MUJER VALIENTE

La hija del represor argentino Miguel Etchecolatz describió a su padre como «un ser infame, no un loco»

La hija del genocida argentino Miguel Etchecolatz manifestó por primera vez públicamente el repudio que siente hacia su padre. Hace un año pudo cambiarse el apellido para no tener que cargar con lo que él hizo y el pasado miércoles participó de la marcha contra el fallo de la Corte Suprema argentina que beneficiaba a los represores condenados por delitos de lesa humanidad.

La hija del represor argentino Miguel Etchecolatz, describió a su padre como "un ser infame, no un loco". Foto: Federico Cosso/ Revista Anfibia
La hija del represor argentino Miguel Etchecolatz, describió a su padre como «un ser infame, no un loco». Foto: Federico Cosso/ Revista Anfibia

Opuesta a la cobardía que demostró su padre en las épocas más oscuras de la historia reciente de Argentina, Mariana D., hija del genocida argentino Miguel Etchecolatz se cargó de valentía y el pasado miércoles participó de la marcha a favor de los derechos humanos tras el polémico falló de la Corte Suprema que habilitaba el beneficio del «2×1″ a los genocidas de la última dictadura. Su padre fue uno de los que luego del fallo, pidió el beneficio del 2×1.

En una extensa entrevista para la Revista Anfibia, con un relato imperdible Mariana contó que fue la primera vez que se animó a participar de una movilización similar, ya que antes no tuvo el coraje para asistir a las tradicionales marchas de los 24 de marzo » Por miedo a ser rechazada. Por miedo a no poder soportar el dolor en vivo y en directo. Pero ahora está allí por primera vez para decir que ella, también, desea verlos morir en la cárcel», detalla el periodista Juan Manuel Mannarino.

Ella cambió su apellido hace un año, dijo que Etchecolatz nunca quiso a su familia que «aparentaba tener una familia, pero nos tenía asco y era encantador con los de afuera», y lo describió como «un ser infame, no un loco, alguien que le importan más sus convicciones que los otros, alguien que se piensa sin fisuras, un narcisista malvado sin escrúpulos».

Mientras que sobre cuándo fue que se enteró sobre las cosas que había hecho su padre dijo que: «De joven. Fue muy difícil, porque vivíamos en una burbuja, sometidos y desinformados. Aparentábamos lo que no éramos. Las personas que nos rodeaban decían ‘qué capo es tu viejo’. No había quienes nos dijeran ‘mirá este hijo de puta lo que hizo’. Una vez que escuché un testimonio en un juicio ya no me hizo falta nada más. Hasta hoy me da aberración».

«Siempre fue un monstruo»

Mariana detalló que su padre siempre había sido un monstruo: «su sola presencia infundía terror. Al monstruo lo conocimos desde chicos, no es que fue un papá dulce y luego se convirtió. Vivimos muchos años conociendo el horror. Y ya en la adolescencia duplicado, el de adentro y el de afuera. Por eso es que nosotros también fuimos víctimas. Ser la hija de este genocida me puso muchas trabas», reconoció.

Sobre su decisión de cambiar su apellido, que hoy vive con alivio, aseguró que «portar un apellido así es como que te obliga a sostener lo que hizo, y eso no se lo permito más. Aparte, nunca existió un vínculo real con él. Me produjo inconmensurables angustias, huellas de traumas infantiles, a eso se le suma lo que todos nos fuimos enterando sobre su rol criminal en el terrorismo de Estado. Fue la encarnación del mal en todos los ámbitos».

Acerca de la situación actual del represor Etchecolatz, Mariana indicó: «Me temo que aún sigue sosteniendo poder desde la cárcel, no es un ningún viejito enfermo, lo simula todo».

La hija del represor mencionó que su madre se volvió a casar y se fue al exterior. Sus hermanos rearmaron su vida y también se fueron a vivir al interior del país, y que aunque no han llegado al punto que ella llegó, marchando contra los represores, tiene todo el apoyo de ellos.
Sobre su deseo para el futuro dijo «deseo que no salga nunca más. Nunca me había animado a contar mi historia. Y lo único que quiero expresar ante la sociedad es el repudio a un padre genocida, repudio que estuvo siempre en mí. Mejor dicho: el repudio de una hija a un padre genocida», concluyó.

Cabe recordar que recientemente la Sala I de la Cámara de Casación Penal le otorgó ayer el beneficio de la prisión domiciliaria al represor Miguel Etchecolatz, sin embargo resolución no se hará efectiva ya que el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense posee otras causas pendientes por las que permanece bajo arresto en el hospital penitenciario de la cárcel de Ezeiza. Etchecolatz fue condenado a cuatro cadenas perpetuas por delitos de lesa humanidad y genocidio durante la última dictadura cívico militar en Argentina (1976-1983).

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