RELIGIÓN

La Santa Inquisición: un viaje al pasado oscuro de la Iglesia en museo de Lima

Las condenas a morir en la hoguera, las torturas y castigos a herejes y hechiceros se recuerdan en Lima en el sitio en que la Santa Inquisición tuvo su tribunal para América, convertido hoy en el museo más visitado de Perú, que refleja el pasado oscuro de la Iglesia católica.

Maniquíes que muestran rostros de dolor por las torturas

La sala del tribunal eclesiástico está representada como funcionó durante 243 años (1570-1813), con maniquíes que muestran rostros de dolor por las torturas y espaldas flageladas mientras se presentan ante un mesa con un crucifijo donde se sentaban los inquisidores para interrogarlos.

El museo, que es gratuito, recibió en 2013 a 273.990 visitantes. Una buena parte de ellos son escolares que llegan a instruirse de este capítulo de la historia peruana y mundial.

«Parece increíble que aquí mismo torturaban. Da un poco de miedo entrar», comenta un estudiante que participa de una visita organizada por su escuela.

El tiempo ha echado a correr una leyenda que afirma que allí han quedado penando las almas de los condenados. «Sobre todo en las noches, puede escucharse como si aún estuvieran ahí y se ven unas sombras», comentó a la AFP uno de los empleados del museo, que no dio su nombre.

El Tribunal de la Santa Inquisición, creado en 1570 por el Rey Felipe II, juzgaba a los acusados de herejes contra la religión católica (como judíos o protestantes) o por casos de blasfemia, bigamia, supersticiones o brujería, entre otras causas.

«Este Tribunal de la Santa Inquisición tenía jurisdicción sobre los territorios de Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, y recibió unas 3.000 denuncias», dijo a la AFP Fernando Ayllón, director del museo y un historiador experto en la Santa Inquisición.

De las 3.000 denuncias, 1.477, fueron procesadas y condujeron a que 32 personas fueran condenadas a muerte: 23 por ser judaizantes, 6 protestantes (luteranos), 2 católicos por renegar de la iglesia y uno acusado de creerse un iluminado, que desafiaba la religión.

El primer condenado

Entre los condenados estuvo el francés Mateo Salado, un luterano que fue sentenciado por hereje en 1573 y condenado a morir en la hoguera. Además, fue acusado de pirata, espía y otros delitos.

Salado fue el primer condenado a muerte y murió en la hoguera en un lugar llamado «quemadero», que funcionaba en otro sector de Lima.

El Tribunal nunca sentenció a muerte a las brujas y adivinadoras que eran acusadas de desafiar a la religión, aunque sí se les aplicaba diversos castigos.

«El más común era mandarlas a servir a perpetuidad en el hospital de Santa María de la Caridad, actualmente el Congreso», agregó Ayllón.

Para obtener confesiones el Tribunal empleaba diversos castigos y torturas como el «potro», estirando con sogas las extremidades, o la «garrucha» que consistía en sujetar al reo con los brazos en la espalda, elevarlo y luego soltarlo de manera brusca, deteniéndolo abruptamente antes que toque el piso.

Los inquisidores aplicaban también sanciones como el destierro y los azotes, entre 50 y 200, según la gravedad del delito contra la fe. AFP

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