El eje del discurso del ex presidente argentino

Menem contra el antimenemismo

No le faltan razones al ex mandatario. El encuestador Artemio López escrutó números y sentimientos y llegó a dos conclusiones: la primera, que Kirchner tiene actualmente el 58,5% de los votos contra el 21,7% que obtendría Menem (menos que en el primer turno) pero que al preguntar por las razones para apoyar al sureño, un 51,8% dijo que «para que pierda Menem» y otro 17,2% «por ser el menos malo», es decir, un 69% lo haría no por simpatías directas a la persona y propuesta del gobernador de Santa Cruz.

Dicho de otro modo, Kirchner es una fórmula algebraica aunque el sentido final no se discute: es terminar con Menem y el menemismo.

Son razones que impulsan al caótico entorno de Menem a buscar desesperadamente disminuir el abismo de estos días en el pensamiento popular, tratando de instalar la idea de que es nocivo para el país dividirlo en menemismo-antimenemismo y ese mensaje es el que imprime al spot publicitario con que se machaca por canales de televisión de aire y de cable.

Ayer mismo en el popular «Almorzando con Mirtha Legrand», utilizó el minuto para una apelación final, no caer en esa antinomia, a que se lo entienda, porque él es el más capacitado para sacar a la Argentina de sus crisis.

El trabajo de Artemio López explica adicionalmente ese rumbo del discurso de Menem porque un 34,8% de los que dicen que lo votarán lo explican por la experiencia que tiene para gobernar y un 28,1% porque bajo su administración «se vivía mejor».

Dicho de otro modo, el voto por Menem, que hoy sería minoritario, tiene bases más sólidas que el de Kirchner que recoge en antagonismo que la sociedad parece mantener con el riojano.

En el búnker del riojano ya no se sabe quién ordena. Los responsables de prensa confiesan estar desbordados por el caos y por inopinadas designaciones. Ahora la de un coordinador de fuste, Francisco de Narváez, un multimillonario que tiene armados equipos de estudio desde hace tiempo y que se los ofreció a varios, incluso a la líder del ARI, que lo sacó con cajas destempladas. ¿Un oportunista? Vale, diría el madrileño.

El principal enemigo que necesita vencer Menem para superar a Kirchner: es el antimenemismo furioso. Ese es su objetivo, y su estrategia está dirigida a buscar quebrar la resistencia a su posible regreso a la presidencia. Por esa razón comenzó a hablar en público de poner por encima del antimenemismo los intereses del país.

El jefe de la campaña menemista, Juan Carlos Romero, afirmó que no habrá ningún acto político camino al balotaje ya que la apuesta será intentar convencer por los medios a los antimenemistas de que cambien de opinión.

El diario La Nación escribe que: «Después de que se repuso de lo que en la intimidad vivió como una derrota, Menem definió su estrategia para intentar acortar la distancia que lo separa del gobernador de Santa Cruz, que según las encuestas es significativa y muy compleja de revertir en los días que quedan para la segunda vuelta electoral.»

Es un sendero complicado. Dicen los suyos que Menem apelará a lo que define como el «voto racional». Ese voto es, según la visión del ex presidente, el que deja a un lado el «odio» a Menem y apuesta al proyecto que «dará más gobernabilidad a la Argentina».

«Esto va a ser un plebiscito contra Menem», dijo una fuente de extrema confianza del ex presidente. Los menemistas sostienen que la candidatura de Kirchner no concentra ningún proyecto esperanzador para los argentinos sino la posibilidad de sepultar al ex presidente. Quizá no es del todo así, pero por los números que descubrió Artemio López, necesita Kirchner ideas más claras, por ejemplo, para rebatir las de Menem para combatir la inseguridad, de fácil llegada a sectores afectados por los crímenes, robos y violencia.

Como se ha dicho, el problema de Menem es él mismo, y esto no parece tener arreglo. Con todo lo intenta, porque se sobrepone a su soberbia proverbial, a aceptar hablar de sus propias limitaciones y al rechazo hacia su figura.

De hecho, luego que la Junta Electoral descartara algún fraude, Menem ha bajado el tono sobre irregularidades pero después que en su sesión de hoy la Asamblea Legislativa diga quiénes van al segundo turno, hay cinco días durante los cuales cada candidato debe ratificar por escrito si va o no a la nueva vuelta.

Menem, aunque ha debido repetir aquello que sólo un borracho se borra de ese desafío, evaluará finalmente lo que más le conviene a su futuro con sus propias encuestas en la mano. Y hay dudas de que no recurra al gran disparate. *

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