“Hay que tomar en cuenta la palabra de los niños y ayudarlos a tomar decisiones”

Entrevista de LARED21 con la asistente social y magíster en evaluación y educación, Mariela Solari, directora de la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía.

Mariela Solari, directora de la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía.
Mariela Solari, directora de la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía.

La Unidad atiende a víctimas de abuso sexual, como el caso de la niña de 12 años (Lascano, Rocha) que fue abusada por su padrastro y cursa un embarazo y a las adolescentes  víctimas de explotación sexual. La “Operación Océano” se considera la mayor investigación sobre explotación sexual de adolescentes en Uruguay

-¿En Uruguay que capacidad existe desde el Estado para detectar los casos de abuso sexual y explotación sexual infantil?

¿Qué busca la persona que abusa? Acercarse al niño, dándole confianza y un reconocimiento que muchas veces no tiene en otros espacios de su propia familia, a veces dándole simplemente escucha. Esa es la forma en la que llega

 -Hay que diferenciar los dos escenarios, los casos de abuso sexual que se dan dentro de las familias y los casos de explotación sexual infantil que se da fuera del ámbito familiar. Hay que separar a partir de la edad de niños y adolescentes. No es lo mismo la detección en un niño de 3 años, que en un escolar o un adolescente, por su capacidad de hablar y de expresar sentimientos, por la capacidad de identificar qué es lo que lo hace sufrir. Los niños básicamente nacen, crecen y se desarrollan en una familia y es el sector salud el que desde que la mamá está embarazada logra hacer un seguimiento de ese embarazo, y luego aparecen los centros de educación inicial y el sistema educativo. Allí tenemos tres sistemas en los que tenemos que pensar la detección. Como detectar en el ámbito de la familia y para eso los niños tienen que estar informados de que existen las situaciones de abuso, la educación sexual, que puedan confiar en sus papás y en sus mamás, otros referentes adultos que le den seguridad, tener herramientas que les permitan protegerse. Como dice David Finkelhor (sociólogo estadounidense) que desde la década de los 70 (del siglo XX) estudia e investiga el abuso sexual infantil: “para que exista situaciones de abusos también tienen que existir niños vulnerables”. Quienes son los niños más vulnerables, aquellos que no tienen información de que estas situaciones suceden. Entonces, primer escenario la familia, educación sexual, poder conversar de estos temas, generar confianzas, tienen que ser niños que se sientan queridos, valiosos y respetados ¿Qué busca la persona que abusa? Acercarse al niño, dándole confianza y un reconocimiento que muchas veces no tiene en otros espacios de su propia familia, a veces dándole simplemente escucha. Esa es la forma en la que llega. Escenario salud es fundamental, muchas de las denuncias que llegan de delitos sexuales contra los niños son detectadas por pediatras, ginecólogos, asistentes sociales y sicólogos que integran equipos de salud sexual y reproductiva y equipos de violencia doméstica, equipos que no teníamos hace 20 años. Los tenemos desde la reforma de la salud, prestaciones específicas en materia de violencia sexual y reproductiva, ahí hay un enorme abanico de posibilidades de detección, producto de las consultas frecuentes, consultas asociadas a indicadores de violencia, el propio relato de niños y adolescentes que lo hacen de forma espontánea cuando la consulta es confiable. Los niños, después de los 12 años, pueden entrar solos, y si se sienten en confianza, hablan y cuentan lo que les hace sufrir. El tercer escenario es el de la educación, donde los niños empiezan a tener contacto con otros adultos, los miran de otra manera, como seres valiosos y queridos, que tienen algo que aportar  y cuando hay una escucha atenta. Cuando esto ocurre, los “chiquilines” hablan y cuentan lo que les está pasando. Factor fundamental en la educación, que nos ha permitido llevar a la justicia situaciones, es la realización de talleres de educación sexual, cuando se habla de la sexualidad y del autocuidado del cuerpo, de que la responsabilidad cuando pasan estas cosas es de los adultos y no de los niños y adolescentes. En esas instancias es cuando los “gurises” dicen “a mí me pasa eso”. Cuando me preguntabas donde se detecta, desde 2005 en adelante, tenemos instrumentos que no había, no había protocolos, ni guías, hoy además tenemos personal específico en la educación, en la salud y en otros sectores. Personas que se dedican a los temas relacionados a la violencia y a la violencia sexual ¿Qué falla? Los protocolos por sí y ante sí no resuelven las situaciones, son orientaciones generales que no inhiben la capacidad de pensamiento crítico que tenemos que tener los profesionales cada vez que nos enfrentamos a un caso. Un caso de violencia sexual hacia un niño o un adolescente, es difícil que llegue como demanda específica, es difícil que le diga a su maestra “hoy quiero hablar de tal cosa”. Es un relato que surge espontáneamente, cuando se está hablando de otra cosa. Tengo que tener la escucha atenta y la disponibilidad emocional para poder captar ese momento, captar el mensaje, no juzgar, y sí abrir la escucha  “¿Querrás contarme lo que te pasa? No haré nada sin que vos sepas”. No asombrarnos culpabilizando a los adultos porque esos adultos son padres o personas que ellos quieren mucho. En eso se sostiene el abuso, en la ambivalencia que la persona que me genera daño, es alguien que en algún momento también le tenía cariño, mi tío, el amigo de la familia, mi propio padre o mi padrastro, mi hermano. Romper esa lealtad familiar es muy difícil. Además, es donde ese niño vive, es donde duerme, come, donde tiene el afecto que tiene, de la forma que tiene.

