"Caserío de los Negros": vestigios de una época de horror para los esclavos africanos

Un equipo de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), dirigido por Elizabeth Onega y José López Mazz, se encuentra en la etapa previa a las excavaciones que procuran localizar la construcción del «Caserío de los Negros», edificada bajo muro en el siglo XVIII.

El proyecto arqueológico se denomina «El Caserío de los Negros. Investigación Arqueológica del Contacto Afro- Americano». Fue desarrollado en una primera etapa por las arqueólogas Carmen Curbelo y Elizabeth Onega, y contó con el apoyo del Fondo Capital de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) y de la propia FHCE.

Pasada la primera fase de la investigación, Curbelo se retiró del proyecto y en su lugar ingresó José López Mazz. Esta segunda etapa del proyecto se destina a las excavaciones y a localizar el sitio preciso de existencia del «Caserío de los Negros».

De acuerdo a la recopilación de documentación realizada por Curbelo y Onega, la ubicación del Caserío se constató debido a que los documentos y la cartografía señalaban que se había levantado «sobre la imagen izquierda del arroyo Miguelete, en el área de su desembocadura en el Río de la Plata». Según esta documentación, en 1787 se creó el Caserío para «los negros de Brasil y Africa que enfermaban de calenturas pútridas, viruela y sarnícula».

Según el estudioso Pereda Valdés, de acuerdo a los planos de la época, el sitio se ubicaría actualmente sobre la calle República Francesa y la Rambla Sudamericana. Por su parte, Elena Studer, manifiesta su acuerdo con esta ubicación.

A través de la prospección arqueológica realizada en el área de emplazamiento de la Planta de Alcoholes de Ancap, se constató que los sótanos pertenecientes a uno de los edificios actuales son los restos de las construcciones del siglo XVIII pertenecientes al «Caserío de los Negros».

 

El Caserío de los Negros

Esta construcción fue descrita por Isidoro De María, así como por otros investigadores. Sin embargo, ninguno de ellos precisa las fuentes documentales.

«Este establecimiento donde se depositaban en cuarentena los negros importados de la Compañía de Filipinas ocupaba una manzana de terreno, bajo muro, teniendo en el centro cinco piezas edificadas, dos grandes almacenes, cocina, techo de teja. Por mucho tiempo, y hasta principios de este siglo, sirvió para depósito de los pobres negros condenados a la esclavitud», cuenta De María en el siglo XIX.

Un área del espacio relevado está vinculada con el edificio que fuera levantado por «La Germanía» en 1892. El módulo más bajo fue demolido en la década de 1970. También se han demolido otras construcciones accesorias. En los espacios abiertos, permanece un piso de bloques de piedra semicubierto por una calle de hormigón actual y cuya mención se encuentra en el contrato de alquiler entre la Cervecería Montevideana y la Intendencia del Ejército (AFNC) en 1917, pero cuya cronología original se desconoce.

La reutilización inicial por la cervecería modificó estructuralmente la construcción del siglo XVIII, cuyo techo original, según explican los investigadores, se cambió por bovedilla. Los restos hallados presentan paredes de piedra canteada parcialmente (granito gris, fundamentalmente), asentada con argamasa de cal y arena. Su reutilización inicial por la Cervecería modificó estructuralmente la construcción del siglo XVIII.

Además de las modificaciones en el techo se han realizado otras, derribando paredes y sellando cuartos. Por otra parte, el piso de tierra ha sufrido pérdida de sedimentos.

Los investigadores también se han basado en datos orales, que indican que en una fecha no precisada, entre 1970 y 1980, se realizó una demolición. También hacen referencia a la existencia de grilletes (aros de hierro) empotrados en alguna de las paredes, no precisada, de los cuartos subterráneos hoy tapados.

 

Conclusiones

Los resultados del relevamiento realizado permiten conocer la existencia de restos arquitectónicos que, por sus características constructivas y ubicación, pueden ser asignados a una parte de las construcciones correspondientes al denominado Caserío de los Negros. De acuerdo a los datos empíricos analizados por ambas arqueólogas, se infiere que cuando se construyó el edificio de la cervecería se reutilizó parte de uno de los edificios que habían formado parte de las construcciones del siglo XVIII. Esta afirmación se basa en la presencia de los restos del muro de piedra perimetrales y en la existencia de estructura subterráneas con características arquitectónicas determinantes.

Se supone que incluía recintos subterráneos cuya comunicación con el exterior podía hacerse a partir de una pequeña abertura en el techo, la cual proveía la escasa aireación del recinto y podía utilizarse para pasar alimentos y medicinas, sin entrar en contacto directo con el ocupante.

«No conocemos -dicen Curbelo y Onega- aún nada acerca de las condiciones sanitarias imperantes allí abajo, pero son inferibles: ausencia de luz y de aire fresco, falta de contacto con el exterior, presencia de individuos enfermos que podían posiblemente estar aislados o en grupos, aunque nada sabemos de cómo se distribuían y jerarquizaban los estados de salud en el lugar ni cual era la preocupación por la higiene».

Creen que el Caserío estaba conformado por un conjunto compuesto por diferentes edificaciones, diseñadas según la funcionalidad a la que estaban destinadas.

«Dado los procesos de formación del sitio arqueológico, se dificulta conocer las características de la planta total ocupada por el Caserío», explicaron las investigadoras.

Sin embargo, la posibilidad de recuperar otros restos y vestigios en el área no puede ni debe ser descartada. La aplicación de técnicas arqueológicas interventoras (sondeos, pruebas de pala, excavaciones, estudios estratigráficos, etc) permitiría una aproximación más acertada a la realidad del sitio arqueológico, así como la contrastación de algunos de los datos obtenidos a nivel oral. *