MEMORIAS DEL VIEJO

Mauricio Rosencof: 89 años y un nuevo libro

Este jueves 30 de junio, Mauricio Rosencof cumplirá 89 años de edad y ha publicado un nuevo libro: “Los silencios del viejo”.

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Mauricio Rosencof Silberman , nacido en Florida, Uruguay, el 30 de junio de 1933, de ascendencia judío-polaca y apodado “El Ruso”, fue desde los años 60 uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional -Tupamaros y uno de los nueve rehenes tupamaros de la dictadura, hasta su liberación en 1985, tras la restauración democrática.

Escritor, dramaturgo, periodista, poeta, ex director del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Rosencof permaneció recluido durante trece años en diversos cuarteles en condiciones infrahumanas, “en sótanos y excavaciones a las que sólo llegaban las ratas y los centinelas de la guardia militar”, según él mismo ha señalado.

Como hemos afirmado en otras oportunidades, vale reiterar que el extenso encierro en condiciones infrahumanas, las constantes sesiones de tortura a las que fue sometido y el consiguiente deterioro de su salud física, no afectó su aguda lucidez, ni su inconmensurable voluntad, haciendo realidad aquella frase que sentencia que cuando una persona atraviesa una situación límite,  extrema, o se sucumbe, o se sale fortalecido de ella. El segundo es su caso. Con la fuerza que dan las convicciones más profundas, la coherencia de su pensamiento, de su lucha y de su vida demuestran que es un hombre que no se queda en la mera elaboración teórica y que en la práctica trabaja cada día por una sociedad más justa y solidaria. Un hombre que ama, que ríe y que llora, uno más en la larga cadena de ilustres que le precedieron y también que le acompañan.

En fin, este hombre de 89 años y ojos muy vivaces, cuenta historias en forma muy amena… Rosencof cuyo nombre de guerra fue “Urbano”, cree que siempre quedan cosas por decir de los horrores que comete la humanidad contra sí misma, que nunca es suficiente todo lo que se ha dicho y escrito. “Pensamos que las cosas se resuelven por arte de birlibirloque y no es así. Hay que tener siempre presente la historia de cada uno, tu memoria, que no tiene calendario, tus recuerdos”.

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Una extensa e intensa producción

Entre las obras de la intensa producción de Rosencof se destacan Las ranas, Los caballos, Conversaciones con la alpargata, Vincha brava, Teatro escogido, Desde la ventana, Pensión familiar, La valija, La calesita rebelde, El gran Tuleque, Las cartas que no llegaron, El bataraz, El combate del establo, Los cuentos del Abuelo de la Noche, Memorias del calabozo (en coautoría con Eleuterio Fernández Huidobro) , Y los caballos serán blancos, Piedritas bajo la almohada, Los corderitos de Dios,  Las agujas del tiempo, La rebelión de los cañeros: los hombres del arroz,  El saco de Antonio, El regreso del Gran Tuleque , El hijo que espera, Leyendas del abuelo de la tarde, La margarita. Historia de amor en 25 sonetos, Las ranas y otras obras, De puño y letra: antología, Cajón de sastre, Las agujas del tiempo, El enviado del fuego, El barrio era una fiesta, Una góndola ancló en la esquina, Les lettres qui ne sont jamais arrivées (edición francesa), Medio mundo, Memorias de insurgencia. Historias de vida y militancia en el MLN-Tupamaros. 1965-1975 (con Clara Aldrighi), Memorie del Calabozo. 13 anni sottoterra (edición italiana), Un republicano vuelve a las barricadas, Lo grande que es ser chiquito, Sala 8, Diez minutos, Il Duce, -libreto de ópera, música de Federico García Vigil- (con Carlos Maggi), La segunda muerte del Negro Varela, La calesita de Doña Rosa, Las respuestas del Ruso (recopilación de entrevistas), Medio mundo, ¡Que nunca falte! (Las entrevistas de TV Ciudad), La seconda morte del Negro Varela (edición italiana), La caja de zapatos, Los silencios del viejo.

Asimismo es protagonista de otros dos libros, Mano a mano con Seregni, escrito por Fernando Butazzoni y Las vidas de Rosencof, una biografía realizada por Miguel Ángel Campodónico. En Teve Ciudad realizó una serie de programas  titulados Que nunca falte. También el cine se ha ocupado de su vida, además de varios documentales y filmes testimoniales, su vida junto a la de Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica en calidad de rehenes de los dictadores uruguayos está retratada en el exitoso filme La noche de 12 años, que puede verse en Netflix.

Vale recordar que siendo dirigente del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), fue detenido en 1972 y durante diez largos meses fue sometido sin respiro (salvo dos ingresos al hospital) a todo tipo de torturas e interrogatorios. Luego pasó 13 años incomunicado, como rehén de la dictadura, en una celda de apenas dos metros cuadrados. Tiene una hija (Alejandra) que cuando fue capturado contaba con apenas cinco años de edad y que en el momento de su liberación se la reencontró con 18.

