LA LITERATURA INFANTIL URUGUAYA EN UNO DE SUS MEJORES MOMENTOS

Pequeños grandes lectores

WILMAR UMPIERREZ

 

En estos tiempos donde la literatura debe luchar a capa y espada con el reino de la imagen, ver a un niño leyendo en este país es más común de lo que se cree, al extremo de que este grupo de lectores se ha convertido en el más importante nicho del mercado, con alrededor del treinta por ciento del mismo.

Generalmente, en edades escolares la imagen del libro se asocia a un elemento que implica su uso obligatorio, relegando el que puede ser una fuente de placer. En el mundo infantil, el universo fantástico se expande aún más desde las páginas de un libro.

Esa situación está avalada en nuestro país por la preferencia de los chicos por los autores nacionales, quienes después de mucho trabajo y dedicación han logrado sintonizar la misma frecuencia que los pequeños consumidores, que se han convertido en una tajada importante del negocio literario local.

Este «fenómeno» que no es tal si tenemos en cuenta el trabajo que han desarrollado los escritores nacionales a nivel de las escuelas, implica un cambio en el concepto de literatura infantil.

«En eso tuvo mucho que ver Roy Berocay. Recordemos que la literatura infantil acá siempre estuvo mal conceptuada», afirma la maestra Ana María Bavosi, responsable de Libruras, local que trabaja con este tipo de oferta literaria. Al respecto opinó: «La situación se debe fundamentalmente a un problema de desconocimiento. Acá los que escriben miran muy desde arriba a quienes lo hacen para niños, pero eso está cambiando. No se le da mucha importancia a las incursiones de autores como Quiroga o Espínola en ese terreno. Luego hubo un gran silencio previo a la dictadura donde se afirmó un tipo de literatura didáctica en función de la pedagogía; yo considero que eso hace mucho mal. Eso se empezó a modificar».

En cuanto al fenómeno de los niños como grandes consumidores de literatura, Bavosi sostiene que «si bien la historia de la literatura infantil tiene unos 400 años, esta situación es más nueva. Tengamos en cuenta que una cosa es el libro para niños y otra es la literatura. En el libro entra todo lo que es la industria editorial, en cambio la literatura es del autor y tiene respaldo de adultos y de niños».

El fenómeno Harry Potter

«Agota porque le gustó a los niños», dice Bavosi respecto a la escritora británica JK Rowling, autora de Harry Potter. «Lo demás esta todo por verse. A mí me parece que escribe bien, es seria pero se transformó en un gran negocio, lo cual escapa a su control».

Roy Berocay, uno de nuestros más encumbrados creadores, afirma que la obra «es entretenida, pero creo que es un fenómeno más de venta que de lectura». ¿Qué le gusta a los niños?, podrá preguntarse más de un editor y sobre ello Bavosi asegura que «hay formas de saberlo, pero hay que hacer estudios serios».

Respecto a la confrontación entre la literatura y otros medios de entretenimiento, Bavosi asegura: «El problema está en los padres que no imponen un equilibrio en la oferta. Muchas veces los adultos no están preparados para estar con niños o para ser padres o docentes. Lo que me duele es el chico que crece sin libros. Aunque tenga las mejores máquinas, tiene una falta enorme».

«No es un mercado difícil de anticipar», asegura Viviana Etcheverría, de Alfaguara, empresa que tiene en este género un 26 por ciento del total de sus ediciones, correspondiendo el ochenta por ciento a autores nacionales. «Hoy en día tenemos una edición nacional muy fuerte, independientemente de lo que llega del exterior. Creo que el ‘feeling’ logrado entre los autores locales y los chicos pasa por la identificación que tienen».

Aletea es una empresa que basa su trabajo en material importado. La casi totalidad de la oferta corresponde a autores extranjeros, siendo los más destacados el brasileño Ziraldo, la Editorial Norma de Bogotá, fundamentalmente su colección Buenas Noches, y el material del imperio Disney.

Mariela Batalla es la encargada del área literatura infantil y aclara: «El fenómeno viene de mucho tiempo atrás, no es algo nuevo. Creo que es importante que en las escuelas estén trabajando mucho con autores nacionales y eso los lleva a seguir leyendo. Lo que también tengo claro es que si el niño lee más, también el adulto lo hace».

Sobre el peso real que tiene Disney, Batalla afirma: «No es suficiente para opacar a otras obras. Disney ha tenido una problemática importante para situar las edades, por ejemplo con Dinosaurios. Fue muy duro vender sus libros. Los niños más pequeños no la entienden, igual que a Atlantis«.

«La situación mejoró cuando se le puso un poco de cabeza al asunto. Nuestra experiencia indica que cuando fuimos a las escuelas, los chicos inmediatamente se acercaban a ver los libros. El trabajo en los colegios fue lento pero el crecimiento es constante. Eso nos llevó a que hoy tengamos ventas interesantes con autores a los que los chicos siguen». Además se deben superar los problemas de los adultos para ponerse en el lugar de los niños. «Los intereses de los chicos de hoy no son los mismos que se manejaban antes», sostuvo Batalla.

Movida escolar

«La literatura es un puente para transmitir afectividad», sugiere Sergio López, Premio Nacional de Literatura por Una casa para el tiempo.

El también maestro destituido sugiere que «lo que enriquece a la literatura infantil no es enfrascarse en un solo tema, sino que hay que ofrecer alternativas, además el autor debe escribir sobre cosas que sienta». Reconoce la confusión que ha existido entre la pedagogía y la literatura. «La literatura para niños se inició como un intento de educar a los chicos».

Roy Berocay es una de las autoridades en la materia si tenemos en cuenta el éxito arrollador que ha mantenido como escritor. «Este fenómeno se dio a través del interés espontáneo de los docentes que empezaron a adoptar a los autores uruguayos en las escuelas.

A raíz de ello nos empezaron a invitar a las escuelas y eso fue generando todo un movimiento. Lo bueno es que esto ha determinado un acercamiento de los gurises a la literatura y al hecho de escribir. Hay muchos que escriben y lo hacen muy bien».

Berocay cree que un factor determinante para el éxito de los escritores locales es la identificación que los chicos tienen con sus personajes. «Se ha dado una cuestión de identificación con los personajes, en la medida en que éstos son muy uruguayos. Esa situación no se da con la televisión ni con otro medio», dice el autor, músico y periodista.

Planteada la dicotomía literatura-medios audiovisuales, Berocay sostiene: «Un chico necesita ver televisión para formar parte del mundo, de otra manera quedaría aislado. Así como ver TV todo el día es nocivo, también lo es si lee ocho horas diarias. Creo que acá la televisión jamás apostó a la ficción y menos en una temática para niños. Lo que se hace es para venderles cosas». *

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