Pandemia COVID-19

Armas para frenar la pandemia: lavado de manos, aislamiento social y uso de mascarillas

El profesor Kim Woo-joo, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Grupo de la Universidad de Corea del Sur, aseguró que cada individuo puede ayudar a combatir la propagación del coronavirus COVID-19, con un correcto lavado de manos, el aislamiento social y el uso de mascarillas.

Profesor Kim Woo-joo, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Grupo de la Universidad de Corea del Sur.
Profesor Kim Woo-joo, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Grupo de la Universidad de Corea del Sur.

Corea del Sur es reconocido en el mundo por haber logrado una de las mejores estrategias para contener la pandemia de coronavirus COVID-19.

El especialista dijo -en el marco de una entrevista con Asian Boss Español- que existen tres aspectos fundamentales para ayudar a combatir la propagación del virus: “el correcto y frecuente lavado de manos, el uso de mascarillas o tapabocas y el aislamiento social”.

Kim Woo-joo -quien hace más de 30 años que viene estudiando distintos tipos de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, Sida, varicela, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), la gripe porcina, y el Ébola- aseguró que la pandemia del COVID 19, es “la más complicada”.

Detalló que según las investigaciones realizadas por su equipo, en los últimos dos o tres meses se puede afirmar que este coronavirus originalmente proviene de los murciélagos. “Fue en un mercado mayoristas de marisco en Wuhan, China, donde se cree que el virus podría haberse transmitido a una persona”.

Aclaró que tiene que haber habido portadores intermedios, ya sean pangolines o serpientes. Aunque aclaró que aún no existe certeza sobre dicha hipótesis.  “De todas formas, el virus conocido como SARS-COV-2, que causó el COVID-19, saltó de un murciélago a un portador intermedio y de allí a un ser humano resultando en una neumonía grave. Indicó que la tasa de mortalidad es de un 2 a un 3%, en promedio.

Aclaró que se trata de un virus que nunca se había visto antes, por lo cual no hay ningún tratamiento, ni vacuna.

“En cada país el número de pacientes se está disparando. La situación está muy mal, sobre todo en Europa y Estados Unidos, en grandes ciudades como Nueva York. Diría que en este momento es una amenaza muy seria”, lamentó.

Aclaró que la tasa de mortalidad varía según el país. Aunque se trata del mismo virus, cada país tiene diferentes protocolos de cuarentena y  distintos niveles de sofisticación de asistencia médica y características demográficas. Dijo que en el caso de países con una gran población envejecida, como Italia, la tasa de mortalidad es muy alta, siendo de un 8 a un 9%.

Resaltó que en Corea del Sur se realizan “muchas pruebas” y de los aproximadamente 9.000 casos confirmados al 24 de marzo pasado,  un 20% son asintomáticos.  Añadió que en Corea del Sur, el 90% de los fallecidos tenía más de 60 años.

Al ser consultado acerca del motivo por el cual el COVID-19 es tan letal entre las personas de mayor edad, respondió que “es un nuevo virus que no tiene vacuna y no puede ser tratado”. Por lo cual remarcó que lo único que puede luchar contra el virus es “el sistema inmunológico de la persona”.

Los adolescentes y personas de hasta los 40 años podrían sólo tener síntomas similares a los de un resfriado leve, durante una o dos semanas y luego recuperarse. Incluso podrían ser asintomáticos. En tal sentido, dijo que en Corea, entre 9.000 pacientes el 20% de ellos no tuvo síntomas”.

Subrayó que ello es un gran inconveniente, porque el paciente asintomático puede propagar el virus.

Sin embargo, en las personas de más de 60 años el sistema inmunológico se deteriora. A ello se le llama “inmunosenescencia”. Sobre todo si la persona tiene más de 80 años.

El catedrático expresó que como el virus puede causar “neumonía o inflamación por todo el cuerpo, puede dejar a las personas mayores en estado crítico y aumentar las posibilidades de morir. Además, aquellos que tienen enfermedades crónicas también pertenecen a un grupo de alto riesgo”.

Incluso, si tienen menos de 60 años, si tienen algún problema cardiovascular, una enfermedad crónica pulmonar, diabetes, o si se trata de fumadores, la persona puede enfermarse gravemente. Al igual que quienes toman medicamentos inmunosupresores como esteroides o fármacos anticancerosos.

¿Volver a infectarse?

Por otro lado indicó que la persona puede volver a infectarse incluso después de tener el virus y haberse recuperado. “Eso es lo que da miedo. Hay tanto que no sabemos todavía. Normalmente cuando nos enfermamos se tardan unas dos semanas para que nuestro cuerpo desarrolle anticuerpos y después no nos volvemos a enfermar del mismo virus. Pero hemos visto pacientes que tuvieron COVID-19, se recuperaron, le dieron el alta, pero después de cinco a siete días empezaron a tener los síntomas del COVID-19 otra vez. Estamos viendo casos de reactivación. Esto ocurre a veces”.

