimos del juzgado de Uruguay, que es lo único serio y formal que hay, la gente sigue esperando cobrar. Nadie quiere creer que es una estafa. *

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