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Listos o no, la inteligencia artificial llegó a nuestras escuelas

El impacto de la inteligencia artificial en la educación: ¿Hacia dónde nos dirigimos?

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El uso cada vez más extendido de herramientas de inteligencia artificial generativa está transformando la manera en que los estudiantes abordan sus tareas y cómo los profesores evalúan su trabajo.

Esta tendencia plantea preguntas profundas sobre el futuro de la educación y si es posible regresar a un mundo anterior a la omnipresencia de la inteligencia artificial.

Desde que capturaron la atención internacional en 2022, muchas herramientas de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT de OpenAI, se han vuelto populares entre estudiantes de secundaria y universitarios.

Estos sistemas, basados en grandes modelos de lenguaje (LLM), permiten generar ensayos coherentes y respuestas a preguntas con solo unas pocas indicaciones simples. Aunque estos modelos no son perfectos y a veces tienden a fabricar información, su eficacia ha sido suficiente para pasar desapercibidos ante algunos educadores menos familiarizados con las señales de manipulación de IA.

Según datos de Pew Research y ACT, un número significativo de estudiantes ha recurrido a la IA generativa para completar sus tareas. Alrededor del 20% de los adolescentes de secundaria y el 46% de los estudiantes de secundaria han utilizado herramientas de IA para este fin. En el ámbito universitario, más de un tercio de los estudiantes estadounidenses han empleado ChatGPT para generar ideas o redactar textos académicos.

Desafíos en la detección de la IA generativa en la escuela

A medida que aumenta el uso de la IA generativa, los educadores se enfrentan al desafío de detectar y prevenir la manipulación de estos sistemas en el trabajo académico. Sin embargo, las herramientas de detección de IA aún no son perfectas.

Un estudio reciente resalta la falta de precisión de muchas de estas herramientas, con solo un pequeño porcentaje logrando una precisión superior al 70%. Este problema se agrava con la mejora continua de los modelos de IA en el tiempo, lo que dificulta aún más la detección precisa.

Además de la falta de precisión, existe el riesgo de que estas herramientas castiguen injustamente a los estudiantes que utilizan software de IA de manera legítima. Casos como el de Marley Stevens, estudiante de la Universidad de North Georgia, ilustran cómo el uso de herramientas como Grammarly puede ser malinterpretado como trampa por las herramientas de detección de IA, afectando negativamente las calificaciones y oportunidades académicas de los estudiantes.

Ante este escenario, las instituciones educativas están adoptando diferentes enfoques. Algunos distritos escolares han prohibido el uso de herramientas de IA generativa, mientras que otros han optado por utilizar software de detección de IA para mitigar la manipulación. Sin embargo, incluso estos sistemas enfrentan desafíos en su precisión y capacidad para distinguir entre texto generado por IA y escritura humana legítima.

A medida que la IA continúa integrándose en la educación, algunos expertos abogan por enseñar a los estudiantes a utilizar estas herramientas de manera ética y efectiva. Exponer a los estudiantes a la escritura generada por IA de manera consciente puede ayudarles a comprender sus limitaciones y a desarrollar habilidades críticas para evaluar la información.

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