Contagio

El profesor Kim Woo-joo señaló que hay tres maneras principales de contraerlo.

Una vez que el virus infecta nuestro sistema respiratorio, los síntomas son: “fiebre, tos y dificultades para respirar”.

Cuando la persona infectada tose o estornuda produce “gotículas la cual contiene muchos virus. Como las gotículas son mayores a cinco micrómetros normalmente caerán a uno o dos metros de distancia. En ese momento, el virus puede infectar los ojos, nariz o boca de otra persona”.

La forma de infección más común es a través de “gotículas”.

“La segunda posibilidad es cuando estornudamos y tenemos secreción nasal, ya que solemos limpiarnos la nariz con las manos, casi inconscientemente, el virus queda en nuestras manos, y al darle la mano a alguien se produce la transmisión por contacto directo”, explicó.

Asimismo, dijo que cuando un paciente tose o estornuda, sus “gotículas” llegan a superficies cercanas como mesas, picaportes o teclados. “Entonces el virus puede sobrevivir en cualquier sitio durante unas horas. Hasta más de tres o cuatro días”. Dijo que sobre el papel o la ropa no puede sobrevivir por tanto tiempo. En el caso del papel quizás pueda permanecer activo un día, pero depende de la temperatura y la humedad”.

En el invierno de Corea del Sur, con 5 a 10º C y 30% de humedad, “el virus puede sobrevivir por mucho tiempo. Sobre una mesa, por ejemplo, podría vivir entre cinco y siete días. Así que cuando alguien toca la superficie después de unas horas, el virus sigue vivo en las manos.

Remarco que en el día a día una persona puede infectarse por la transferencia de “gotículas”, contacto directo e indirecto.

De todos modos aclaró que, en ciertas circunstancias, puede existir contagio a través del aire. “Imagine a cientos de personas juntas a un metro o dos de distancia entre sí. En el caso de que una persona infectada se encuentre en dicho grupo, el número de gotículas producidas puede ser muy elevado, porque todos las producimos incluso cuando hablamos normalmente”.

En ese marco, se refirió a un caso de contagio en una comunidad religiosa de Corea. Dijo que cuando la gente está cantando o rezando en voz alta, “la gravedad no empuja toda la saliva hacia abajo, lo cual significa que las gotículas no caen a uno o dos metros de distancia, porque el aire fluye lateralmente también. Cuando una persona grita o habla en voz alta, las gotículas pueden viajar mucho más que uno o dos metros y secarse en el proceso, el tamaño de la gotícula se reduce a menos de cinco micrómetros y se convierte en aerosol y como los aerosoles son ligeros, la gravedad no los afecta mucho, pueden saltar más lejos de dos metros”.

Así es cómo una persona que está a varios metros de distancia puede infectarse. Se trata de una transmisión aérea. “Por eso los lugares de alta concentración de personas, como iglesias o cualquier lugar con aglomeraciones donde la gente esté gritando o comiendo, se encuentran en riesgo”.

“Pero en sitios exteriores normales como parques o senderos, ya que no se trata de un espacio cerrado, es poco probable que haya transmisión aérea”, indicó.

Test

En cuanto a los exámenes de COVID-19. Dijo que en primer lugar, si la persona tiene fiebre o dolor de garganta, tos o dificultades para respirar, debería hacerse la prueba. “Esto es importante sobre todo para los mayores y los que estén en un grupo de alto riesgo, incluso si están experimentando fatiga, pérdida de apetito o dolores leves”.

Señaló también  que cerca del 30 % de los que fueron infectados por COVID-19, en Corea del Sur, no pueden oler ni saborear. “Básicamente pierden el sentido del olfato y el sentido del gusto y eso puede durar de cinco a diez días”.

Dijo que Corea está realizando 15.000 pruebas de COVID-19 por día. Se han realizando 338.000 pruebas hasta el 23 de marzo.

Resaltó que durante el brote de MERS en Corea del Sur constataron que se necesitaban desarrollar kits de prueba rápidamente. “Nos dimos cuenta que podíamos hacer kits de prueba que usan la Reacción en Cadena de Polimerasa (PCR) que es un método de diagnóstico muy efectivo. Así que hicimos hincapié en hacer kits y que sean accesibles.

Un paciente podría estar tosiendo y con fiebre, entonces se requiere saber si tiene COVID-19 “para ponerlo en cuarentena, tratarlo y averiguar dónde ha estado y con quién ha tenido contacto para hacerle pruebas a esas personas y ponerlas en cuarentena, si es necesario. Esta es la base de la prevención”.

Indicó que los resultados de la prueba tardan unas seis horas.

Uso de la mascarilla

Otro aspecto al que se refrió el profesor Kim Woo-joo, es al uso de las mascarillas.

Si bien el virus no puede atravesar la piel, sí puede ingresar a través de las mucosas de nuestros ojos, nariz y boca.

