El asesinato de Ibero Gutiérrez González
En la calle Hernani Nº 1541, en Punta Gorda, vivían los padres de Ibero Gutiérrez. En ese barrio se había criado. «El domingo 27 almorzó en mi casa, con la familia. Luego Olga, su esposa, fue a casa de una compañera a estudiar. En mi auto yo llevé a Ibero hasta su departamento. Eran las 3 de la tarde, aproximadamente. Lo dejé en la esquina, a poca distancia de su casa, con el brazo levantado, saludándome. Esa es la última imagen que tengo de él», cuenta el padre de Ibero.
Su compañera Olga relata los últimos trágicos momentos: «Quedamos en encontrarnos a las diez y media u once de la noche. El iba a pasar a buscarme por la casa de una compañera, donde yo estaba estudiando. No vino y eso nos sorprendió, porque Ibero era puntual. Así que, cerca de medianoche estábamos muy nerviosas, porque no aparecía. Con unos familiares fui hasta nuestro apartamento y allí todo estaba en orden. Ibero no estaba. El lunes en la mañana, temprano, fui con el padre de Ibero a la Jefatura. Allí dijeron que no sabían nada de él. Seguimos investigando hasta cerca de las 7 de la tarde, sin resultado. Fue cuando nos informaron que había aparecido su cadáver».
El lunes 28 de febrero, la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas emitió su comunicado Nº 43, a la hora 22. El parte decía: «En el día de la fecha, siendo aproximadamente las 12.00 horas, como consecuencia de un aviso anónimo, integrantes de las Fuerzas Conjuntas hallaron debajo de un árbol, ubicado a unos quince metros de la intersección de Camino de las Tropas y Camino Melilla, el cuerpo sin vida de una persona del sexo masculino presentando varias heridas de bala».
Su cuerpo se hallaba en posición de cúbito ventral y vestía camisa beige, pantalón vaquero azul y mocasines marrones. Tenía 22 años de edad. Según todos los indicios no fue asesinado en el lugar que apareció el cadáver, sino que fue llevado allí ya muerto.
En total fueron 13 balazos, todos de calibre 38, disparados por al menos tres revólveres los que acabaron con la vida de Ibero, según se estableció en los peritajes. Las armas de ese calibre son las que utilizaba la Policía.
Pasaron 21 horas entre la última vez que Ibero fue visto vivo y el hallazgo de su cuerpo torturado y acribillado. Según el informe forense, Ibero murió entre la medianoche del domingo y las 3 de la madrugada del lunes. El cadáver de Ibero Gutiérrez presentaba las siguientes heridas: esquimosis y hematosis en cara anterior y posterior del tórax. Algunas alargadas, provocadas por objetos contundentes; otras redondeadas, como si hubieran sido provocadas por patadas. Algunos de esos golpes provocaron fracturas de costillas. Tenía 2 orificios de bala en el brazo derecho. Uno de ellos fracturó el húmero.
Su mano izquierda presentaba otra herida de bala y tenía fractura de falange. Otras heridas de bala en el brazo izquierdo, la región occipito-parietal derecha del cerebro, dos heridas de bala, preauriculares, derechas, una herida de bala en región carotidea izquierda que le fracturó el maxilar inferior, otra herida de bala supraclavicular izquierda, dos heridas de bala en la cara posterior del tórax, una derecha y otra izquierda y dos heridas en cara anterior de tórax.
El dictamen fiscal determinó que Ibero fue «interceptado en la calle por integrantes del Comando Caza Tupamaros, fue llevado a un lugar desconocido, donde fue atado con una cuerda en el pecho a una silla y, tras interrogarlo (posiblemente sobre el paradero de Nelson Bardesio), fue cruelmente golpeado con objetos contundentes y mediante patadas en el tórax y abdomen, las que le produjeron diversas fracturas de costillas, maxilar y brazos».
Agrega el documento judicial que «No contentos con ello, sus ejecutores quisieron dar un claro mensaje a los jóvenes de su edad, vinculados de forma directa o indirecta con la organización guerrillera». El Escuadrón dejó un cartel en el cuello de Ibero que decía «Vos también pediste perdón. Bala por bala. Muerte por muerte. Comando Caza Tupamaros». Ibero yacía debajo de un árbol, a unos 15 metros de la intersección de Camino de las Tropas y Camino Melilla. Se trataba de una zona relativamente despoblada, alejado de casas. No había vecinos en las proximidades. Los más próximos se encontraban a unos 350 metros.
