En Durazno, cuando el general Lavalleja dio un golpe de Estado

12 de octubre de 1827

Quizá como forma de celebrar el segundo aniversario de la resonante victoria militar de Sarandí, el general Juan Antonio Lavalleja dispuso la disolución de la Sala de Representantes de la Provincia Oriental y reasumió el gobierno.

¿Un motín militar, un coup d’état o una revolución? Los analistas no logran ponerse de acuerdo para calificar este acto sorprendente y sorpresivo del jefe de los Treinta y Tres.

El origen hay que verlo en las desavenencias que fueron profundizándose entre Lavalleja –de claras ideal federales– y la Honorable Sala de Representantes, cuyos integrantes fueron abrazando la causa unitaria. La mayoría de los diputados había incluso aprobado la Constitución rivadaviana, centralista y contraria a las autonomías provinciales.

Tampoco hay que olvidar que fue la H. Sala de Representantes la que obligó a Lavalleja a renunciar al cargo de Gobernador sustituyéndolo por Joaquín Suárez. Pero al asumir Manuel Dorrego (de tendencia federal) el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, hace exactamente dos meses, Lavalleja se sintió alentado a luchar contra una Sala que le era hostil.

La disolución del Parlamento, medida que contó con el apoyo de varios jefes del entorno de Lavalleja, suscitó en cambio la severa crítica de políticos lavallejistas como Miguel Barreiro.

Recorriendo las calles de San Pedro del Durazno, nuestro corresponsal pudo constatar que el caudillo cuenta con un importante apoyo popular, y que si bien el hecho de hoy significa una ruptura del orden institucional, la adhesión de la tropa y de la ciudadanía le otorgan una cierta legitimidad. La percepción generalizada es de que la presencia de Lavalleja al frente del gobierno provincial es la única garantía de que la provincia luchará hasta el fin por mantener su autonomía.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje