Argentina de rodillas ante el orco Milei

Javier Milei se reunió en Ushuaia con Laura Richardson, Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos
Javier Milei se reunió en Ushuaia con Laura Richardson, Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos

 “Es necesario renunciar absolutamente para ser absolutamente”, he escrito en mi ensayo Alter Ego (Ed. Corregidor)

Olvidar lo esencial esclaviza…. El lenguaje es base de la narrativa de suma utilidad para construir una propuesta plural, política y antiautoritaria… Aplico lo expresado a la sociedad en la que permanecemos, a pesar de los pesares, que nos presenta cuál modelo ejemplar de ser experimentada, un especulativo y pudibundo sistema educativo, proporcionado por usinas de inteligencia del poder represor que dicta y rige en una Argentina arrodillada ante el orco Milei…
A pesar de que las nuevas generaciones conocen algunos secretos de este incierto presente distópico, no los del poder sino sus resultados… Generaciones sin ánimos o coraje de llevar a cabo acciones disidentes, como en el pasado lo han llevado a cabo los revolucionarios del 68 francés, del Cordobazo y en todos los países del mundo que denunciaban en acto el avance del imperialismo genocida yanky. Los desórdenes y carencias de sus vidas cotidianas ¿no les permiten descubrir inconscientemente las fallas irreversibles que preceden al derrumbe?… O simplemente, solo les interesa trepar la pirámide de la fama y el éxito y llegar a ser el personaje porno de un día en la plataforma Netflix o llegar a ser un influencer veloz en su tarea de balbucear imbecilidades, entretenimiento para tarados.

Debo ser hoy, muy preciso al verificar la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la resistencia, modificando rumbos en actos de vida y maneras y modos de relación. Hoy, es el único referente lúcido para preservar el futuro, nuestro futuro que se avizora eutanásico, frente a los actos represivos, de ajuste que está haciendo estragos en vidas y sobrevidas del pueblo entero, ya de por sí degradados por el gobierno represivo del orco Milei, que reina en Argentina, el totalitarismo neoliberal que con su política de exterminio, logró que se retrocede a tiempos del medioevo, de la inquisición, pero ya no en nombre de un dios vengativo, sino con el orden impuesto por los mercados, que en lo económico ha provocado una crisis humanitaria de resultados impredecibles, aunque ya nada me llama demasiado la atención…

Estamos condenados a un final predecible si no hay reacción de los ciudadanos/as de este país que parece que naturaliza el sufrimiento, la represión y la muerte asegurada ante la humillación a la que está expuesta Argentina, por cipayos de esta tierra, vapuleada por políticos de toda tendencia, “sátrapas” los denominaba Alejandro Magno a los traidores a sus patrias… Muerte asegurada a que expone el gobierno del orco Milei, a jubilados docentes y trabajadores en estado de desprotección y a cuanto hambreado en estado paria, que deambula una vida vacua, sin destino y sentido ausente.

Hemos descubierto que también estamos sobreviviendo por encima de nuestras expectativas, colapsando servicios sanitarios que son víctimas en gobierno del represor Milei, que no deja de abusar del término libertad, de modo descarado, sin responsabilidad alguna, apegado a normas y decretos, que se encuentran en antípodas absolutas a la libertad, categorizando como un cobarde formidable que es en el más estricto sentido ontológico, en una Argentina en caída libre, de ajustes criminales, de todos modos, se decía: vamos a morir.

Al menos nos hubiera dejado tiempo, esta mascota roñosa del imperio, para preparar nuestro cuerpo para los gusanos. Ya no hace falta que se discutan en centros internacionales de exterminio una Ley de Eutanasia, el orco Milei llegó para ahorrarles la molestia de tomar decisiones un tanto antipáticas para los, aún, dueños del mundo y sus acólitos.

La sociedad de consumo sigue poseyendo el discreto encanto de la alienación, delirio suave de los objetos y de las necesidades innecesarias, similar a la escena de lo político en este milenio del espectáculo miserable, por exceso de uso y abuso de todos los valores que simbolizan la vacuidad del mercantilismo, su burla y sadismo operando en función de dar espacio a la promiscua información, que ha llegado a sustituir a los prestigios de la trascendencia (de la que formaban parte el análisis teórico y crítico).

