HISTORIAS DESOBEDIENTES

Hijas de represores argentinos participaron de la marcha #NiUnaMenos

En el marco de la marcha #NiUnaMenos hijas de represores de la última dictadura militar (1976-83), salieron por primera vez juntas a la calle para decir que no avalan, y rechazan enérgicamente lo que hicieron sus padres.

Hijas de represores argentinos participaron de la marcha #NiUnaMenos.
Hijas de represores argentinos participaron de la marcha #NiUnaMenos.

El sábado pasado se realizó una nueva marcha de #NiUnaMenos contra la violencia machista y los femicidios tanto en Uruguay como en Argentina.

De la movilización en Buenos Aires participaron miles de personas, sin embargo un grupo de siete mujeres llamó la atención: por primera vez, hijas de represores de la última dictadura militar (1976-83) salieron juntas a la calle para decir que no avalan y rechazan enérgicamente lo que hicieron sus padres.

Las mujeres se nuclean bajo una agrupación que tiene lema «Historias desobedientes”, a través de la cual quieren colaborar en la recolección de datos para los familiares que aún hoy buscan a sus hijos y nietos desaparecidos.

En la marcha llevaron por primera vez un cartel que las identificaba:»Historias desobedientes. 30 mil motivos. Hijos e hijas de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia».

El encuentro de las hijas de los genocidas argentinos surgió el mes pasado, luego de la marcha contra la polémica sentencia del Tribunal Supremo que había autorizado aplicar la ley de 2×1 para los genocidas. Medio millón de argentinos se manifestaron frente a la sede presidencial para rechazar la medida, que luego fue suspendida por el Parlamento.

Entre la multitud estaba Mariana D. hija del excomisario de la policía bonaerense, Miguel Etchecolatz. Mariana se cambió el apellido hace un año y en una extensa entrevista con la revista Anfibia dijo que fue la primera vez que se animó a participar de una movilización en defensa de los derechos humanos.

La hija del represor argentino Miguel Etchecolatz describió a su padre como «un ser infame, no un loco»

La hija del genocida argentino Miguel Etchecolatz manifestó por primera vez públicamente el…

A raíz de su relato, Erika Lederer hija del segundo jefe de la maternidad clandestina del Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura también decidió darse a conocer y aseguró: “No elegimos la negación ni la complicidad. Los hijos de genocidas no avalamos jamás sus delitos. Por pocos que seamos, podríamos juntarnos para aportar datos que hagan a la construcción de la memoria colectiva”, sugirió en su página Facebook “Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía”.

Tras su publicación recibió un mensaje de Analía Kalinec, hija del Doctor K, Eduardo Emilio Kalinec, que estuvo en los centros clandestinos de detención Atlético, Banco y El Olimpo de la ciudad de Buenos Aires. “Nos vemos hermanadas en un padre genocida que nos lastima y nos obliga a reconstruirnos. Elegimos levantar la cabeza y poder mirar a los ojos a nuestros hijos, a nuestras Madres y a nuestras Abuelas”, fue lo que le escribió Analía.

Tras la participación en la marcha de #NiUnaMenos Lederer dijo a Página 12 que lo primero que piensa en cuanto a las reivindicaciones de la marcha de las mujeres es en su mamá: “Esa es la primera imagen que me viene a la cabeza: nuestras madres que acompañaban a estos milicos. Ellas eran sin duda las hijas sanas del Patriarcado y de ese Estado también muy patriarcal”.

Mientras que explicó que no es casual que hayan elegido justo una marcha contra la violencia machista para darse a conocer como agrupación.

“La violencia que se ejercía en mi casa en particular y en muchas casas de genocidas contra los más vulnerables, que siempre somos los niños, los niños que éramos entonces, hizo que tanto tener que callarme la boca tenga consecuencias. Eso obviamente talla tu personalidad, te hace repetir mandatos. Repetimos a veces ciertos patrones de violencia, tratando de desarmarlos ahora de grandes, porque de niña era normal que se nos pegue, que la mujer esté en un lugar de obsecuencia. Hoy en día puedo decir ‘no quiero más violencia’. La violencia que ejercieron en casa generó que de grande terminara eligiendo parejas violentas. El movimiento Ni Una Menos ayudó en parte a ir repensando todo eso que aprendí en mi casa», concluyó.

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