ENTREVISTA: GENERAL (R) LIBER SEREGNI

En 1971, el Frente Amplio sufrió una campaña "criminal" en su contra

 

«Hemos cometido errores. Lo inteligente es corregirlos y no insistir sobre ellos»

 

–¿Qué recuerdos tiene de aquellos días previos a la elección de 1971?

–Yo creo que es muy importante, treinta años después hacer el replanteo de lo que fue aquel año 1971, y la elección de noviembre, porque la memoria es flaca y los que no vivieron aquella instancia no tienen plena conciencia de cómo fueron los hechos. Tratando de ubicar el tema, primero no olvidar que aquel año y el proceso electoral se cumplen dentro de un marco mundial que era la Guerra Fría. Con un mundo ficticiamente dividido en dos hemisferios, el de los buenos y el de los malos. Era una ficción, de la democracia para un lado y del comunismo por el otro. Y los interesados metieron en una bolsa al Frente Amplio, dentro del sector de los malos. El Frente llega a las elecciones con apenas nueve meses de vida. Unos meses que fueron realmente trágicos. Y la campaña electoral, sobre todo la última parte, la llamada «Caravana de la Victoria», se inicia en Lascano, con una serie de pedreas y actos de violencia, que llegan hasta la muerte de un niño que recibe un balazo en la frente, de quienes atentaron contra la caravana del Frente, y que terminó esa noche con un atentado a mi persona, por un individuo enervado por la propaganda, y que no me apuñaló porque los compañeros me lo sacaron de arriba.

 

–La propaganda era entonces muy agresiva para con el Frente Amplio.

–Fueron jornadas realmente trágicas en una situación de violencia creciente que además fue aprovechada, en el curso de la Guerra Fría, utilizándose material de propaganda elaborado en la Escuela de Panamá. La gente tiene que recordar. Recuerdo dos murales. En uno aparecían unos tanques aplastando al pueblo uruguayo, que pretendían significar lo que pasaría si el Frente ganaba la elección. Después los tanques terminaron aplastándonos a nosotros. Otro, que estaba muy bien hecho, era un tipo barbudo, presuntamente un ruso, quitándole a una madre su niño de los brazos. Estas cosas habían creado una tremenda tensión.

 

–Finalmente, el Frente ingresa a la capital y realiza su acto final.

–El Frente Amplio culmina su campaña electoral al finalizar la Caravana de la Victoria. Recuerdo que pasamos la noche en Pando, y al otro día vinimos para Montevideo. Hicimos el ingreso por calles atiborradas de gente. El acto final se realizó sobre la Avenida Agraciada, el estrado estaba contra el Palacio Legislativo, decorado con una preciosa obra de nuestros plásticos. La gente que no estuvo no sabe lo que fue aquello. Porque era un mar de gente, bajando hasta Galicia, y levantándose hasta 18 de Julio, e incluso desparramándose por 18 de Julio. Ahí no sólo estuvieron los 300 mil y pico de votantes que obtuvo el Frente en esa elección sino también los que no pudieron votar, niños y jovenes, y algún otro que después se asustó. Fue una verdadera conmoción.

 

–¿Cómo veía el resto del sistema la presencia del FA en la vida política nacional?

–Ya el medio político nuestro, la derecha nuestra, desde que nació el Frente, había visto efectivamente a una fuerza política que finalmente iba a terminar, como terminó, con el bipartidismo y con el predominio durante siglo y medio de vida independiente del país, de las llamadas fuerzas tradicionales. Y claro, nadie deja que le quiten el gobierno y el poder fácilmente. De ahí toda la campaña criminal que se desarrolló contra el Frente. Hicimos ese acto que conmovió a la ciudadanía y que llevó incluso, curiosamente, a que ambos partidos tradicionales se juntaran e hicieran una seudocaravana de la democracia, acusando al Frente de estas cosas horribles que después nos pasaron, justamente a nosotros.

 

–¿Esperaba aquella noche un triunfo electoral?

