La familia de la joven acusa a "mafia puntaesteña" por su desaparición

¿Dónde está Ana Paula?

Sin embargo, desde que la causa recayó en manos del fiscal Juan Bautista Gómez y la jueza Fanny Canessa, todo parece haber tomado un giro diferente y vertiginoso. Tanto que el pasado viernes declararon en la sede judicial 14 personas y por éstas se podría requerir a un ciudadano argentino que se fue de Punta del Este el 23 de diciembre.

Sergio Graña y Belky Pérez, padres de Ana Paula, lograron que un grupo importante de vecinos y amigos de la familia manifestaran frente a la sede judicial para apoyar la investigación. Ellos asocian la desaparición de su hija «a una mafia puntaesteña de traficantes de mujeres y drogas».

Ambos están seguros de que alguien se la llevó engañada y la mantiene secuestrada. «En mi corazón está viva –dice Graña–, pienso que alguien me la secuestró o me la vendió, algo de eso existe». Si bien a la chica le gustaba salir de noche, los padres aseguran que siempre avisaba «o dejaba una cartita diciendo dónde estaba». Familiares cercanos dijeron a LA REPUBLICA que «no hay ninguna razón para pensar que se fue por su voluntad. Incluso había elegido los regalos que quería para Nochebuena, a celebrarse dos días después de su desaparición, y estaba alegre, sin un menor signo de nervios o preocupación. Yo la vi esa tarde», relató una tía.

Agregaron que «Ana Paula discutía con sus padres, como todos los adolescentes, porque ella quería salir y sus padres no querían. Pero ambos la cuidaban y amaban. Ahora se están muriendo un poco cada día».

Rumores

Por estas horas Maldonado hierve en rumores, ninguno comprobable. Lo poco que se sabe de la historia es que la joven estuvo la noche del viernes 22 de diciembre en un centro nocturno llamado Puerto Luna, ubicado en Punta del Este. Después, en compañía de una mujer de 24 años con la que tenía amistad y solía visitarla a menudo, estuvieron en la pizzería Gorlero, donde trabajaba la madre de Ana Paula.

Posiblemente con ellas haya estado también una jovencita amiga que enseguida se fue a Miami y a la que la Policía contacto a través de Internet. En medio de su propia búsqueda, los padres lograron saber que un hombre de algo más de 30 años también habría estado en algún momento con Ana Paula.

Este individuo, de nacionalidad argentina, se desempeñaba como patrón de uno de los veleros más lujosos amarrados en el puerto de Punta del Este. El sábado 23 de diciembre de 2000, este hombre avisó a los propietarios del barco que tenía que irse imprevistamente y nunca más se supo algo de él.

La Policía de Maldonado, a través de Interpol, intenta ubicarlo en Argentina y lograr que venga voluntariamente a declarar ante el juzgado de la doctora Canessa. Hasta el momento ello no ha sido posible y ahora el fiscal y la magistrada evalúan la posibilidad de requerir su captura.

Como el trámite es demasiado lento y engorroso, y en principio no existe acusación contra él, se intentará lograr su concurso voluntario. Mientras tanto, los padres continúan revolviendo cielo y tierra tratando de saber qué pasó con su hija.

Nunca más

El de Ana Paula no es el primer caso extraño de desaparición. El 2 de julio de 1993 a la noche, María Margot Umpiérrez Burgueño, oriental, soltera de 28 años, madre de una niña y residente en San Carlos, dijo a su familia que «iba a encontrarse con un hombre con el que estaba saliendo». El lugar previsto era el Hotel Uruguay ubicado en la avenida Alvariza de San Carlos. Margot nunca volvió. Aparentemente, y según datos en poder de la familia, «habría sido secuestrada frente a la terminal de autobuses carolina». Su hija tiene hoy doce años; sus padres y hermanos recurrieron a las autoridades tratando de encontrar respuestas.

«Hemos hablado con muchos oficiales de Policía, con los jefes de Policía, pero nunca tuvimos respuestas concretas», dijo Marta Umpiérrez, una de sus hermanas. Aseguró que «una vez Osvaldo Díaz –ex jefe de Policía de Maldonado– nos dijo que en este país una persona podía desaparecer cuando quisiera». «Vivía para su hijita. En verano trabajaba como mucama en el edificio Estrella del Mar y allí sólo nos han hablado maravillas de ella», agregó. Margot salió de su casa sin documentos y sin dinero. La familia presume que «si salió al exterior debió hacerlo con documentos falsos. Entonces debemos preguntarnos quién se la llevó, porque ella no era capaz de eso ni tenía relaciones que pudieran estar involucradas en cosas extrañas».

Pero a la vez informó que «en estos cinco años hemos recibido decenas de llamadas telefónicas, sobre todo cuando se acerca la fecha del 2 de julio. Pero nunca dicen nada. Llaman siempre a la madrugada y del otro lado se escuchan gemidos y llantos. Incluso en algún momento logramos conseguir un número telefónico, aparentemente de Brasil, pero del otro lado responde una contestadora con un mensaje en francés».

Ocho años han pasado y de Margot nunca más se supo nada. Otra de la que nunca más hubo noticias es de Silvia Mabel Fregueiro Yacobazzo, oriunda de Treinta y Tres, pero que desapareció en Maldonado el 20 de diciembre de 1994.

La joven, madre de un niño, llegó a Maldonado para trabajar durante la temporada. Logró ubicación como doméstica en la casa de un comerciante residente en el barrio Esterel, cerca del Country Club.

Un viejo conocido suyo de Treinta y Tres relató a la Policía que «esa tarde la vio caminando por el centro de Maldonado». Luego una empleada de panadería, que también la conocía, dijo que la había visto caminando cerca del Bulevar Artigas y la avenida Aiguá. Allí parece haberse evaporado.

Sin embargo un productor rural de Treinta y Tres, de paso en Punta del Este, confió a otro testigo «haberla visto bajando de un ómnibus cerca del puerto de Punta del Este», bastante después de su pasaje por la panadería.

La madre y sus hermanos también buscaron durante años un dato, una pista, que pudiera indicarles su destino. En 1996 la jueza Canessa investigó una posible conexión con tratantes de blancas en Milán, pero en los hechos nunca se logró probar algo. Lo cierto es que cada vez que LA REPUBLICA ha preguntado a las autoridades policiales sobre Silvia Fregueiro, la respuesta es la misma: «No tenemos nada». *

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