Promiscuidad absoluta, excesiva. Simultaneidad de todos los puntos del espacio, del tiempo, de los hombres bajo el signo de la instantaneidad de la luz: se acabó el lenguaje. Se acabó la superficie (¡qué agradable era la proximidad en los tiempos de la distancia!), se acabaron las apariencias y las dimensiones: interfaz y transparencia.

Se habla de modo compulsivo, en los centros de conocimiento ‘express’ de la proxémica de las relaciones humanas. Sería mejor hablar de proxémica de la información, de los flujos, de los circuitos, que instituyen una proximidad de todos los lugares, de todos los seres humanos entre sí, la circularidad de las preguntas y de las respuestas, de los problemas y de sus soluciones. Escatología de la información: el sueño de la conductividad absoluta sólo puede ser excremento.

¿Existen nuevos espacios de libertad en un régimen totalitario? Sólo la programación es libre. Se creía en el pasado no demasiado lejano, que el individuo estaba alienado porque otros (el Estado, el poder) poseían toda la información sobre él. Pero las cosas han tomado otro cariz. Hoy, en este milenio, como no dejo de replicar como tiempo de las grandes muertes, el individuo nunca se sentirá tan alienado por el hecho de que se sepa todo sobre él como por el hecho de que él se vea obligado a saberlo todo sobre sí mismo. La información, el incremento de información sobre nosotros mismos, es una especie de ejecución por electrocución. Se produce un cortocircuito en el que el individuo quema sus circuitos y pierde sus defensas.

Ocurra lo que ocurra con esta fatalidad de la información en la que está sumergida la humanidad, de la que he descrito en diversos editoriales y libros, censurados en Argentina, todos los síntomas, contra-interpretados simplemente por una visión optimista, al estilo de los tiranos y delirantemente plena de buena voluntad, a la que se abandonó toda la sociedad, sin la menor resistencia, promocionada por ridículos gobernantes y líderes de opinión execrable, de ahí que les comunico que de nada les servirá llorar o reclamar devolución del tiempo perdido, todo está ya calculado y se marcha a un futuro que es hoy, sin horizonte a la vista.

Queda en cada individuo la posibilidad de decidir qué hacer con la angustia que llevan dentro suyo, de su ser y de la vacuidad que experimenta en este tiempo de bestias, devenida en asimilarse a esta maravillosa subcultura informática y cibernética del cambio, que impone a cada cual reevaluar a cada instante no tanto sus posibilidades de jugar y de vivir (eso si era libertad), como sus probabilidades de sobrevivir en un mundo aleatorio y móvil. Juego que despierta la libido para los privilegiados de la infocultura, pero no necesariamente para la masa abigarrada, tras los valores inexistentes que transitan cual parias por los senderos del perjurio y de haber sido domesticados por dictadores totalitarios, travestidos de demócratas.

Lo apreciamos en este Tercer Mundo Informático, que se agota en encontrar una autonomía ideal en la gestión de sus propios asuntos, pues no es otra la forma de la “libertad” en un universo indeterminado, sin perfil nítido… Sin resistencia nostálgica, pues la visión habitual que se sembró en el planeta es la del imperialismo de los sistemas totalitarios, hacia donde se produce un deslizamiento preferencial de la libertad hacia la servidumbre voluntaria.

Con el pretexto de apuntar a un porvenir que sólo era posible en un contexto ya desaparecido, se obstina en desconocer, en rechazar aquello que no consta en las agendas de dirigentes de cualquier tipo, y a la vez conservar lo que se considera necesario para alcanzar un futuro imposible.

No olvidemos que se deja morir a millones de indigentes, a quienes se les atribuye la responsabilidad de sus muertes… Multitudes discretas de desempleados que supuestamente deberían tener trabajo o esforzarse hasta el delirio para conseguirlo, a los que se les ordenó buscarlo aun cuando es de conocimiento de los que no cerramos los ojos, que las fuentes se han agotado.

Siempre podemos negar lo que está vivo, bastaría esperar algunos siglos para que la razón nos asista a quienes resistimos permanecer en la “porquería universal”, a quienes nos rebelamos a la eliminación de las libertades, cual melodía esperanzadora, para quienes saben que lo peor no ha ocurrido.

 

Eduardo Sanguinetti
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