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Oscar López Goldaracena: Los militares no se podían convencer

“Los militares no se podían convencer”, recuerda el abogado Oscar López Goldaracena al evocar la jornada del plebiscito del domingo 30 de noviembre de 1980 en la que ganó el No en rechazo a la reforma constitucional propuesta por la dictadura. “El pueblo siguió hablando de libertad y de democracia y todo junto comenzó a cantar: ¡ se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar !”

Oscar López Goldaracena recuerda la jornada del 30 de noviembre de 1980.
Oscar López Goldaracena recuerda la jornada del 30 de noviembre de 1980.

Al conmemorarse 40 años del plebiscito en el que ganó la opción por el No a la reforma constitucional de la dictadura, recordamos un extracto del libro “El derecho y el revés”, (Letraeñe Ediciones, Montevideo, 2008) del abogado Oscar López Goldaracena.

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En 1980 ya habíamos vivido siete años de dictadura, y seguía. Las cárceles estaban llenas de presos políticos y, afuera, ni un poquito de libertad. Pero se hablaba de democracia, bajito y mucho. Los militares no sabían cómo hacer para seguir justificando el mantenerse por la fuerza en el poder.

Como la situación se les hacía insostenible, propusieron que la gente votara por Sí o por No, aunque venía con trampa. Habían armado todo para que ganara el Sí, lo que significaba un Sí a dictadura y a los militares en el gobierno. Los partidos políticos continuaban prohibidos, los principales dirigentes políticos estaban presos o en el exilio, no había libertad de prensa y solamente se permitía hacer propaganda por el Sí.

Las radios, la televisión y los diarios nos explicaban porqué había que votar Sí. Votar por el No era una “traición a la patria”.

La dictadura estaba segura de que ganaría el Sí y de que seguiría gobernando. Pero cada vez más se hablaba, mucho y bajito, de libertad, democracia y del No.

El niño tenía a su padre preso. El día del plebiscito acompañó a su madre a votar. Llegaron tempranito y se pusieron en la fila, una cola larga. Había militares con sus metralletas. Asustaban. Nadie hablaba fuerte, todo se decía en murmullos. El niño estaba de la mano con su mamá, callado. En su casa, antes de salir, la madre le dijo que no podía decirle a nadie que iba a votar por el No.

La fila fue avanzando y llegó el turno de que su mamá votara. La dejaron entrar en el cuarto secreto con su hijo. El niño vio cómo su madre, muy nerviosa, tomaba de un escritorio la papeleta por el No y la introducía en un sobre. Él también quería votar. Se guardó varias papeletas del No en un bolsillo. Vio que se mamá puso el voto en la urna con una sonrisa.

Al salir del local de votación, varios vecinos que estaban en la fila, esperando su turno, los saludaron con un gesto de alegría.

-Va a ganar el No –le dijo a su mamá cuando caminaban de vuelta hacia su casa.

-¿Cómo sabes?

-¡Pero mamá! -le respondió- ¿No viste que las papeletas por el Sí estaban todas ordenaditas como si nadie las hubiera tocado?

La mamá sonrió acariciándole la cabecita mientras seguían caminando. Y ganó el No.

Los militares no se podían convencer. El pueblo siguió hablando de libertad y de democracia, mucho, pero ahora no tan bajito, todo junto comenzó a cantar: ¡se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar!

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