Héroe del Japón de la II Guerra Mundial, Hiroo Onoda, fallece a los 91 años

“Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado”, diría tiempo después en un reportaje Hiroo Onoda, el hombre que se negó a rendirse y sobrevivió como una mezcla de Robinson Crusoe y último ninja hasta que se encontró una vía “honorable” para que 30 años después de terminada la guerra aceptara la rendición.

Onoda tenía 20 años cuando se alistó y en diciembre de 1944, le ordenaron impedir que la isla de Lubang, en Filipinas, cayera en manos del enemigo. No debía rendirse ni quitarse la vida bajo circunstancia alguna, fue la orden de su superior.

Cuando los aliados desembarcaron, el teniente Onoda y tres soldados se escondieron en la jungla e iniciaron su resistencia. Durante los años siguientes mataron a 30 vecinos de la isla y aunque encontraron miles de volantes donde se explicaba el fin de la guerra, creyeron siempre que era simple propaganda del enemigo.

Lo declaran muerto pero

De los soldados uno se rindió y los demás murieron en enfrentamientos con la policía filipina. En 1972 Onoda ya habia sido declarado muerto, pero un viajero japonés –que se proponía encontrar un panda, al Yeti y a Onoda- lo halló; Onoda le dijo que no se rendiría salvo orden de un superior. El gobierno de Japón colaboró entonces enviando al mayor Taniguchi que se había jubilado hacia 20 años: el 9 de marzo de 1974 Onoda entregó su espada y su rifle a Taniguchi que le ordenó rendirse.

Onoda fue recibido como un héroe en Japón, que además de homenajearlo, le pagó la paga que había ganado durante 30 años. La vida moderna lo confundió y viajó a Brasil, donde crió ganado, volvió finalmente a Japón, donde acabó sus días dictando clases en una escuela de supervivencia.

Fue el último de los soldados en servicio encontrados, aunque se afirma aún que puede haber otros.