La hora del cambio

“Que se jodan”

Manifestaciones en Madrid, viernes 13

Confirmado: los recortes anunciados hoy en España no afectarán a servicios básicos y fundamentales: Casa Real, Iglesia, Banca y sueldos de políticos. Tenemos 450.000 altos cargos que mantener, una familia real devastada, y banqueros que se jubilan con indemnizaciones indecentes en estos tiempos de austeridad que corren. En lugar de perseguir a los evasores fiscales, terminar con la corrupción y encarcelar a los responsables de la crisis, nos dicen que tenemos que  “sacrificarnos” y asumir con resignación que ya no tenemos soberanía ni libertad para decidir.

Sus recortes no tocan a los ricos, ni a la monarquía, ni a las clases poderosas, y ponen el punto y final a lo que llamábamos “democracia” y Estado del Bienestar, aquel en el que la ciudadanía tenía sus derechos: derecho a organizarse y manifestarse, derecho a una educación de calidad, derecho a una sanidad de calidad, derecho a expresarnos, y ciertas protecciones como los subsidios de desempleo y las pensiones para jubilados.

Dicen que no hay dinero para políticas de igualdad, pero si para abrir escuelas de tauromaquia y defender la tortura a animales como cultura. No hay dinero para asistencia social, pero si para retratos de políticos. No hay dinero para medicamentos, pero sí para dar la bienvenida a la selección española en un derroche de patriotismo de masas. No hay dinero para convocar plazas de maestros/as y profesorado, pero sí para subvencionar colegios privados. Tampoco hay dinero para residencias de ancianos/as, ni para investigación, ni para hospitales; pero sí para aeropuertos y estaciones de tren que no usa nadie, para esculturas gigantescas de concejales, para exonerar de impuestos a la Iglesia, para pagar coches de lujo para políticos, y para aguantar la tremenda corrupción que impera en España.

El dinero se lo llevan en maletines concejales, empresarios, alcaldes, banqueros, presidentes autonómicos, primos de, yernos de, hermanos de, hijos de, cuñados de; pero pocos pisan la cárcel, hay una sensación de impunidad total. Los jueces que se atreven son juzgados; los yernos que se atreven pretenden librarse de la cárcel. La policía está harta de recortes y de manifestaciones, pero descarga su ira contra estudiantes, parados, amas de casa, trabajadoras, mineros, jubiladas.

“Que se jodan”, exclama eufórica Andrea Fabra, una diputada del PP, cuando Rajoy anuncia las reformas. Que se jodan es una expresión española muy fea para emplear en un acto de tanta gravedad. Con respecto al resto de los diputados, aplaudir unas medidas que “joden” a los más débiles del sistema es de tener poco corazón y hierro en las entrañas, nula capacidad de empatía, y además muestra un rencor de la clase poderosa hacia los que se manifiestan que destila un tufillo fascista que da mucho miedo.

“Que se jodan” no es solo una expresión de victoria de la clase alta contra la mayoría, es también una declaración de guerra. Yo lo sentí humillante. Ella, además de ser una privilegiada, no va a sufrir esos recortes, pero se alegra de que otros los sufran. Cuando dice “que se jodan”,  no se refiere a la Presidenta de España, Ängela Merkel, y su equipo. Tampoco se refiere a los empresarios españoles. Ni a la Iglesia, ni a la monarquía, ni a la clase bancaria y financiera. Ellos no van a sufrir recortes. Ese “joderos” va dirigido a nosotras y nosotros, al 99% de la población española. No solo es una falta de respeto hacia la clase trabajadora, sino también una crueldad, porque demuestra un desprecio terrible contra los que le pagan el salario mensual. Una maldad de niña rica sin vocación de servicio a la comunidad que se alegra de que por fin España se hunde masivamente, irremediablemente. Lo importante para ella y los suyos son los mercados, que piden a gritos ajustes y sacrificios humanos.

En este sinsentido, aceptar que la soberanía de España es alemana, asumir que no pueden crear empleo ni riqueza, aceptar su inutilidad, nos abre las esperanzas. Si ustedes no pueden gobernarnos, vamos a cambiar el sistema. Atrevámonos a seguir caminos exitosos, como Islandia o Marinaleda, o inventemos unos nuevos. Atrevámonos  a romper el espejismo de la democracia.

Es el fin de los derechos y libertades en Europa. No queda otro remedio que despertar. Salir a la calle, hacer una huelga indefinida, paralizar el país y pedir la dimisión de un Presidente que no puede gobernar porque admite que no le gusta lo que hace pero que no le queda más remedio.

En estas circunstancias, queda demostrado que el modelo de democracia y el capitalismo no funcionan. No son “crisis de las que se sale”; es fascismo, es odio, revanchismo y explotación de la clase poderosa contra la gente. No se trata solo de que nos ocultan información o nos desinforman, tampoco es solo que nos roben y no lo devuelvan, no es solo que nos aprietan hasta ahogarnos y nos mandan callar en los noticieros.

Es que vivimos en un sistema desigual, cruel e injusto; y esto es el colapso de una forma de organizarse basada en la acumulación de riqueza y derechos de todos por unos pocos. Este modelo no sirve para crear desarrollo igualitario y sostenible. Llega, pues, la hora del cambio.  Hay que salir a la calle.

Coral Herrera Gómez
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