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Cura católico asegura que la vacuna contra el COVID-19 es “la marca de la bestia”

El video viral de un sacerdote exhortando a no vacunarse ha recorrido las redes sociales en las últimas semanas. Es el mismo religioso que había dicho que la pandemia era “un castigo divino”.

Captura de pantalla: YouTube
Captura de pantalla: YouTube

Por estos días ha vuelto a recorrer las redes sociales un video del sacerdote católico Atanasio Schneider, obispo de Astana, capital de Kazajistán. En dicho video, el prelado asegura que «no se puede descartar la posibilidad de que se imponga a todas las personas de este mundo una vacuna obtenida a partir de células de niños abortados».

La vacuna a la que hace referencia es aquella destinada a frenar la pandemia del COVID-19, sin embargo no hace alusión a ninguna en particular a pesar de que son decenas distintas las que se están desarrollando en todo el mundo. «Tal vacunación, con células de niños asesinados, podría ser el signo apocalíptico de la bestia. Entonces, los católicos deben de resistir y no poner estos grados de incienso delante del ídolo del aborto», añadió el religioso.

“Mejor morir que aceptar en su cuerpo células de niños inocentes asesinados. Una tal vacuna sería la marca de la bestia”, dice Schneider en la grabación que se ha viralizado entre negacionistas de la pandemia y seguidores de teorías conspirativas.

¿Vacunas con fetos abortados?

En el video que circula por redes de mensajería como WhatsApp o Telegram, no solamente tiene pedazos de la entrevista que le hace al cura el feligrés católico puertorriqueño radicado en Miami, Luis Román, sino que además contiene otros segmentos con una voz fuera de cámara que asegura que las vacunas contra el COVID-19 están hechas a partir de tejidos de fetos abortados.

Más adelante también se afirma que el laboratorio británico AstraZeneca y la Universidad de Oxford tienen en su poder «tejido pulmonar de un feto varón blanco abortado de 14 semanas». Consultados por el medio español newtral.es, desde la universidad dijeron que se usaron células clonadas a partir de células de un feto abortado legalmente en Alemania, pero en el año 1973.

«Estas no son células de feto abortado», explicaron, sino que son células que se han ido replicando en laboratorio.

“Un castigo divino”

En 2020, Schneider había dicho que la pandemia es “sin duda una intervención divina para castigar y purificar al mundo pecador y también a la Iglesia» y cree que todo se debe a «los pecados» que la iglesia y el mundo han cometido.

También aseguró que el sínodo que había hecho el Vaticano en la Amazonia era una «abominación» que se llevó a cabo «con la aprobación del Papa Francisco» con el consiguiente «gran pecado de infidelidad al primero de los Diez Mandamientos».

Por ello, Schneider cree que «estos actos de idolatría fueron la culminación de una serie de actos de infidelidad a la salvaguarda del depósito divino de la fe por parte de muchos miembros de alto rango de la jerarquía de la Iglesia en las últimas décadas». De esta manera, si bien matiza que no tiene «la certeza absoluta de que el brote del coronavirus sea una respuesta divina a los eventos de la Pachamama en el Vaticano», subraya que «considerar esa posibilidad no sería descabellado».

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