Marcelo Danza: No debemos cambiar las prácticas del diálogo y el debate fraterno por la confrontación sorda

El decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), Marcelo Danza, difundió una carta en la que manifiesta su posición sobre la discusión que se generó por el hecho de que las intergremiales de la casa de estudio colocaron en la fachada de la facultad (previo al referéndum del 27 de marzo) una pancarta a favor del “Sí” a la derogación de 135 artículos de la LUC, la cual luego fue retirada. “No quiero gastar ni un gramo de energía en aportar a que la división y la intolerancia crezcan en nuestra sociedad, menos aún en nuestra Universidad”.

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Días antes del referéndum del 27 de marzo, el diputado del Partido Colorado Felipe Schipani entregó una carta a Danza en la cual solicitaba el retiro del cartel por el “Sí” que estaba firmado por las intergremiales de la FADU.

El parlamentario se refirió al hecho a través de las redes sociales y dijo que se trataba de un cartel con fines proselitistas que violaba el artículo 78 de la Constitución de la República. “No está bien que la Universidad se embandere con una de las opciones”, dijo y agregó que además en la facultad, en el día del referéndum, habría mesas de votación.

Por su parte, Danza manifestó en su misiva que antes del pedido del legislador colorado, el rectorado de la Universidad de la República (UDELAR) ya había ordenado retirar todo tipo de cartelería a favor de cualquiera de las opciones que hubiera dentro y fuera de los locales universitarios, y añadió que no se deben cambiar las prácticas del diálogo y el debate fraterno por la confrontación sorda.

La carta

He aquí la carta del decano de la FADU, Marcelo Danza:

“A la querida comunidad FADU:

A ustedes me debo en tanto hace ya más de cuatro años me confiaron la enorme responsabilidad de ser el decano de nuestra Facultad. Es mi desvelo cumplir con las altas aspiraciones de nuestros estudiantes, docentes, egresados y funcionarios. En ello pongo toda mi pasión y energía. Es por eso que me resulta imprescindible compartir con ustedes la información precisa y una reflexión sobre lo ocurrido en la última semana.

Ha sido un momento duro, he pasado por todo tipo de presiones y he tenido que tomar opciones que siento la necesidad ética de explicitar y compartir con ustedes.

En la semana previa al referéndum que se desarrolló el domingo pasado, nuestra Facultad ocupó espacios en la prensa y en las redes sociales a causa de un cartel colocado por la Intergremial de FADU en su fachada. En él, los gremios representados en ella: CEDA (Centro de Estudiantes de Diseño y Arquitectura), ADUR-FADU (Asociación de Docentes de la Universidad de la República FADU) y AFFARQ (Asociación de Funcionarios de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo) se manifestaban en defensa de la enseñanza pública y a favor de una de las opciones que se ponían a consideración de la ciudadanía.

Como todas y todos sabemos ese espacio específico ha sido -al menos en los últimos cuarenta años- un lugar de expresión de los colectivos de Facultad. Tanto estudiantes como docentes y funcionarios, siempre que firmaran y se hicieran responsables de sus consignas, han encontrado allí un espacio de visibilidad en donde compartir con la población sus ideas y posturas frente a las diversas problemáticas por las que ha atravesado nuestra sociedad. Si bien esto no ha estado exento de polémicas, de voces a favor y en contra, este criterio se sostuvo ininterrumpidamente sobre la base de la valoración de la construcción de un espacio universitario de apertura y debate, de compromiso con el pensamiento y el conocimiento, con la libertad de opinión y la manifestación de ideas. Nuestra Facultad ha logrado construir, en este marco y gracias al esfuerzo de todas y todos, un espacio fraterno de convivencia en el que esgrimir posturas no significa acallar otras. Un espacio genuinamente universitario en el que la expresión de las ideas no sean reprimidas, perseguidas o censuradas. No hay confusión respecto a cuáles son las posturas gremiales o de los colectivos y cuáles son posturas institucionales. El libre pensamiento y expresión es estimulado y amparado. Ese -entendemos- es el mandato intelectual de la universidad pública.

En los días siguientes a la colocación del cartel recibí consultas de diversos actores de la vida política y profesional, así como de miembros del cogobierno de FADU, acerca de la ubicación del cartel y su vínculo con posturas institucionales de FADU o UDELAR. En todos los casos contesté personalmente, tomándome el tiempo para explicar que el cartel de referencia había sido puesto por la Intergremial de FADU, que estaba debidamente firmado y que representaba su opinión y no la de la Institución, en tanto esta no se había expedido al respecto. Se me hizo la consulta específica de si otros gremios que forman parte de la FADU podían poner un cartel de igual tamaño con su mensaje a la población y apoyando la opción opuesta. Con claridad y contundencia contesté que sí, que podían hacerlo cuando quisieran.

El día martes por la mañana recibimos instrucciones claras por parte de rectorado de retirar en el día jueves en la noche todo tipo de cartelería a favor de cualquiera de las opciones que hubiera dentro y fuera de los locales universitarios. Así se le informó a la Intergremial de FADU que se comprometió a retirarlo el día solicitado por Rectorado a las 22 hs.

El jueves por la mañana, las redes sociales amanecieron con todo tipo de falsedades y agravios hacia mi persona. Luego del mediodía se presentó el diputado Felipe Schipani en las oficinas de decanato e hizo entrega a una Asistente Académica de una nota en la que solicitaba el retiro del cartel de referencia por entender que éste violaba el principio de laicidad. Si bien me encontraba en ese momento trabajando en la Facultad, mantenía una reunión en otra dependencia por lo no estaba en la oficina del decano.

Schipani entregó la nota y no esperó mi retorno para poder hablar personalmente. Realizó luego un video en la puerta de nuestra casa de estudios que difundió en redes sociales en el que explicitó la entrega de la nota y los motivos que la fundaban.

Llegué a mi oficina apenas unos minutos después de que él se retirara. Lamentablemente Schipani no me esperó ni coordinó su visita. Hubiera sido para mí un honor recibir en nuestra Facultad a un diputado nacional, como ya lo he hecho en otras oportunidades con representantes de todos los partidos políticos. Hubiera querido recibir personalmente sus visiones del tema, sus críticas y sugerencias.

Hubiera querido también cambiar ideas respetuosamente y ¿por qué no? rever también algunas de nuestras posturas si el buen diálogo y los argumentos lo ameritaban. Hubiera querido -y todos quienes me conocen saben que esto es así- conversar sobre nuestras perspectivas del momento y sobre el mejor camino para nuestro gran objetivo común: la educación pública. Así actuamos normalmente.

Hubiera sido mi deseo recibirlo personalmente, explicitarle los criterios y principios de conducción universitaria que maneja nuestra Facultad desde hace décadas, nuestra intención de mantener el clima universitario de respeto, de debate y de crecimiento académico e intelectual. También hubiera podido informarle que en algunas pocas horas el cartel sería retirado de la fachada de Facultad.

Lo que pasó posteriormente me lleva a una reflexión que tengo la necesidad espiritual de compartir con ustedes, a quienes me debo antes que a nadie.

El criterio utilizado desde hace décadas por nuestra Facultad sobre la expresión de sus colectivos y gremios puede ser compartido o no. Puede estar equivocado y ser modificado si así lo entienden las autoridades universitarias o puede estar correctamente encuadrado y ser sostenido. Corregiremos nuestro proceder con la tranquilidad de siempre si fuera necesario. Hemos solicitado los informes correspondientes al Departamento de Jurídica de UDELAR y volveremos a propiciar una discusión sobre el tema en el Consejo de nuestra Facultad y en el Consejo Directivo Central de la Universidad.

Lo que no debemos hacer, querida comunidad FADU, es bajar el nivel de nuestra construcción democrática y universitaria. No debemos cambiar las prácticas del diálogo y el debate fraterno por la confrontación sorda y la invención de enemigos. No en el ámbito universitario. Ese camino sólo nos conducirá a un empobrecimiento intelectual sin retorno.

En 32 años ininterrumpidos de entrega a la vida académica he hecho del estímulo al libre pensamiento y a la creatividad mi principal desafío. A eso apuesto, a eso dedico mi vida, en eso creo. Quienes me conocen como profesor saben de mi constante estímulo a estudiantes y a docentes al pensamiento crítico, al cuestionamiento a las tantas áreas de confort y respuestas fáciles en el que el propio conocimiento suele caer. Quienes han compartido conmigo la actividad de cogobierno y de gestión universitaria saben también de mí respeto y trabajo colaborativo con todos los espacios gremiales con representación en nuestra Facultad: CEDA, CGU, ADUR, SAU, CPU, y AFFARQ. Saben de mi aprecio y cuidado por todos los colectivos y todos los individuos.

Debo compartir con ustedes que se hace difícil pensar en cómo seguir adelante luego de todo lo ocurrido.

¿Es este el escenario futuro que debemos aceptar?

¿Deberemos prepararnos para una inexorable nueva realidad de agravios, descalificación y fractura?

¿Será el destino de la universidad ser una pieza más de esa performance de redes sociales tan distante del sentido de la construcción académica?

¿Tan rápido habremos olvidado la importancia de preservar los espacios de pensamiento y generación de conocimiento como real reservorio de ciencia y cultura?

¿Es que acaso aceptar los desafíos de conducción universitaria significa firmar un cheque en blanco a la exposición en la baja arena mediática montada en torno a las redes sociales?

Debo decir que no estoy preparado y no quiero prepararme para ese escenario.

No quiero gastar ni un gramo de energía en esto ni aportar a que la división y la intolerancia crezcan en nuestra sociedad, menos aún en nuestra universidad.

No aceptaré ni estimularé el odio como algo normal, liviano o divertido.

Quiero seguir siendo un profesor universitario, amo la docencia y las disciplinas que se enseñan en nuestra Facultad. Quiero continuar estimulando en este espacio el libre pensamiento y la convivencia creativa y democrática. Quiero seguir siendo arquitecto y dedicar mi energía a pensar y diseñar espacios de encuentro que den placer y calidad de vida a todas las personas.

Pensar el futuro, imaginar, proyectar y construir mejores escenarios de vida y convivencia; dialogar con los colectivos, buscar puntos de encuentro: esa es mi vocación. Por eso dedico mi vida a la arquitectura y a la vida académica.

No me desviaré de ese camino.

Marcelo Danza”.

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