Entrevista con Mariela Solari, Directora de la Unidad deVíctimas y Testigos de la Fiscalía: "“Hay que tomar en cuenta la palabra de los niños, darles toda la información y ayudarlos a tomar decisiones”.

Publiée par Lared21 sur Mercredi 24 juin 2020

-Un cambio cultural para la sociedad y para los operadores de justicia, los educadores y el personal de la salud es creer en la palabra del niño ¿Es algo nuevo? ¿El mundo de los adultos habla mucho de los niños pero se les cree a los niños? ¿Es necesario que le crean?

Cuando los niños manifiestan algo que les está incomodando, siempre tenemos que creer en su sufrimiento, después los profesionales tenemos que creer en nosotros mismos, en lo que estamos sintiendo frente a eso, no podemos ni minimizarlo, ni negarlo, ni ampararnos en los preconceptos y los prejuicios que nos dejan ciegos

-Cuando los niños manifiestan algo que les está incomodando, siempre tenemos que creer en su sufrimiento, después los profesionales tenemos que creer en nosotros mismos, en lo que estamos sintiendo frente a eso, no podemos ni minimizarlo, ni negarlo, ni ampararnos en los preconceptos y los prejuicios que nos dejan ciegos. “Mira sí va a pasar en esta familia, si yo conozco al padre,  todos los hermanos vinieron a este colegio, esta chiquilina lo inventó. Esta chiquilina es problemática, siempre fue problemática, si la madre supiera ya nos hubiera contado”. Todos esos preconceptos inhiben la capacidad de escuchar, capaz lo queremos mucho a ese niño, a ese adolescente porque lo conocemos desde hace muchos años. Lo primero es que los adultos tenemos que “desprejuiciarnos” y escuchar lo que nos está diciendo y no escuchar ni de menos, ni de más. Ni minimizar diciendo que esto no pasa, ni poner en boca de la víctima cuestiones que no dijo. Decir por ejemplo: “el niño dijo que el padre lo violó”, entonces sin que nadie más hable con el niño, quiero que la justicia opere con lo que yo digo como vecina, maestra, o asistente social. Esa forma también deja a los niños muy desprotegidos, primero porque no es el relato espontáneo del niño sino es una interpretación. Ni de menos, ni de más, hay que escuchar a los niños, y ese es el relato que tengo que transmitir.

-Hoy día, hay un caso en Soriano donde una niña de 9 años señala que su padrastro abuso de ella y la madre de la niña afirma que la niña “miente mucho” ¿Ocurre a menudo este tipo de situaciones?