–La dirigencia del Frente tenía más o menos medida la cosa. Sabíamos que en ese primer intento no íbamos a ganar. Y teníamos conciencia de esto. No así los jóvenes. Los jóvenes que en ese año se habían entregado con energía, con pasión, sufrió tremendamente. Pero hay que entender que las fuerzas de izquierda reunidas en el Frente Amplio pasaron de ser apenas un 10% al 18%. Era un cambio no sólo cualitativo, sino cuantitativo, muy sensible, con una buena representación parlamentaria (5 senadores, 18 diputados). Y pasamos a instalarnos en la vida institucional y parlamentaria del país, con una voluntad y un empuje que no ha cesado hasta el día de hoy y que va a seguir hasta alcanzar el gobierno. Y desde el gobierno, promoveremos los cambios que este país necesita. Esa noche, recuerdo, debimos adoptar algunas medidas de seguridad, porque los atentados contra la gente del Frente continuaron. Teníamos nuestro comando electoral en un entrepiso del Palacio Díaz. Ahí esperamos los resultados y después cada quien se fue a su casa, a absorber el golpe. Al otro día, yo hice una carta, dirigida a la militancia, en la que expresamos que el resultado electoral era un acontecimiento más, que el Frente Amplio había nacido para la vida política permanente, y no simplemente para la vida electoral, que transitábamos por supuesto por la vida electoral porque era el camino institucional el que nos habíamos marcado, pero era la vida política la que nos llamaba y entonces convocábamos otra vez a juntarnos, a rehacer fuerzas, a sacar energías del fondo del alma, y a continuar la lucha. Y así se hizo.

 

–¿Contra qué se luchaba políticamente?, ¿qué era Pacheco?

–El gobierno de Pacheco Areco era un gobierno de gerencias, era el empresariado en el gabinete. Un gabinete empresarial, que agudizó las medidas de fuerza, transitando los límites constitucionales y operando con medidas prontas de seguridad; el Frente nació como un esfuerzo, primero, por parar la violencia, después, para evitar la emigración. En definitiva, para encontrar las soluciones que requería el país, por una única vía: viviendo en democracia, buscando, como seguimos buscando y las vamos a tener, las mayorías nacionales, para que desde un gobierno con mayorías, por crecimiento propio o por la búsqueda de acuerdos y de alianzas, poder producir los tremendos cambios que exige la estructura socioeconómica del país. Pero apoyados firmemente en las grandes mayorías nacionales. El Frente nace como una fuerza pacífica y pacificadora, proponiendo una estrategia distinta a la de la acción armada, completamente distinta, proponiendo un último y desesperado intento de recorrer las vías institucionales para resolver los graves problemas que tenía el país. No pudimos. Finalmente el país siguió hacia el desbarranque, que se produjo después en 1973 con la consolidación del golpe de Estado. El Frente ha avanzado, como hemos crecido, como estamos al alcance de la meta que nos hemos propuesto, que es alcanzar el gobierno para cambiar el país. Hemos cometido errores, somos humanos. Lo inteligente es corregirlos, y no insistir sobre ellos. Vivo para, empecinadamente, seguir una línea política, que tiene que ver con la estrategia de acumulación de fuerzas, que es el verdadero norte de nuestra acción política.

 

–¿Qué medidas mantendría de aquellas 30 primeras acciones de gobierno del Frente?

–Lo que importa son los grandes principios. Las medidas concretas tienen que ver con las circunstancias. El panorama es completamente distinto. Lo que pasa es que no se operó en el país el enfrentamiento a nuestra crisis estructural, que lleva a un cambio fundamental de nuestra estructura económica y social. Creo que hoy esos principios pasan por apoyar de una buena vez a la producción, no apostar a
l sistema financiero del Uruguay, sino a crear las condiciones para insertarnos en el mundo, sí a través de los procesos regionales que tenemos que defender, pero, por sobre todas las cosas, fomentando el trabajo de los uruguayos. *

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