Las autoridades no investigaron demasiado. Un examen balístico podría haber ayudado a conocer más detalles sobre las armas usadas. No hay indicios de que ese examen se haya realizado. El ángulo desde el que fueron disparados los balazos sobre un Ibero aparentemente atado a una silla, podría proporcionar datos sobre la altura y otras características físicas de los o alguno de los asesinos. Un estudio dactiloscópico a fondo del cartel que colgaba del cuello de Ibero, podría ayudar también en la investigación. Nada de eso se hizo.
Seregni: «Ibero simboliza lo mejor de la juventud uruguaya»
El líder del Frente Amplio, Gral. Líber Seregni, dijo que el ejemplo de Ibero simbolizaba lo mejor de la juventud uruguaya en la lucha hermosa por la liberación de la patria. Así lo expresó en el acto de homenaje póstumo que convocó la FEUU.
Mario Benedetti, quien compartía con el joven su militancia en el Movimiento 26 de Marzo, lo retrató como militante, poeta y hombre: «Esa bondad, esa preocupación por el prójimo, esa esperanza incólume, que están patentes en sus poemas, son una conmovedora muestra de la riqueza interior de un revolucionario. Nosotros mismos a veces perdemos de vista ese nivel humano, que no por humano deja de ser político sino que es más político que nunca».
En diciembre de 1969, el nombre de Ibero Gutiérrez apareció vinculado a una importante acción de la guerrilla, de la que estaba absolutamente desligado. Luego de muchas dudas decidió presentarse a la Policía y, a pesar de su inocencia, resultó procesado y fue remitido a la cárcel. Durante tres meses guarda prisión y comparte la celda con quien luego sería otra de las víctimas del macabro escuadrón: Ramos Filippini. Fue procesado el 3 de enero de 1970 por el delito de «Asociación para delinquir». Liberado en marzo de 1970, fue nuevamente encarcelado en dos oportunidades, en razón de las Medidas Prontas de Seguridad dictadas por el gobierno de Pacheco Areco. Así estuvo detenido entre el 13 de agosto al 13 de setiembre de 1970, y del 13 al 26 de marzo de 1971. Su liberación coincide con el primer acto del Frente Amplio del 26 de marzo de 1971. Ibero fue portador de un saludo de los presos políticos enviado desde las cárceles, que fue leído esa noche.
Cuarenta y ocho horas después del asesinato de Ibero, el Frente Amplio solicitó en el Parlamento una investigación sobre el Escuadrón de la Muerte.
Cuando Ibero Gutiérrez González regresó de Europa, luego de dos meses de permanencia en Francia y España, en 1968, envió a un sacerdote amigo de su padre, en cuyo domicilio madrileño se había hospedado, una carta en la cual le solicitaba le enviara unos libros que había dejado allá. La carta llegó abierta a manos del religioso y su domicilio y su parroquia fueron allanados. A duras penas el propio sacerdote evitó una temporada en la cárcel. También en París, la casa amiga donde Ibero permaneció unos días, fue prolijamente allanada por la Policía. Ibero tenía entonces 18 años. No había, en aquel momento, justificaciones aparentes para esos episodios. Un premio en el concurso de Radio Habana y una breve estadía en Cuba eran los únicos extremos que podían explicar; después, un diario norteamericano publica una gran fotografía de Ibero, como ilustración de aquellos hechos. Poco tiempo antes de una nota en la que se le sindicó como «jefe tupamaro».
El 7 de setiembre de 1971, su nombre apareció en una lista publicada por «El País», donde se le sindicó, también, como sedicioso. Se le acusaba de un atentado contra la quinta presidencial el 21 de junio de 1969. Pero Ibero sólo había estado 90 días detenido, sin pruebas y había sido excarcelado por la fisc
al del Crimen, doctora Gonella, que no encontró méritos para acusarlo. Sus abogados probaron fehacientemente que no tenía vinculación alguna con el hecho. Eso fue probado a través de testigos calificados. De inmediato fue excarcelado por la fiscal que lo sobreseyó.
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