-Este caso que me mencionas es similar al ocurrido en Artigas en estos días, una madre que no confiaba en el relato de la niña, de hecho esta mujer (la de Soriano) fue formalizada por el no cumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad y otra mamá como pasó en otro caso en Tacuarembó y en otros casos, porque ese primer relato que hacen los niños, es la clave para que se avance, pero fundamentalmente es clave para su recuperación como víctima de violencia sexual .Para una madre es un dolor no haber podido cuidar a su hija en la casa. Muchas veces la madre dice “como no me di cuenta”,  como el hombre con el que elegí compartir mi vida, como él que la quiso como una hija, pudo hacer esto. Pero a pesar del dolor, esa madre despliega toda su protección y eso es clave para que un niño se recupere. Hay mamás que por distintas razones de la vida, de sus trayectorias o de lo que haya pasado, aún en esos momentos críticos, no logran desplegar la protección para los niños. Y dicen “ella miente”, “ella no quiere que esté con él” o “me lo quiere sacar” o “quiere estar ella con él”, “me lo quiere robar”, o sino obligar a la niña después que el hombre fue formalizado a visitarlo en la cárcel o culpabilizar a la niña o al niño de todos los males que le ocurrirá a la familia a partir de que habló. Ubicando la responsabilidad de un acto terrible en la niña y no en el adulto que lo está cometiendo. Para los niños esta explicación que damos nosotros de ubicar las etiquetas donde van es muy difícil. Porque si tu mamá te está diciendo que tu sos la culpable y el relato del abusador es que tú te lo buscas y que si decís algo nadie te va a creer, es muy fácil que una niña se convenza de eso, se repliegue y no hablé más. Nos encontramos con mujeres de 20, 30, 40 o más años que dicen “lo conté una vez, nadie lo creyó, y no hablé más”. Pero eso que queda ahí, trae consecuencias en la vida sexual, en las relaciones de pareja y en la relación con sus hijos. Les queda una herida abierta que no logran cerrar. Las víctimas de violencia sexual si hay alguien que confía y logra interrumpir esa situación de abuso existe la posibilidad de recuperarse.

-¿El apoyo desde el Estado es dar atención sicológica y la inserción en la educación?

Hoy en día, tenemos herramientas legales que permiten acceder a mecanismos de protección para los niños y de imputación para los responsables que hace 20 años no teníamos, con mecanismos a partir del  nuevo Código del Proceso Penal, para protección de las víctimas y que puedan acceder a la justicia con su relato y que la justicia tenga la obligación y la responsabilidad de escuchar a las víctimas. Anteriormente no los teníamos

-Los que trabajamos desde hace muchos años, y empezamos en los 90 (del siglo XX) este era un tema atendido principalmente por las organizaciones de la sociedad civil y por el Hospital Pereira Rossell que tenía y sigue teniendo equipos muy especializados principalmente en el diagnóstico sico – socio médico y algunas experiencias concretas en INAU. Estaba la línea azul. Hoy en día, tenemos herramientas legales que permiten acceder a mecanismos de protección para los niños y de imputación para los responsables que hace 20 años no teníamos, con mecanismos a partir del  nuevo Código del Proceso Penal, para protección de las víctimas y que puedan acceder a la justicia con su relato y que la justicia tenga la obligación y la responsabilidad de escuchar a las víctimas. Anteriormente no los teníamos. Con un equipo multidisciplinario como está la Unidad de Víctimas, trabajando en la justicia, para acompañar a las víctimas, con una batería de prestaciones en el ámbito de la salud que específicamente está para esto. El protocolo sobre violencia sexual de una víctima que va a la emergencia, o a un médico, hay un protocolo específico para este tipo de víctimas. Lo que genera indignación, es que teniendo todas esas herramientas, seguimos llegando tarde y mal. También me gusta decir, que los casos que están saliendo, son los casos que están, son los niños que viven estas situaciones hace muchos años. Si vemos los datos del SIPIAV (Sistema Integral de Protección a la Infancia y Adolescencia contra la Violencia) llegan dos denuncias por día de abuso sexual. No son casos nuevos, lo importante es que llegan a la justicia. Este sistema procesal penal, hace que la justicia tenga carácter público, que se muestren los resultados de las imputaciones. Para nosotros como Unidad de Víctimas de la Fiscalía, somos muy cuidadosos entre que se sepa y cuidar a las víctimas. Es necesario que las leyes que tenemos, la ciudadanía sepa que se están utilizando para proteger a las víctimas y para imputar a los responsables. Nos ha sorprendido de muchos casos que llegan a la Fiscalía, son técnicos o familiares de víctimas que dicen vi en la televisión que pasó esto y quiero hacer la denuncia. Generar un sistema de confianza para que la gente se anime a denunciar como medida de protección y de imputación a los responsables es muy importante. La denuncia es una estrategia dentro de un marco de atención integral que cada caso requiere.

