Obra de Sofía Etcheverry. Ultrarrefinados suplementos a "Barranca abajo"

Aversión: cuando la miseria aprieta un poco, en la Casa de los siete vientos

La trama es simple y la pieza hace muy poco por la merecida gloria de Florencio. Marcelina, la madre viuda y su hija costurera Ana María son las cabezas de una familia de clase media venida a menos; con una abuela paralítica y dos niños enfrentará pronto el desalojo por falta de pago de alquileres.

Las dos mujeres discuten sobre los socorros que Rogelio, el ex socio del marido y padre, a quien quizás haya robado, se ofrece a prestarles a cambio, según llega a saberse al fin pero se adivina desde el principio, de su matrimonio con la joven Ana María, ennoviada con Basilio, el joven pobre de Octave Feuillet que, por supuesto, choca con Rogelio. Ana María da una «prueba de amor» a Basilio, desaparece, deja una carta donde parece anunciar muerte, reaparece, se casará con Rogelio, eso es morir, éste se arrepiente, ayudará igual.

La trama de la pieza de Etcheverry es bastante más confusa, y si no fuera por el programa de mano tendríamos dificultades para decirla.

Según la autora la acción sucede en el año 2030, con «Montevideo nuevamente sitiado» (sic) «esta vez por un no-bando» (sic).»…las estrategias paranoicas pro-seguridad» (sic) «han dejado la ciudad vacía…Una última célula de resistencia sobrevive en algún rinconcito perdido del país…En este contexto» (sic) «de necesidad, Rogelio, un viejo amigo de Padre, les ofrece protección a cambio de entregarse:» (¿quién a quién?) «…el paisito será repartido entre Argentina y Uruguay.» (sic: ¿Montevideo víctima del imperialismo uruguayo?) «Ana María, la heroína de esta historia, será quien tenga la última palabra».

La célula tiene como único guerrillero válido a Basilio (Claudio Quijano, un muchacho tarumba que cuando no duerme empuña un rifle; Rogelio (Ariel Caldarelli) es el jefe del «no bando», nombre que se le da a algún destacamento de algún ejército.

Marisa Bentancur es Marcelina, la madre que no se cansa de hacer zalemas al rudo militar y Lucía Trentini es la hija. La «última palabra» de Ana María nos sonó a demagogia tercermundista: «Soy una mujer afgana en España, una mujer rumana en Alemania» etcétera. Nada menos que todo eso. ¡Knock out Florencio Sánchez!

De paso, la platea un tanto improvisada de la Casa de los siete vientos determinó que desde la segunda fila en que estábamos y pese a nuestro 1 metro y 81 centímetros de altura, apenas podíamos ver, a veces, las cabezas de los actores. Más bien escuchamos la obra, que no la vimos. Pero chitón, esto es dialogar «con Florencio en el arco» (sic) del tiempo» y «revisar a nuestro clásico nacional» (sic: Mariana Percovich dixit).

Antes los autores salían a la calle, oían chismes, charlaban con el cochero o el taxista, escuchaban en los cafés; hoy no salen del sillón donde leen a Patrice Pavis y a Didier Plassard, escriben en esdrújulo, usan neologismos y les falta aire y luz. Como dice Etcheverry modestamente. en el programa: «Eso es lo que se entiende por adaptación dramatúrgica» (sic) «en estos días».

AVERSION: CUANDO LA MISERIA APRIETA UN POCO, de Sofía Etcheverry, recuperación de un texto de Florencio Sánchez, con Marisa Bentancur, Lucía Trentini, Ariel Caldarelli y Claudio Quijano. Vestuario de Virginia Daglio y Lucía Silva, dirección de Sofía Etcheverry. En Casa de los siete vientos.

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