Una uruguaya al otro lado del río

Su propuesta «for-export» en dos por cuatro, aparece en afiches y postales bilingües que se han incorporado a los itinerarios de los más selectos contingentes turísticos que visitan la ciudad, a la que Gardel anunciaba que cuando la volviera a ver, no habría más penas ni olvidos para él.

Y en ese boliche que respira «porteñidad» se reúnen  tal cual lo promocionan en sus folletos- las almas tangueras que se concentran en sus pequeños olimpos ciudadanos», pero también es figura central una mujer que canta tangos como los dioses, siempre y cuando los dioses fuesen capaces de hacerlo. Se llama Arlett Fernández, y es uruguaya.

Su presencia en la noche porteña es hoy por hoy uno de los puntos más destacados del mundo tanguero en la vecina orilla, y tanto la crítica especializada, como los amantes incondicionales o circunstanciales del ritmo canyengue ciudadano, y los empresarios del medio, la destacan como una de las voces más representativas del tango rioplatense.

Arlett Fernández hace varios años ya que canta. Incursionó por el folklore y hace unos años tuvo una relevante actuación en el festival de Cosquín, pero cantando tangos. En nuestro país ganó algunos importantes certámenes, pero  como lamentablemente sucede con infinidad de artistas uruguayos- recién tuvo su reconocimiento cuando se animó a «cruzar el charco». Allí, con su voz y su estilo, y de la mano de otro uruguayo triunfador, el periodista Víctor Hugo Morales, ha logrado conquistar a un público exigente, que sabe mucho del tema y que no tiene ningún tipo de reparos en consagrar a un intérprete, más allá de su nacionalidad. Por eso, Arlett Fernández, montevideana de pura cepa, está hoy en el corazón de la noche porteña cantando en uno de los principales escenarios, su imagen es el centro de postales promocionales y un CD suyo grabado recientemente está ya a la venta en las principales disquerías argentinas.

Quizás para definirla, bastaría reproducir un comentario que hiciera el propio Víctor Hugo Morales en un reportaje televisivo que le efectuaran recientemente al referirse a Arlett Fernández. Dijo luego de elogiar su estilo y su voz: «Debo confesar que hay un tema, ‘La Morocha’ que después de Virginia Luque, nadie logró una versión tan hermosa como la de Arlett».

Los uruguayos que viajen a Buenos Aires y que quieran escucharla, no tienen más que ir hasta Chiquilín Tango en la calle Montevideo 310-Paseo de la Plaza, a pocos metros de la mística Avenida Corrientes y a cuatro o cinco cuadras del Obelisco símbolo de la gran ciudad.

Al entrar a «Chiquilín Tango» verá en un folleto que le entregan dice»: con el más puro espíritu porteño». Pero la voz que personalizará ese espíritu, será la de una uruguaya. Se llama Arlett Fernández, y seguramente usted aquí, nunca la escuchó ni la vio en televisión ni en los principales escenarios. Es lógico. «Vivía allí nomás, a la vuelta de casa». *