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-Cuando se piensa en el caso de la niña de 12 años de Lascano (Rocha) abusada y embarazada por su padrastro, una vez que se hace público, hay quienes sostienen que puede darla en adopción y otros que el embarazo debe ser interrumpido  ¿Dónde queda el deseo y la decisión de la propia niña?

La opinión de los niños es fundamental, estaría mejor tener la disponibilidad emocional para escucharlos mucho antes

-La decisión sobre los aspectos de salud corresponde al equipo de salud, la opinión de la niña de 12 años es fundamental, no podemos hablar de su vida como si ella no existiera. Porque es su vida, esa vida que no supimos proteger, no ahora, antes. Porque que ahora viva un embarazo, que es una tortura para una niña, tener que pensar ser mamá cuando nunca lo decidió, pero tampoco decidió nunca tener relaciones sexuales forzadas. Las situaciones de abuso cuando llegan a este punto de gravedad tenemos que verla en todo su contexto. La denuncia que recibió la Unidad de Víctimas, que en este caso fue realizada por su mamá, la niña estaba en un servicio de salud, Fiscalía concurrió, la Fiscal, un sicólogo de la Unidad de Víctimas junto a una médica forense y se tuvo una entrevista a solas con la niña. Esto es fundamental en un proceso como este. Hay mucha confusión y opinión sobre su vida. Respecto a los recursos del Estado, en menos de 24 horas la niña estaba atendida por un equipo de salud, por el equipo de Unidad de la Fiscalía, tuvo la posibilidad de acceder a la justicia y en 48 horas la persona agresora estaba formalizada. Para una víctima, es un mensaje de credibilidad y de apoyo. Aunque vuelvo a repetir, llegamos tarde y mal. Ojalá no estuviéramos en este contexto. No tiene nada de bueno lo que estoy contando, pero en la vida de ella, le permitirá “un escalón” más. Hubiera sido peor que tuviera al niño y recién ahí se enteran  o que pasen otras cosas con su propia vida. La opinión de los niños es fundamental, estaría mejor tener la disponibilidad emocional para escucharlos mucho antes.

-Lo importante es que la decisión que tome la niña esté respaldada por su madre y por los equipos técnicos. Qué cualquier decisión será la que ella quiera ¿Es así?

Hay que tomar en cuenta la palabra de los niños, darles toda la información y ayudarlos a tomar decisiones que mucho va a depender del grado de madurez que tenga. No es un homogéneo todas las niñas de 12 años. No son todas iguales

-Hay que tomar en cuenta la palabra de los niños, darles toda la información y ayudarlos a tomar decisiones que mucho va a depender del grado de madurez que tenga. No es un homogéneo todas las niñas de 12 años. No son todas iguales. Cuando se dan casos como este, o el que ocurrió el año pasado cuando una niña de 4 años falleció producto del maltrato y la violencia en el seno de su familia, que a veces parecemos una sociedad de “juicios por jurado”, todos opinamos, qué hacer con la madre, con el padre, con el padrastro y está bueno que todos podamos opinar en ámbitos que permitan avanzar como  sociedad. También hay que tener en cuenta, que a las redes sociales todos acceden, que cada vez que hablamos de una niña, esa niña lo va a escuchar o ver o leer. Me acuerdo de una mamá diciéndonos “no quiero que nombren más a mi hija en la tele”, es muy difícil, es un lindo debate para darlo con los periodistas también. Lo traigo no por el mundo del periodismo, sino porque todos opinamos en las redes. Me parece que hay que poder contextualizar y tener claro que las personas somos un homogéneo, no todas las mamás son iguales, ni todos los padrastros, ni los padres son iguales, incluso no todas las situaciones de violencia sexual son iguales. Cada situación nos exige mirar el perfil del ofensor, el perfil de la víctima y el contexto en que se dio y la historia que tiene. Muchas veces se cae con mucha fuerza en condenar a las mamás, y las mamás son la clave para que los niños se recuperen, muchas historias donde el centro de salud, o de enseñanza las convoca para decirle, sabes que tu hija nos contó tal cosa, porque muchas veces los niños incluso para aliviarle el sufrimiento a su mamá, buscan una tercera persona a la que pueda decírselo. Hay muchas mamás que se “quiebran” antes de terminar la frase diciendo: “no puedo creer que le pase a mi hija lo mismo que me pasó a mi” “¿Cómo no pude cuidar a mi hija si a mí me pasó lo mismo?”, o como le pasa a mi hija con este tipo, que a mí me pasó cuando yo tenía tantos años y nadie me creyó, hice todo para alejarla de ese fulano, que muchas veces puede ser un abuelo o un tío. Traigo estos ejemplos porque las trayectorias en las familias hacen que estas situaciones queden muy guardadas, porque cuando emergen de vuelta, ojo que muchas mamás dicen cuando lo dije nadie me creyó y me trataron de loca. Y la persona (agresora) siguió estando en esa familia y todos hicieron de cuenta que lo que pasó, no pasó. Se repite y cuando se repite, hay dos opciones como familia, lo encaramos o “lo volvemos a meter debajo de la alfombra”. El primer círculo tiene que ver con el mundo familiar, que son situaciones dolorosas sí, que son situaciones donde circula la culpa  también, “como no te diste cuenta”, “porque tuviste este novio”, eso pasa en algún momento pero se tiene que transitar y pensar en la protección de los más vulnerables en la familia.

