Prohibido para nostalgicos

Pintín Castellanos

La Vieja Capital tuvo sus personajes imborrables. Aun en estos días del nuevo siglo ellos siempre retornan para visitar a Montevideo y su gente. Uno de esos personajes fue Pintín Castellanos, recordado autor de la mítica milonga «La Puñalada». Entre su barra de amigos del alma estaba Miguel Angel Manzi, a quien visitaba en su programa de Montecarlo «Sábados de Tango». Ahí recibía el cariño de todos los músicos y cantantes que le veneraban como una figura patriarcal. En su etapa final de vida, ese hombre que además había sido un gran deportista, siempre se acompañaba por un elegante bastón para apoyar su gran anatomía. Quienes lo conocieron de joven no olvidan su pasión por la natación. Se internaba junto a otros muchachos en la Playa Honda y el Buceo para nadar mar adentro. Ese Pintín Castellanos, entusiasta de la natación, era el mismo que amaba a su piano, al tango y las milongas. Uno de sus entrañables amigos, el promotor de artistas Agustín Pucciano, siempre contaba una anécdota referida a su compinche de bohemia. Allá por el año 1928, Pintín, siendo un jovencito, llegó con su barra de amigos al Café Avenida de 18 de Julio y Río Branco. Con audacia encaró a los dueños de ese café, los señores Santini y Bagnatesta, y les pidió para tocar el piano. En el Avenida actuaban orquestas de tango y era un baluarte del «dos por cuatro» en el viejo centro montevideano. Los propietarios, impactados por la audacia de ese muchachito, le autorizaron a que se sentara al piano. Esa noche actuaba en el Avenida la Típica de Donato-Zerrillo que tenía gran arrastre entre los parroquianos.

Y contaba Pucciano que Pintín estrenó esa noche su famoso tango «El Pirata», que era un homenaje al rancho de pescadores del Buceo donde siempre se reunía para comidas fraternas luego de practicar su amado deporte de la natación. Recordemos que por esa época estaba la leyenda de «El Cabaret de la Muerte» en la curva del Buceo y Pintín y sus amigos se reunían a poca distancia de ese inquietante sitio del ayer ciudadano. Por sus años mozos también colaboró con la Troupe Ateniense y compuso música para ese conjunto que era dirigido por sus camaradas el Loro Collazo, Víctor Soliño y los Fontaina. Otro de sus amigos fue Luis Alberto Zeballos que ya en su época madura lo acompañó en su peregrinar por los bastiones tangueros de 18 de Julio. Por principios de la década del 60, Pintín dio un ciclo de charlas en el teatro «Blanca Podestá», donde contaba sus anécdotas y tocaba el piano. Atrapaba a ese auditorio cuando narraba la historia del Papa Pío X, quien estuvo a punto de excomulgar al tango porque le habían dicho que era un ritmo pecaminoso. Y con su atrapante conversación, contaba Pintín, que todo terminó cuando se organizó en Roma una presentación particular para el Pontífice donde vio bailar a una pareja. El Papa comentó luego que ese baile era algo «inocente y aburrido», por lo cual el tango se salvó de ser excomulgado, narraba Pintín.

Con más recuerdos y música los esperamos en la 1410 AM LIBRE. *

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