La brasileña Cynthia Brody Martins es la nueva Miss Atlántico
Apenas pisó la pasarela montada encima de la piscina del Hotel Barceló Club del Lago con su espléndido traje típico la brasileña de 18 años, Cynthia Brody Martins, oriunda de Río Grande, se despegó claramente del resto. Acaso de las 11 concursantes de esta extenuante Miss Atlántico Internacional, la atractiva brasileña poseía dos rivales: la chilena María Trinidad Alliende y la argentina Anastasia Sanguinetti. Ambas fueron designadas por el amplio jurado primera y segunda finalista, respectivamente. Y Cynthia Brody Martins, escultural, completó un cuadro de excepción. No fue difícil para el jurado ni tampoco para los medios de prensa hacer sus pronósticos de acuerdos a los pases en traje típico, malla y traje de noche: el trío, en una selección despareja, iba derecho a la fugacidad de la gloria que propone todo certamen de belleza, y la brasileña por simpatía, carisma, personalidad en pasarela y belleza alcanzó a ganar el premio a mejor traje típico y ser frontalmente Miss Atlántico Internacional. No hubo objeciones. No podía haberlas: si a la convocatoria se la designó como «una noche con las bellezas», pues, allí estaba Cynthia Brody Martins para comprobarlo con formidable paso vencedor. La chica ganó sus premios: viaje a Europa y Chile, joyas y caravanas de oro, un cuadro de Rodolfo Salgado, un sin fin de accesorios y estadías en la cadena hotelera de Barceló.
El resto fue decididamente pobre. Acaso fue la edición más tediosa de la fecunda historia de Miss Atlántico Internacional, un certamen que se había ganado por méritos propios, por su estructura organizativa, por los aciertos varios de puesta en escena y desarrollo de coreografías, transformarse en el evento más importante de la península muy por encima de Reina de Punta del Este.
Esta edición fue extensa, demasiado extensa y, por lo tanto, llegó a ser tediosa. Y pecó de escolaridad estética, muy particularmente al momento de los tres ingresos que hicieron los miembros de Casting. Si uno hace la medición en minutos prácticamente los esforzados muchachos de Casting estuvieron tanto en pasarela como las aspirantes a Miss Atlántico Internacional, un error tremendo, acaso porque el grupo de bailarines y cantantes no dio la talla y los tímidos aplausos otorgaron la razón.
Sí convenció el marco coreográfico de la dupla Camacho/Lorenzo en el homenaje a la cultura indígena latinoamericana con muy buen despliegue y uso de vestuario gratamente respaldada por la música incidental de Alvaro Marchand. Y poco más: se mantuvo el espíritu del certamen su profesionalismo en la articulación del mismo pero fue una velada fría, poco emotiva, donde todo se sabía de antemano: la brasileña, en el grupo seleccionado, brillaba literalmente por su hermosura. El resto, unanimidad entre los colegas de prensa, fue un homenaje a la previsibilidad y la obviedad. Una lástima. *
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