SÁBATO

Un nuevo aniversario de Ernesto Sábato. A 111 años de su nacimiento

El viernes 24 de junio se cumplirá un nuevo aniversario del nacimiento del escritor argentino Ernesto Sábato, autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón, el exterminador”, sin duda títulos mayores de la literatura universal.

Ernesto Sábato.
Ernesto Sábato.

Desde su primera publicación en 1945  “Uno y el universo” hasta sus libros más recientes, “Antes del fin” (1998) y “La resistencia” (2000), Sábato quien nació el 24 de junio de 1911, en Rojas, provincia de Buenos Aires y falleció el 30 de abril de 2011 apenas dos meses antes de cumplir cien años, se destacó no sólo en lo estrictamente literario, sino que además incursionó en la ciencia -en 1938 se doctoró en ciencias físico-matemáticas-  y también se destacó en la pintura, debe recordarse que, entre otras obras Sábato realizó una serie de retratos de escritores a los que admiraba: Kafka, Nietzsche, Poe, Dostoievski, Sartre, Virginia Woolf,  Baudelaire, son algunos de esos intelectuales que en sus retratos se ven desesperados, trágicos, atormentados, sufrientes al igual que los personajes de sus novelas.

A todo esto se suma que Sábato presidió entre 1983 y 1984, la CONADEP, Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. El trabajo de dicha comisión fue editado en el libro “Nunca más”, también conocido como “Informe Sábato”, investigación fundamental para el enjuiciamiento de las juntas militares que encabezaron la pasada dictadura en Argentina. Su casa ubicada en la calle Langeri 3135, Santos Lugares, Provincia de Buenos Aires, es desde 2014 un museo de la memoria custodiado por sus nietos.

Un pequeño libro y todas las respuestas

Este nuevo aniversario de su nacimiento trae el recuerdo de un atardecer porteño un año antes de que la dictadura se instalara en el país hermano en marzo de 1976.

Era el verano de 1975. Yo estaba en Buenos Aires. En una tardecita de finales de febrero, solo y abandonado a mi suerte, me encontraba caminando por el Pasaje de la Piedad, en la zona de Congreso, rumbo a la casa de una gente amiga que me había ofrecido cobijo en el recién iniciado exilio. Fue allí -en ese extraño pasaje peatonal en forma de herradura- que de pronto, en un hombrecito de anteojos que observaba con atención las fachadas de las antiguas edificaciones, reconocí al escritor de una de mis novelas favoritas: “Sobre héroes y tumbas”. Entonces, de pronto su frágil y menudo adquirió para mí la dimensión de un gigante y fue así que  venciendo la timidez, mi propia timidez,  me le aproximé preguntando ¿usted es Sábato?

Por un instante me miró fijamente por sobre el grueso aro de sus lentes y, seguramente avisado por la entonación de mi voz, me respondió con otra pregunta: ¿sos uruguayo?  Tras mi respuesta afirmativa y luego de confesarle mi admiración y las causas por la cuales yo estaba en Argentina, me invitó a caminar juntos hacia el Café de La Paz -una especie de Sorocabana- ubicado en la avenida Corrientes esquina Montevideo y que lamentablemente no resistió a la pandemia y cerró su puertas en marzo de 2021.  Pero era 1975 y una vez allí, Sábato, tras ser saludado por varias personas me ofreció un lugar en su mesa. Preocupado por mi situación de perseguido por la dictadura uruguaya, me sugirió algunas cosas, entre ellas, no frecuentar ciertos lugares.

Luego de beber varias tazas de café, la conversación derivó inevitablemente hacia la literatura.

Yo, con apenas veinticuatro años y deslumbrado por la ventura de estar compartiendo ese instante de vida con alguien de su talla, le preguntaba acerca del arte de escribir.

En esos días él había publicado un librillo artesanal titulado “Carta a un joven escritor”. Introdujo una de sus manos en su ajado portafolios de cuero que descansaba en una silla contigua y extrayendo el libro de su interior me lo obsequió. Allí, en ese pequeño libro estaban, están todas sus respuestas.

Y allí, en una de sus páginas se puede leer: “Si estás dispuesto a sufrir, a desgarrarte, a soportar la mezquindad y la malevolencia, la incomprensión y la estupidez, el resentimiento y la infinita soledad, entonces sí… entonces estás preparado para dar tu testimonio… La verdadera justicia solo la recibirás de seres excepcionales, (seres) dotados de modestia y sensibilidad, de lucidez y generosa comprensión”.

Y aquí, en este Montevideo al sur como otrora en Buenos Aires, con Sábato ahora en la memoria, en un nuevo aniversario de su nacimiento y parafraseando con sus palabras, melancólicamente me recuerdo sintiendo las primeras gotas de una lluvia en la tierra reseca de mis calles y sobre los techos de zinc: “que llueva que llueva la vieja está en la cueva” hasta que los pájaros canten nuevamente y otra vez corramos descalzos a empujar los barquitos de papel.

Jorge Yuliani
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