Aseguró que la mascarilla es efectiva. Durante el brote de SARS, en Hong Kong, Singapur, Canadá, Taiwán y China muchos profesionales médicos fueron infectados. Incluso ahora se están infectando profesionales médicos en Wuhan y en Italia.

Según las investigaciones, “los profesionales médicos que usan mascarillas tienen probabilidades significativamente más bajas de infectarse que quienes no las utilizan”.

“En Europa y Estados Unidos no es muy común ver a la gente con mascarillas. Eso me parece un poco extraño”.

Manifestó que discrepa con la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de recomendar no usar mascarillas. “Creo que el objetivo de dicha afirmación era evitar que el público almacenara mascarillas de manera compulsiva, porque los profesionales médicos las necesitan más”.

Agregó: “Usar la mascarilla ayuda”, y remarcó que los médicos las usan porque previenen la transmisión. Durante los brotes de SARS y MERS se demostró que las mascarillas eran efectivas.

Remarcó que una de las razones por la cual Corea del Sur tiene una tasa de infección relativamente baja, es porque “todos usan mascarillas y se lavan las manos en forma regular”.

¿Qué futuro nos espera?

Kim Woo-joo aseguró que es muy difícil predecir qué futuro le espera a la humanidad, y consideró que el COVID-19 “no se va a acabar rápido”.

“El brote de SARS comenzó en noviembre de 2002 en la provincia de Cantón, China, y se extendió a Hong Kong y después a través de turistas se propagó por todo el mundo, infectando alrededor de 8.000 personas, matando a 774, con una tasa de mortalidad de 9,6%. La situación terminó a principios de julio de 2003”, recordó.

Agregó que el COVID-19 es una nueva cepa del coronavirus similar al SARS. “Así que, el mejor escenario sería que todos los países alrededor del mundo trabajen juntos para que esto acabe en julio o agosto de de este año. Para esto quizás haya un 10% de probabilidades”.

Dijo que desde el 2003 han pasado 17 años y aquel entonces viajar no era tan frecuente. Ahora se podría decir que el mundo no tiene fronteras.

Otro escenario posible sería que “permanezca hasta el verano coreano y desaparezca en el hemisferio norte. Pero, en cambio, se extienda en el hemisferio sur, donde sería invierno; y luego volvería al hemisferio norte en noviembre o diciembre. Podría tener un ciclo regular, como la gripe estacional”.

“El último supuesto sería que se desarrollara una vacuna y vacunáramos a toda la raza humana”, indicó.

Recordó que en 1980, la viruela desapareció de la faz de la Tierra gracias a una vacuna. Pero es el supuesto más ambicioso y el más difícil de lograr.

“Obtener una vacuna para un nuevo virus normalmente tarda entre 10 y 15 años, y costaría más de 800 millones de dólares. El COVID-19 ni siquiera tiene 100 días y sólo han pasado dos meses desde que conocimos su ADN”, lamentó.

Pero si incluso EE.UU o China logran desarrollar una vacuna, ¿compartirían la vacuna con otros países?, se preguntó. “La población de EE.UU es de alrededor de 320 millones, es mucha gente así que sería imposible para EE.UU vacunar a todos sus ciudadanos en tan poco tiempo. Ahí se tratará de decidir quién es la prioridad”.

Reposicionamiento de medicamentos

Añadió que como se tardará mucho tiempo en obtener una vacuna, lo más rápido que es optar por el camino del “reposicionamiento de medicamentos”.

En ese sentido explicó que el medicamento del Viagra, conocido para la disfunción eréctil, originalmente fue desarrollado para tratar la hipertensión arterial pulmonar. Como subproducto, se descubrió que era efectivo para tratar la disfunción eréctil. “Igualmente estamos intentando ver si hay algún medicamento que ya se esté usando para otra enfermedad infecciosa y que pueda ser efectivo para combatir el COVID-19, es la opción más rápida”.

Indicó que “el Kaletra, un medicamento para el SIDA, y la cloroquina, un medicamento para la malaria, ya se han probado y se descubrió que eran más o menos efectivos para el COVID-19, así que se están usando en pacientes en estado crítico”.

“También estamos haciendo estudios clínicos para Remdesivir, un medicamento para el Ébola, pero todo esto necesita fondos y mano d obra. Estamos planeando probar un par de drogas”, afirmó.

Otro método rápido es tomar “plasma convaleciente de la sangre de los pacientes que se han recuperado de COVID-19, porque dentro de su sangre hay anticuerpos que pueden luchar contra el virus y contenerlo”.

“Por ello pedimos a quienes se han recuperado, que donen sangre para que podamos darle su plasma convaleciente a pacientes en estado crítico. Pero es difícil ocuparse de los pacientes e investigar al mismo tiempo”, sentenció.

De todos modos, Kim Woo-joo dijo que cada individuo puede ayudar a combatir la propagación del virus “si se lava bien y regularmente sus manos, usa mascarillas y se aísla socialmente”.

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