La derrota de las letras

Juan y José ordenaban las letras.

Su trabajo era tan perfecto ,

que derivó en una forma de gobierno envidiable.

Juan administraba las pequeñas letras, en pequeñitos cajones,

junto con los puntos, las comas, las diéresis y las comillas.

José se ocupaba de las grandes letras, grandes como árboles,

y las acondicionaba en enormes galpones y bibliotecas.

El Premier del Gobierno, no tenía mayor trabajo, pues

cuando de hacer leyes se trataba, las pequeñas y grandes letras

hacían su trabajo a la perfección.

Y pasó que un día, las grandes letras y las pequeñas, descubrieron

que tenían su cuota de poder.

Se juntaron en la Plaza Mayor, y formaron tal entrevero

que ni Juan ni José pudieron ordenarlas de ninguna manera.

Las Leyes se covirtieron en un caos, como el gobierno.

Juan y José fueron los supuestos culpables.

No supieron explicar la rebelión de las letras.

Y así fué que las letras perdieron su poder,

y fueron reemplazadas por los números

que eran menos, pero mejor organizados.

Así fué que las letras fueron dejadas de lado.

Y así fué que los números gobernaron .

Y perdieron su trabajo Juan y José,

porque los números se ordenaban solos.

Y los cajones y los galpones estaban repletos de números.

Los que podían guardarse en un bolsillo

y los grandes como Palacios.

Y quedó el Océano repleto de letras ahogadas,

y la Tierra sembrada de números florecientes.

Florecientes de poder.

De poder juntarse en la Plaza Mayor,

y desordenarse para siempre.

Marcelo Braselli
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