La maestra desaparecida fue recordada en la Cámara de Diputados

Homenaje a Elena Quinteros reafirmócompromiso por la verdad y la justicia

Ante familiares, amigos y compañeros que poblaron las barras, se habló de «Elena, la misionera», de su amor y compromiso por la libertad de todos y también de su inquebrantable madre, Tota, unidas en un emotivo y merecido recuerdo. Diego Cánepa (Nuevo Espacio) comenzó afirmando que «ser representante nacional es representar a los otros, las voces de los que están y de los ya no están». Añadió que sentía «responsabilidad y alegría» en esta recordación, y aludiendo a su propia juventud, dijo que «Elena nos ayudó a muchos a definir nuestro compromiso político».

Enseguida ingresó a un aspecto que aumentó la emoción que se había posado sobre el augusto recinto: «Hubo quienes nos preguntaron si el homenaje era a Elena o a Tota. Es un vínculo indisoluble. Hablando de una se habla de la otra. Y no se puede olvidar que Tota se nos fue sin llegar a saber dónde están los restos de su hija». Posteriormente, hizo un somero y respetuoso repaso por la trayectoria de la maestra desaparecida, sus sucesivos encarcelamientos, el intento de fuga hacia la embajada de Venezuela el 28 de junio de 1976 y el indigno fin al que la condenó la dictadura.

«Elena  concluyó el legislador del Nuevo Espacio- fue siempre reconocida por su coraje y porque, sin ser brillante, siempre estaba, y hoy sabemos cuán importantes son los que siempre están. Su imagen es un legado trascendental que hemos recibido, un compromiso total y absoluto con la búsqueda de una sociedad mejor y más justa».

 

El momento más emocionante

El recuerdo de Elena Quinteros y de Tota que trazó luego Nora Castro (Espacio 609) fue profundamente conmovedor y sacudió en lo más íntimo el espíritu de todos los presentes. «La ratificación del compromiso por la verdad y la justicia, así nos ubicamos frente a este justo y tardío homenaje», dijo Castro, quien incorporó a la memoria de todos otros nombres entrañables: «Es imposible recordar a Elena y no recordar a Gustavo Insaurralde, otro compañero de magisterio desaparecido. Con ambos compartimos, a mediados de los sesenta, los tiempos de la formación de Reina Reyes y también de la escalada represiva».

Haciendo un estremecedor esfuerzo por contener las lágrimas, a punto de quebrarse por momentos, Castro siguió pintando de colores de vida el cálido recuerdo: «Elena andaba entreverada entre el pensar y el hacer. Había estudiado declamación y nos declamaba a nosotros, en aquellas jornadas de militancia en la calle Municipio, en la casa paterna, donde Tota, que fue una madraza, con mucho sentido común y sentido de la justicia social, le había inculcado su responsabilidad y el amor a la vida. Es que le debemos un gran homenaje a las Totas, que fueron personajes fundamentales en la reconstrucción del país, desde el dolor, que no es fácil».

Entonces se le quebró la voz, aunque pudo seguir, ante el respetuoso silencio de la sala: «Elena era una misionera. Tenía coherencia y tenía amor y compromiso por la libertad de todos, no sólo por la propia. En aquellos tiempos aprendíamos de la gente, vivíamos en ella».

Y terminó, ella misma conmovida hasta el alma, recordando que: «Queda mucho por investigar sobre lo que se les hizo a nuestros países, una coordinación para la muerte. Hoy el Poder Judicial tiene la posibilidad de saber qué pasó con nuestros compañeros desaparecidos…». Al llegar aquí Nora ya lloraba, ya no contenía las lágrimas, pero algo desde muy adentro le permitió decir lo que aún pugnaba por salir desde su corazón: «Tenemos una deuda histórica y ética. A Elena y a tantos les cortaron el camino, pero no terminaron con sus luchas». Daniela Payssé (Asamblea Uruguay) precisó que con este tipo de homenajes «Estamos reconstruyendo la historia reciente, porque la historia se hace a base de testimonios, de la investigación periodística, de la investigación académica y del debate con honestidad intelectual». Con voz también transida por la emoción y digna serenidad, recorrió a su vez la vida y lucha de Elena Quinteros y de su madre: «Era, sí, una misionera, cumplía una tarea evangelizadora y sobre todo desde aquellas misiones sociopedagógicas que iban al interior. Trabajaba mucho y dormía poco. Le recuerdo alegre y algo testaruda. En su casa, junto a su madre, se hacían reuniones de militancia que eran también reuniones afectivas. Su personalidad fuerte brindaba seguridad a los demás».

Payssé detalló la trayectoria de Elena Quinteros en el magisterio y su lucha en el plano sindical y político. A renglón seguido, incursionó en datos objetivos  haciendo una implacable reconstrucción histórica- que prueban la existencia del Plan Cóndor, la presencia de Juan Carlos Blanco en Argentina para evitar que Michelini y Gutiérrez Ruiz pudieran salir, el propio secuestro de Elena desde los jardines de la embajada de Venezuela en Montevideo, que llevó al rompimiento de relaciones de ese país con Uruguay y las gestiones del gobierno de Caracas para que la devolvieran con vida. Luego, marcó con minuciosidad el día aciago: el 3 de julio de 1976, cuando el Cosena decide no entregar a la maestra encarcelada.

Cerró su exposición con el recuerdo de Tota, «la incansable que buscó siempre a su hija sin olvidarse de los demás, una madre, como otras, que fue dada a luz por su propia hija y a quien el mejor homenaje que podemos hacer es seguir buscando la verdad y la justicia».

 

Otros recuerdos

Alba Cocco (suplente Frente Amplio) confesó que: «Se iba a permitir vestir una vez más la túnica blanca, como Elena, y desde esa misión magisterial, homenajearla». Sentenció que: «Este año se ha avanzado más que en los veinte anteriores en la búsqueda de verdad y justicia». Y finalizó con una pregunta terrible: «¿Por qué los dictadores jamás tuvieron el valor de decirle a Tota dónde estaban los restos de su hija?» Y se respondió: «Porque carecieron de dignidad, la que sí tuvo Elena, a la que no pudieron quebrar».

Luego hablaron, representando a la oposición, Iván Posada (Partido Independiente), Guido Machado (Foro Batllista), Adriana Peña (independiente, Partido Nacional) y Beatriz Argimón (Correntada Wilsonista), quien dijo: «Me preocupa lo que estamos dejando a las nuevas generaciones. El caso de Elena debe estar cada vez más presente. Este país necesita abrir los archivos de la dictadura, necesita saber toda la verdad porque sólo con justicia llegará la reconciliación».

Un cerrado aplauso de todos los legisladores presentes, de pie, dio fin a un homenaje que reivindicó, por la emoción y altura con que se dejó fluir a la memoria, al ámbito parlamentario. *

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