TERRORISMO DOMÉSTICO

Ultraderechistas de EE.UU. se reorganizan tras el golpe de la salida de Trump

El expresidente Trump había sido empático y poco activo contra la alzada de la extrema derecha estadounidense, un segmento que más bien le favoreció electoralmente. Ahora, estos colectivos buscan qué hacer con su militancia.

Manifestantes armados de los Boogaloo Boys se congregaron en Richmond, Virginia, en enero de 2020. Foto: Flickr / Anthony Crider
Manifestantes armados de los Boogaloo Boys se congregaron en Richmond, Virginia, en enero de 2020. Foto: Flickr / Anthony Crider

La extrema derecha estadounidense busca cómo reorganizarse para seguir respirando después de quedar atrapados en medio de la nada política: la elección del Joe Biden, que tiene una visión absolutamente opuesta a la de su antecesor, Donald Trump, les dio un golpe de realidad.

Después de la violenta invasión al Capitolio de Washington del 6 de enero pasado, los grupos de odio como la guerrilla urbana Proud Boys, o los seguidores de la teoría conspirativa QAnon, esperaron que el 20 de enero Trump se quedara por la fuerza en la Casa Blanca y arrestara con la connivencia del Ejército a todos los demócratas. Esto último, claro está, no sucedió.

Trump se encargó por años de echarle leña al fuego de las conspiraciones subiendo su tono desde la campaña por su fracasada reelección: aducía de antemano que las elecciones iban a ser amañadas por los demócratas y una vez que se certificaron los resultados a favor de Biden la cosa fue para peor: la tarde del 6 de enero, Trump convocó a sus fanáticos afuera del Capitolio y les pidió que marcharan hacia el edificio. El resto de la historia ya se ha contado muchas veces.

En busca de nuevos guerrilleros

Los Boogaloo Boys, los Proud Boys, células del Ku Klux Klan, grupos por el supremacismo blanco y neonazis tuvieron que refugiarse en la clandestinidad luego de haber pasado ocho años reivindicados por un presidente que les decía que eran «buenas personas» y que «los amaba».

«La retórica sigue siendo acalorada, la gente no se está enfriando. No se están adaptando bien a Biden”, advierte Michael Edison Hayden, reportero principal del Southern Poverty Law Center (SPLC), que investiga el extremismo en Estados Unidos.

«La infraestructura realmente todavía existe» para que la extrema derecha se reúna», dijo Hayden, pero esto podría cambiar en el corto plazo.

En esta posición concuerda Colin P. Clarke, director de Política e Investigación de la organización Soufan Group, quien cree que «la energía el impulso que tiene la extrema derecha es más fuerte que en cualquier otro momento reciente», y alerta: «La pregunta es, ¿qué pasará después?».

Estos peligrosos colectivos están «más unidos en lo que rechazan que en lo que preguntan», añade Clarke, y cree que la eliminación de sus perfiles, cuentas y fanpages de las principales redes sociales más bien es «un factor unificador» ya que se agrupan en redes sociales marginales como la conocida Parler, en donde no se les impide predicar sus discursos de violencia y odio. Se comunican además por Telegram, un sistema de mensajería alternativo a WhatsApp ya que esta última es propiedad de Facebook, de donde han sido echados también.

Por medio de las plataformas alternativas convocan a nuevos integrantes y reclutas para que «luchen» contra el gobierno de Biden que, a su gusto, es demasiado socialista.

Los amigos de Trump

El SPLC define a los grupos de extrema derecha como organizaciones lideradas por supremacistas y ultranacionalistas blancos que defienden la idea de que los blancos son «la raza superior» e insisten en la supuesta inferioridad de personas de otras ascendencias étnicas o cuyo color de piel sea distinto al blanco.

Se entrecruzan y se entienden muy bien con otros grupúsculos como extremistas antigubernamentales, teóricos de la conspiración, partidarios de Donald Trump, el Ku Klux Klan, neoconfederados, neonazis e incluso integristas cristianos.

No solamente los no blancos están en las miras de las armas de los terroristas domésticos -como los ha calificado el presidente Joe Biden-: también apuntan contra personas LGBTIQ+, ateos, políticos de izquierda y todo aquello que consideren «enemigo» de lo blanco.

Esta gran masa de odio es clasificado en tres grupos, según la organización Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED, por sus siglas en inglés), con sede en EE.UU.: milicias mainstream, como los conocidos Oath Keepers; extrema derecha urbana, como los Proud Boys; y los grupos libertarios de ultraderecha descentralizados, como los Boogaloo Bois.

Los Proud Boys tomaron relevancia cuando Trump los mencionó en el primer debate electoral contra Biden. «Proud Boys, den un paso atrás y manténganse preparados», dijo el entonces presidente. Es un grupo conformado en su totalidad por hombres blancos y fue fundado en 2016; sus integrantes fueron protagonistas de los eventos de Charlottesville en 2017 cuando un neonazis arremetió con su auto a decenas de manifestantes del movimiento antirracista Black Lives Matter matando a uno e hiriendo a 20 más.

Los Oath Keepers fue creada en 2009 por Stewart Rhodes, exmilitar y graduado de Derecho de la Universidad de Yale. Tiene una milicia fuertemente armada que se amparan en el derecho de pertenencia y portación de armas escrito en la Constitución Política de EE.UU., y habían prometido a Trump a iniciar una nueva guerra civil en su nombre.

Los más nuevos son los Boogaloo Boys, que se articularon en 2019 en el apogeo de la campaña electoral por la reelección de Trump. Su posición es antigubernamental y tienen como objetivo intensificar el conflicto y la grieta en la sociedad civil apostando por una «inveitable segunda Guerra Civil». Se les investiga por sus nexos con potenciales asesinatos y ataques racistas: se les considera responsables de planear el secuestro del gobernador de Michigan, Gretchen Whitmer, y de matar a dos policías en California.

 

 

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