El COVID-19 acecha a 70 millones de desplazados y refugiados

Mujeres refugiadas en Mali. Foto: ACNUR
Mujeres refugiadas en Mali. Foto: ACNUR

A los desplazados, la población más vulnerable y marginada del mundo (junto con las personas encarceladas y las sintecho) sólo les faltaba el nuevo coronavirus. Aunque las alarmas sean exageradas y la peligrosidad de esta partícula no sea más que otros factores que matan a decenas de miles de personas cada día como es el hambre, entre este grupo de personas empobrecidas, que además ha perdido su hogar, sufre infinitas calamidades físicas y vive bajo mil y una presión psicológica – causa del alto índice de los suicidios en los campos de refugiados-, el COVID-19 puede provocar una despiadada matanza.

Según datos de ACNUR, 126 países albergan unos 420 asentamientos y campos de refugiados, donde millones de personas viven hacinadas en espacios insalubres, sin acceso a suficientes alimentos ni a programas de salud o vacunación y estando bajo la amenaza de numerosas enfermedades. Al contrario que las sociedades avanzadas donde el sector más vulnerable son las personas de avanzada edad, en estas comunidades, a falta de personas mayores que ni siquiera pueden llegar a los campos, la muerte cobra sus víctimas entre los bebés y los niños.

Los desplazados y el coronavirus

1. El cierre de las fronteras y las cuarentenas impuestas por los estados están cortando las vías del suministro de ayudas en los campos de refugiados de algunas regiones, o impiden que los refugiados lleguen a su destino. En Iraq, el régimen no necesitó el virus para bloquear la ayuda a esta población: después de la protestas sociales contra su kakistocracia iniciadas a finales del año pasado, el gobierno prohibió el acceso de las ONG y los cooperantes extranjeros a los campamentos que albergan a miles de refugiados sirios y 1,4 millones de los propios iraquíes desplazados por la ofensiva de EEUU en Mosul.

2. Decenas de ONG han suspendido sus viajes a los campos para evitar la propagación el virus, como la estadounidense Refugees International; ACNUR ha paralizado el reasentamiento de refugiados a terceros países; el Sea Watch-3 (capitaneado por Carola Rackete) y el Ocean Viking han anulado sus operaciones de rescate en el mar. El 28 de febrero, un bote con 44 personas a bordo lanzó una solicitud de rescate y no recibió respuesta hasta un día después de dar vueltas por el Mediterráneo, cuando la banda criminal de Guardia Costera de Libia les llevó de vuelta al infierno libio. Aquí, la lucha entre decenas de países para hacerse con la primera reserva del petróleo de África y su ubicación estratégica, ha destruido uno de los países más desarrollados del continente, dejando además unos 645.000 migrantes y 356.000 desplazados internos, que sueñan con salvarse.

3. Es imposible cumplir con las recomendaciones de mantener distancia de «seguridad» con otras personas cuando hasta 10 personas comparten una tienda de campaña de tres metros cuadrados, en campos superpoblados e insalubres de Grecia, Turquía, Iraq, Líbano, Irán, Bangladés, Afganistán, Siria, Jordania, o países africanos – cuyo saqueo además ha sido militarizado-como Sudán, Libia, Uganda, Kenia, país que acoge el mayor campo de refugiados del mundo para 450.000 somalíes que han huido de la guerra; en el contiene americano, la situación de los niños migrantes enjaulados en EEUU es deplorable; ni qué decir de decenas de miles de centroamericanos que caminan rumbo a las fronteras cerradas de EEUU, o los 60.000 solicitantes de asilo que esperan en el lado mexicano de la frontera para que los capitalistas de la superpotencia les den la oportunidad de ser explotados: ni la amenaza del virus puede hacerles desistir.

4. Tampoco es posible lavarse las manos como medida de protección contra el virus, simplemente porque no tienen acceso al agua corriente como es debido. Los 2 millones de palestinos encerrados en la prisión de Gaza por Israel y otros 5,5 millones de refugiados palestinos esparcidos por la región, sufren la suspensión de las ayudas de EEUU, cuyo objetivo no es otro que dar una Solución Final a la causa palestina. En los campos palestino- sirios de Sabra y Chatila, en el Líbano (pequeño país que alberga el mayor número de refugiados per cápita del mundo), los refugiados tienen que comprar el agua de los camiones cisterna; en Lesbos, diseñado para albergar a 3.100 personas, unas 20.000 refugiados conviven con aguas residuales, toneladas de basura, y tiene que hacer cola durante horas para ducharse y encima con agua fría, mientras en el campo de Moria hay un solo grifo para 1.300 personas, y el jabón ni existe; en Yemen, la coalición de guerra dirigida por EEUU y Arabia Saudí ha bombardeado de forma intencionada las redes de saneamiento de agua, los hospitales, miles de viviendas y además impide la llegada de alimentos y medicamentos, no solo a los campos de refugiados, sino a 20 millones de sus habitantes, provocando la mayor crisis humanitaria del mundo. Que un niño sea asesinado en Yemen cada 10 minutos, no por el coronavirus, sino por esta coalición no estremece a nadie ni lleva a sus responsables ante los tribunales, gracias a la complicidad de la prensa de masa con los criminales de este genocidio silenciado.

