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LAS NOCHES DEL VIEJO TEATRO URQUIZA

Lo escuchaban los demás integrantes, el crítico Alfaro que vivía cerquita, el músico Hugo Tosar, la escritora Armonía Sommers que llegaba desde su apartamento en el Palacio Salvo y algunas estudiantes de danza. Se contaba la historia del Estudio Auditorio y sus remotos antecedentes.

Eran los fines del 60 y nadie soñaba con el incendio que lo destruiría en el año 1971. La serena voz de Balzo narraba con autoridad una historia llena de personajes y vivencias.

En esa esquina, por el año 1900, existió un coqueto local que fue llamado El Teatro de Verano.

Los viejos montevideanos también llamaban a ese teatro veraniego como El Politeama Oriental. Se trataba de un enorme recinto con un techo de chapas a dos aguas que determinaba que cuando llovía por el gran ruido no había función.

Por enero y febrero actuaban pequeñas compañías de zarzuelas españolas y alguna argentina. Por el Carnaval, en ese Teatro de Verano de la calle Andes y Mercedes se organizaban grandes bailes de disfraces con orquestas que tocaban valses y pasodobles. Como el ambiente era familiar no se tocaban tangos ni milongas que eran mal vistos y sólo sonaban en El Bajo de la Ciudad Vieja.

En el invierno había un receso pues el local era muy frío y el viento y el agua impedían toda representación teatral.

Se decide entonces construir una mejor estructura edilicia y el capitalista que pone el dinero es un habitué al antiguo Teatro de Verano y amante del mundo del espectáculo. Se trata del Dr. Urquiza de quien tomaría el nombre la nueva sala.

Contaban que al finalizar las obras ya no quedaban rastros del antiguo teatro y lo que estaba a la vista era un reluciente exponente de «la belle époque» montevideana que se llamó el Teatro Urquiza.

Ahora el Teatro Solís tenía un serio competidor y esa esquina de Andes y Mercedes comenzó a ser frecuentada por celebridades mundiales y un público de alto poder adquisitivo. Llegó al Urquiza la gran Sarah Bernhardt que en su estadía tuvo serios problemas de salud.

Fue operada por el Dr. Alfredo Navarro quien años después le salvara la vida a este viejo escribidor cuando tuvimos un bravo accidente de bicicleta.

Tan exitosa fue la operación del Dr. Navarro, quien luego sería vicepresidente de la República, que la actriz a la semana estaba actuando en el escenario del Urquiza. La lírica se llenó de gloria en esa sala cuando actuó el gran Caruso.

Las líneas de tranvías que pasaban por Mercedes tuvieron que suspender la circulación pues las inmediaciones del teatro fueron rodeadas por una muchedumbre. Luego el Urquiza fue adquirido por el dueño del Teatro Artigas que estaba una cuadra para arriba en Andes y Colonia.

Fue quien trajo por primera vez a la compañía de Margarita Xirgu que años después se radicaría en Montevideo.

Por esa época y a instancias de su pujante nuevo dueño el Urquiza competía de igual a igual con el Solís y hasta por períodos lo superó en calidad de estrellas invitadas. Llegó a sus tablas la mítica bailarina rusa Ana Pavlova y el gran humorista argentino Florencio Parravicini. En ese escenario también bailó la estelar Isadora Duncan y en el año 1917 cantó Carlos Gardel.

Por el año 1930 se expropió ese teatro y fue entregado al recientemente creado Sodre y se comenzó a llamar El Estudio Auditorio. Ahora renació y está radiante luego de largos años de oscuridad. Es como si volvieran aquellas noches de gala del viejo Teatro Urquiza. Con más recuerdos y música los esperamos todos los domingos a las 18 horas en CX 40 Radio Fénix.

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