Sobre “El matrimonio por disfrute”

Algunos me han preguntado sobre el matrimonio llamado sighe o Mut’a, legitimado por el chiismo.  La palabra de origen árabe cuya raíz procede de tamattu,  significa “goce, disfrute, obtener beneficio de algo”, aunque la traducción exacta es “matrimonio de placer” o “temporal“ que se realiza a cambio de una cantidad monetaria. Este matrimonio alternativo hace posible que un hombre y una mujer puedan gozar legítimamente de una unión sexual coyuntural.

matrimonioSe trata de una fórmula que fue muy practicada por los beduinos árabes en la era pagana de Ŷihâlla “Ignorancia”, nombre con el que el Islam señala el periodo previo a la instalación de su doctrina en Arabia. Gracias a ella, un hombre puede establecer relaciones sexuales con una mujer tras un pacto cuya vigencia es temporal (una hora, un mes, etcétera), lo que le permite, incluso, que pueda tener varias mujeres sighés de forma simultánea.

Históricamente se solía recurrir a esta opción cuando un hombre emprendía un viaje a tierras lejanas. Gracias a este contrato, la mujer con la que contraría esta unión temporal le proporcionaba además servicios domésticos y protegía su propiedad durante el período que él necesitara.

Para los lideres sunnitas Mut’a es “pariente de la fornicación” y, por su parecido a la prostitución, está absolutamente prohibido; aún así, muchos hombres recurren a él de forma tácita, aduciendo que, tal y como reconocen los propios sunnitas, El Profeta consintió este tipo de contratos. Se refieren a ciertas expediciones como la de Kheybar y a la conquista de La Meca. En esa ocasión el acuerdo duraba tan sólo un periodo de tres días, tiempo suficiente “para que los creyentes que viajan sin compañía femenina, no sufran de abstinencia[1]” .

Frente a tales argumentos, los ortodoxos recuerdan que Mahoma lo fue prohibiendo de forma progresiva (tal y como lo hizo con las bebidas alcohólicas) hasta considerarlo harâm “prohibición religiosa”, pues los hombres “que se abstienen de comercio carnal, salvo con sus esposas o con sus esclavas en cuyo caso no incurren en reproche, mientras que quienes desean a otras mujeres, ésos son los que violan la ley» (Corán, 23:5-7)

Para ellos Mut’a no pertenece a ninguna de estas dos formas, de ahí su prohibición. En el caso que durante este tiempo la mujer quedara embarazada, los hijos serán considerados legítimos y el padre tendrá la obligación de mantenerlos, aunque no serán sus herederos.

En la vida real, estas “parejas de hecho” son sólo una opción para los hombres, pues las que recurren asighé son señaladas como prostitutas, o incluso algo peor pues, tras terminar su contrato con un hombre, no pueden volver a casarse temporalmente de forma inmediata. Está establecido que las esposas sighé deben de guardar idda  (“tiempo de espera”)  de tres períodos mensuales con el fin de determinar si se han quedado embarazadas. Por tanto, quienes aceptan este tipo de contrato suelen ser madres solteras, sin recursos, inmersas en una situación económica desesperada. Sin embargo, en aquellos lugares de Oriente Medio en los que el sighé es una opción frecuente, no se suele respetar el periodo de idda, fundamentalmente por las necesidades de ella y gracias a los medios anticonceptivos y la ausencia de control de los agentes de la religión.

A pesar de todos los riesgos y prohibiciones, esta alternativa sirve hoy a los enamorados que, al no poder tener relaciones prematrimoniales, desean estar juntos. Por supuesto, siempre y cuando ella no fuese virgen.

El espíritu de los nuevos tiempos deja una huella tan clara entre los amantes, que existen fenómenos sintomáticos como el que encarna el clérigo iraní Hoŷatoleslâm Ardabil, que ha creado una página web de contactos[2] para musulmanes, desde la cual organiza bodas. Su agencia ha logrado, en ocho años, concertar casi 1.500 bodas.[3] Si son felices o no, nadie sabe.

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