5. La gran mayoría de los refugiados son niños y mujeres -quienes han feminizado la emigración-, y sufren la malnutrición por recibir insuficientes alimentos, convirtiéndose en perfectos cebos de las bacterias y los virus. Muchos bebés y niños están enfermos debido al frío, la humedad, las inundaciones y la falta de ropa de abrigo e incluso calcetines y calzado.

6. Los refugiados y desplazados están siendo estigmatizados por las fuerzas fascistas y los nativos indoctos antiinmigrantes que les acusan de ser responsables de la propagación del virus. ¡Como si ellos, viviendo unas circunstancias similares – como sufrir persecuciones políticas, sociales, guerras, o perder a sus seres queridos, sus hogares, trabajos, o haber sido violados, torturados, maltratados-, estuvieran más sanos y más guapos! La violencia de dichos grupos contra los refugiados en las islas griegas ha obligado a varias ONG  a suspender su asistencia a miles de personas. Esta actitud, puede forzar a un migrante enfermo a ocultar los síntomas de su dolencia, arriesgando su vida y la de otras personas.

7. El hecho de que una importante parte de los que han huido a otro país no hable el idioma de la nación anfitriona hace que no se tenga acceso a la información sobre cómo protegerse ante las amenazas sanitarias, como es el caso de los sirios árabes o kurdos en Turquía, o los que se encuentran en Grecia, Alemania, Francia, España, etc.

8. En Siria, devastada por una guerra semimundial de una veintena de países en su suelo, y donde sólo la mitad de los hospitales están operativos, hay al menos 7 millones de personas desplazadas que malviven en edificios medio derruidos y tiendas de campaña. Sólo de Idlib huyeron en las últimas semanas unas 600.000 personas, la mitad niños, refugiándose en las fronteras bloqueadas de Turquía, país que ha ocupado esta región con su ejército y miles de mercenarios «yihadistas». Otros 35.000 sirios que ya estaban en Turquía fueron utilizados por el presidente turco Tayyeb Erdogan, en su pulso con la Unión Europa, para ser trasladados a la frontera con Grecia, con la promesa de llegar a Europa: luego fueron abandonarles allí a la merced de las fuerzas de represión griegas, para luego dormir a ras en las gélidas temperaturas. ¿De qué amenaza de virus se les puede hablar?

9. En Afganistán, otro país estratégico que desde 1978 es terreno de «otra guerra mundial» entre unos 45 países, alrededor de 10 millones de personas dependen de la asistencia humanitaria. Parte de los cooperantes extranjeros han salido del país por el COVID-19, y ahora que EEUU ha decido devolver el poder a los Talibán, el mundo puede hacer un sitio para otros millones que huirán del país. El coronavirus que afecta a Irán ha provocado el regreso de unos 55.000 refugiados afganos a su país, sin haberse hecho antes la prueba del virus. Pakistán, otro vecino de Afganistán -que también tiene acogidos a 2 millones de refugiados afganos en condiciones infrahumanas- y una de las principales rutas de suministro de ayuda a este país, cerró sus fronteras durante unas semanas, provocando pánico en el gobierno de Kabul. Por ahora, Islam Abad ha aceptado permitir el transporte comercial, aunque limitado.

10. En el Líbano con decenas de casos de COVID-19, antes de la actual crisis política y financiera, cera del 75% de los 1,5 millones de refugiados sirios vivía por debajo del umbral de la pobreza, y con acceso limitado al servicio de salud. Muchos ni están registrados para recibir alguna ayuda, ni tiene dinero para coger el autobús y llegar al único hospital público del país en Beirut.

11. En Bangladesh, también afectado por el resbaladizo virus, los 740.000 refugiados rohinyás, marcados por una violencia extrema del ejército de Myanmar, y maltratados en el país de acogida, tiene un ojo puesto para detectar a COVID-19 y otro en el cielo para vigilar la llegada de los monzones que provocarán inundaciones y deslizamientos de tierra en los barrancos donde viven.

Los cooperantes proponen

  • Diseñar un plan de emergencia real para proteger a estas personas antes de que sea demasiado tarde.
  • Una inmediata evacuación de los solicitantes de asilo, especialmente a los niños, de los campos más peligrosos, como las islas griegas.
  • Ampliar las instalaciones de agua, saneamiento e higiene, y el acceso de los refugiados a la medicina y al personal médico, de forma urgente.
  • Organizar la solidaridad internacional con los refugiados y los desplazados.
  • Incluir a estas personas en los planes de los gobiernos nacionales para combatir las epidemias y también en sus prestaciones sociales y los servicios de salud. Que el coronavirus no se convierta en un pretexto para negar al derecho de asilo.

Acuérdense: Nadie es inmune al COVID-19, ni a que de repente tenga que huir de su hogar con lo puesto.

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