El drama de los refugiados afganos

La cifra fue suministrada por el gobierno local pero, en particular, nada se sabe sobre las personas, pues no tienen documentos, mientras se da un nombre a sus hijos que siguen viniendo al mundo en base sólo a sus declaraciones.

También del mismo modo son aceptados en los centros de asistencia sanitarios dirigidos por las autoridades de Zahedan, además de la distribución del agua, que llega mediante cisternas donadas por la Unión Europea.

El único dato cierto es que los refugiados pertenecen en su mayoría a la etnia pashtún y, por ende, musulmanes sunnitas, que piden hospitalidad a un país chiíta.

Uno de ellos es Omar, 32 años, con mujer y cinco hijos, todos amontonados con otras dos familias en una de las poquísimas chozas de material.

«Llegamos de Kabul hace dos meses –contó–, poco después del comienzo de los bombardeos. Una muchacha de una organización no gubernamental nos trajo colchones y mantas».

«¿Cómo veo mi futuro? Quiero volver a Kabul y tal vez trabajar todavía en la fábrica de utensilios donde era obrero.

Basta con que me den un poco de dinero y me iré de Irán», aseguró el joven.

«Nosotros no confiamos ni siquiera en el nuevo gobierno. El dinero para la reconstrucción no se lo den a ellos.

He visto tantas cosas en 20 años y sé que también este dinero se lo meterán en el bolsillo. Vengan ustedes directamente a hacer lo que hay que hacer, a construir hospitales o escuelas para nuestros hijos», pidió Omar a los extranjeros que visitaron ayer el campo.

Es viernes y los hombres descansan de las trabajitos precarios que cumplen como maleteros o lustrabotas durante la semana.

Las mujeres, que prefieren el chador iraní a la burka afgana, concurren a los negocios abiertos sobre caminos polvorientos para alguna compra antes del iftar, la comida que al caer el sol rompe la jornada de ayuno durante el Ramadán.

Un grupo numeroso de niños juega a la pelota en un descampado delimitado por una inmensa cloaca a cielo abierto.

En total sobreviven en las periferias de Zahedan 82 mil refugiados afganos, sin agua y electricidad, que comenzaron a huir de su país a partir de la invasión soviética de 1979 y sucesivas guerras, además de sus ovejas y gallinas.

Aunque muchos se integraron al país en el curso de los años, no fue así para los 82 mil distribuidos en los barrios de chozas de Shir Abad, Karim Abad y Sicsusi.

Según el gobernador de la ciudad iraní, de los 750 mil habitantes, 220 mil provienen del vecino país.

En toda la provincia del Sistan-Baluchistan, cuya capital es Zahedan, los refugiados alcanzan a 450 mil, respecto de los dos millones de residentes iraníes. *

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje