Comunicados 4 y 7

Cuando la historia se torna hemipléjica muta en grotesca mentira y en discurso dominante de quienes pretenden justificar lo injustificable, como la aberrante caducidad de los crímenes perpetrados durante la dictadura que asoló a nuestro país durante once largos años.

Obviamente, la pesadilla no fue fruto de la casualidad sino de la causalidad y del paulatino deterioro de un injusto modelo de acumulación capitalista que, viéndose amenazado por el avance del movimiento popular, reaccionó mediante la violencia y el autoritarismo.

Las Fuerzas Armadas se transformaron, entonces, en guardia pretoriana de la oligarquía, arremetiendo contra el pueblo para preservar los privilegios y el proyecto de dominación hemisférico manipulado por el poder imperial.

El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 fue el corolario de una escalada represiva iniciada en 1968, con las medidas prontas de seguridad, la suspensión de garantías individuales, la ilegalización de fuerzas políticas, el encarcelamiento de dirigentes obreros y estudiantiles y la censura de prensa.

Antes de este episodio, que marcó a fuego nuestra historia reciente, hubo un ensayo de insubordinación militar que definió el rumbo de los posteriores acontecimientos.

En febrero de 1973, el Ejército y la Fuerza Aérea se enfrentaron al gobierno encabezado por Juan María Bordaberry, reclamando la remoción del Ministro de Defensa Nacional.

Durante las tensas horas que insumió el conflicto institucional, que pudo haber derivado en una confrontación armada por la lealtad de la fuerza de mar al mandatario colorado, los sublevados emitieron los comunicados 4 y 7, que marcaron un fuerte pronunciamiento castrense sobre los grandes problemas que afectaban al país.

El inquietante episodio, que se laudó en el humillante pacto de Boiso Lanza, generó toda suerte de reacciones y especulaciones. Sin embargo, más allá de eventuales valoraciones, lo que quedó en claro fue la innegable incidencia de los militares en la escena política de la época.

En «Comunicados 4 y 7: treinta y tres años después», el periodista Santiago Tricánico reconstruye los acontecimientos de aquel febrero amargo, desde la óptica de protagonistas directos o indirectos, tanto civiles como militares.

Si bien se trata de un episodio bastante conocido, divulgado y debatido, el colega intenta aportar nuevas claves para su interpretación.

La transcripción de ambos documentos en el marco de una prolija crónica de lo sucedido en aquellos aciagos días de hace ya más de treinta y tres años, contribuye a la reapertura de un necesario debate sobre los orígenes de la dictadura.

Tricánico incluye declaraciones de dirigentes que, observando los acontecimientos con la perspectiva que otorga el tiempo, admiten que, en aquel momento, se cometieron errores de apreciación.

Más allá de eventuales controversias, este libro habilita nuevas relecturas sobre un pasado sin dudas conflictivo, que en estos días se tornó presente. *

(Edición de Rumbo)

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