Los silencios del viejo

Este nuevo libro de Rosencof sigue la ruta de su memoria, el camino de la memoria que este hombre auténticamente comprometido con su tiempo ha transitado durante toda su existencia. Podríamos establecer así una ruta “Rosencofiana” ya que como el mismo ha advertido en más de una oportunidad, uno no es otra cosa que su memoria.

Aquí Rosencof recuerda a su padre Isaac Rosenkopf, (apellido original), a su viejo, al sastre polaco que escapó del Holocausto junto a su familia: Rajzla la madre de Mauricio que luego cambió su nombre por Rosa y Leibú hermano mayor de Mauricio que más tarde trocó su nombre por León o Leonel. Ellos vivían en el pueblo polaco de Belzitse. Isaac fue el primero en venir a Uruguay. Luego en 1932 llegaron su esposa y Leibú. Un año más tarde en el departamento de Florida nació Mauricio. Su hermano  Leibú falleció por causa de meningitis cuando Mauricio era aún un niño.

Los recuerdos de Rosencof imaginan además las sensaciones, los sentimientos, los pensamientos y aún las actitudes de su padre cuando don Isaac viajaba en tren a visitar a su hijo preso en condición de rehén de la dictadura uruguaya. Generaciones que se unen en la percepción del sufrimiento causado por el desarraigo, la persecución y la injusticia. Un hilo rojo generacional que lucha por establecer una sociedad en donde el hombre no sea más el lobo del hombre, en donde el ser humano pueda desarrollar sus mejores aptitudes en paz, pero en la paz que solo puede otorgar la justicia social.

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Una génesis casi fortuita

Según ha contado Rosencof, este nuevo trabajo es fruto de algo tal vez casual o fortuito. Un viejo libro cuyo título estaba escrito en yiddish cayó de pronto sobre el escritorio en el que él se encontraba escribiendo en su ya legendaria Olivetti. Un libro que antes había pasado desapercibido y que su padre, el viejo Isaac había dejado en un estante, cuando la dictadura lo desalojó de su casa obligándolo a él y a doña Rosa a mudarse a un hogar de ancianos. Un libro con fotografías y una leyenda al pie de cada una de ellas. En esas páginas Mauricio encontró una cronología de su historia familiar, de  sus antepasados, de su gente, de un pequeño pueblo llamado Belzitse, de sus orígenes, de sus raíces que florecieron de manera exuberante durante toda su vida de luchador social, de intelectual comprometido con las mejores causas humanas y que se extienden hasta este presente de un bello ser humano casi nonagenario que narra y cuenta de una forma amena que cautiva, que atrapa; tal vez por aquello de “nada de lo humano me es ajeno”. Lo cierto es que Rosencof encuentra palabras y modos de decir que trascienden lo puramente testimonial como ya lo ha mostrado y demostrado en todas su obras anteriores.

El desarraigo, la peregrinación, la soledad, el confinamiento, los campos de concentración (debe decirse de exterminio) de los nazis, así como las cárceles y centros de torturas de la dictadura cívica militar uruguaya dan cuenta de la degradación a la que puede llegar el ser humano.

Uno es su memoria

La hondura de la interioridad de los protagonistas de sus relatos permite acercarse y entender aquello que las palabras no pueden describir. Hay climas que son inenarrables y que sin embargo llegan al lector como un golpe directo al estómago. Se llega así a una comprensión cabal, exacta de lo que Rosencof desea transmitir.

“Uno es su memoria y la historia de un país también es su memoria”, dice Rosencof una y otra vez. “Estamos construyendo memoria generación tras generación. Nuestros padres lo hicieron, nosotros lo hacemos y seguimos luchando por lo que se peleó, por los que cayeron, por los que ya no están… peleamos por nuestra memoria y por los herederos, por los que vendrán, eso no para, sigue en los herederos”.

La existencia es una sucesión de generaciones, “todo pasa y todo queda, aunque lo nuestro solo sea pasar” -nos recuerda otro poeta, el español Antonio Machado- y por ahí anda el sentido de la vida. Esa vida que no empezó con nosotros y que tampoco finalizará con nosotros. La vida como un árbol cuyas raíces se nutren en lo más profundo y del cual, nosotros individuos, no somos otra cosa que las hojas que nacen, se desarrollan, cumplen su función, caducan y finalmente caen mientras la vida sigue en ese árbol, que en la próxima primavera volverá a tener otras hojas que volverán a cumplir su rol en el ciclo inextinguible del hecho vital.

De la misma forma en que hay un aprendizaje biológico con la información hereditaria en cromosomas, también hay un aprendizaje en la suma de relatos que provienen de la memoria y que de generación en generación dan motivo y sentido a la vida, dan sentido de trascendencia y de proyección hacia el futuro al hecho de vivir. Eso es lo que nos enseña Mauricio Rosencof. ¡Que nunca falte!

Jorge Yuliani
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