-En el caso de la Red de Explotación Sexual Infantil (“Operación Océano”), parte de estas adolescentes víctimas, según publica el Semanario Brecha, concurrían a colegios privados. Mucho se habla de la aplicación de los protocolos en los liceos públicos ¿Qué sucede en los colegios privados?

-Nosotros en la Fiscalía, no lo tengo en números, trabajamos muchísimo con la educación pública, tenemos pocos casos de detección de víctimas en las instituciones privadas. En la salud, sin embargo, se detectan casos en todos los prestadores de salud, tanto en ASSE como en el resto de los prestadores. Una de las claves, es que en materia de salud, es una meta prestacional para todos los prestadores de salud. En el caso de la educación, es una circular que tiene que ver con Primaria y Secundaria, pero no tengo claro si está establecido con la misma rigurosidad en los centros privados. Sería más que relevante, porque  muchos Colegios Privados tienen equipos multidisciplinarios que pueden detectar estos casos. La violencia sexual no pasa por el nivel socioeconómico. Esto pasa en todos los niveles socioeconómicos, de hecho hemos tenido muchos casos de prestadores de salud que han hecho la denuncia de situaciones de nivel socioeconómico medio y alto. (La violencia) atraviesa a todos los niveles socioeconómicos y culturales.

-¿Cómo se atiende a estas adolescentes para romper el círculo de explotación?

Uruguay es uno de los países que tiene los menores niveles de imputación a los responsables de las situaciones de explotación sexual

-La diferencia de este tipo de explotación con el abuso sexual intrafamiliar, Uruguay es uno de los países que tiene  los menores niveles de imputación a los responsables de las situaciones de explotación sexual ¿Por qué? Mucho será por cómo funciona la justicia, por la falta de credibilidad, las edades, y porque  son adolescentes. En Uruguay la prostitución está reglamentada a partir de los 18 años, si la víctima decide ser trabajadora sexual es parte de su elección, entonces todo eso es parte de los argumentos de quienes dicen “acá no hay un problema”. Eso por un lado. Por otro, las situaciones no llegan a la justicia. No llegan por la desconfianza de que en la justicia va a quedar expuesta la vida sexual de la víctima. Para nosotros lo importante, desde la existencia de este nuevo Código, es generar estas confianzas de que el CPP actual prevé herramientas para proteger a las víctimas y para generar mecanismos de denuncia, para que los técnicos que tienen algún tipo de acercamiento a este tipo de situaciones, las puedan denunciar. Este es un proceso paulatino.

-¿Qué enseñanza deja la existencia de esta “Operación Océano”, la más grande que se ha descubierto en el país?

-Nos dejará muchas enseñanzas cuando termine el proceso, entre otras si se trata de una red o no, y si actuaban por separado. Los distintos mecanismos  y los distintos perfiles de víctimas. Las necesidades específicas de las victimas para poder acceder a la justicia. Será un aprendizaje que tendremos que compartir una vez que termine este proceso. Hemos tenido otro, como paso en Maldonado, donde había víctimas de otros países, hubo que repatriarlas, creo que esto demuestra la importancia de los mecanismos internos, como de cooperación internacional que se requiere en estos casos.

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