PEDIDO

Gandini renunció a ser candidato a la Intendencia de Montevideo porque Lacalle Pou se lo pidió

El diputado nacionalista, y ex candidato a la Intendencia de Montevideo, Jorge Gandini, aseguró que renunció a su candidatura a gobernar la capital del país, porque el ex presidenciable blanco, Luis Lacalle Pou, le pidió en “forma legítima” que desistiera, porque él no era su candidato.

Gandini afirmó que Lacalle Pou le pidió en “forma legítima” que desistiera, porque él no era su candidato.

Gandini decidió a fines de octubre renunciar a la candidatura a la Intendencia, luego de haber comenzado una campaña en forma anticipada.

En entrevista exclusiva con LA RED 21, Gandini explicó los detalles de su decisión.

“Hay compañeros que en forma legítima entendieron que había un candidato mejor que yo y eso ingresa en el terreno de lo subjetivo, pero también de lo legítimo. En democracia, las mayorías mandan y máxime si me lo pide el candidato presidencial del Partido Nacional y como parte de su camino hacia la Presidencia, el que es el objetivo mayor del cual soy comprensivo y funcional”, aseguró Gandini.

-Gandini, ha sorprendido su renuncia “indeclinable” a la carrera por  la Intendencia de Montevideo, cuando hace más de tres años usted lanzó su candidatura, ya tenía una estructura confeccionada, y cuando optó por no ser convencional del Partido Nacional. ¿Qué lo llevó a adoptar tal decisión?

Son los riesgos asumidos y calculados cuando inicié este camino, hace más de tres años. Porque yo no pedí permiso, garantías, o apoyo, y no hice acuerdos. Si hubiera hecho eso, no me lo hubieran dado y, por lo tanto, no hubiese iniciado tal camino.

Conozco bien a mi partido y sus reglas de juego, las cuales no reprocho.

Para cambiar Montevideo, mi consigna fue: “dejar de decirlo y hacerlo”, para ello había que comenzar un camino largo, construir una alternativa y liderar un proceso, para no llegar al día después de las elecciones nacionales, y con el resultado a la vista, buscar algún compañero que cargara con la cruz y fuera al destino conocido, de perder otra vez.

Pero como no pedí apoyos, ni garantías, ni permiso, también sabía que llegado el tiempo de las decisiones, podría suceder que no fuera yo el candidato con respaldo dentro del Partido Nacional.

En algún momento expresé en forma pública que iniciaba el proceso como si fuera una “larga maratón”, y que corría el riesgo de que cuando estuviera cerca de la meta me avisaran que era una “carrera de postas” y, por tanto, la tenía que pasar a otro.

También dije que si así fuera, y si le tenía que entregar la posta a alguien mejor que yo, me quedaría satisfecho de haber realizado el recorrido.

Es decir que mi proceso no fue solo para ser candidato, sino para cambiar la lógica con la cual el parido enfrenta su dificultad histórica, estructural y cultural en Montevideo.

Luego de las elecciones internas cambiaron las mayorías en el Partido Nacional. Las nuevas mayorías optaron, en forma legítima, por nombrar su candidato y frente a esa realidad incontrastable yo di un paso al costado, porque así se me lo solicitó.

En la campaña electoral decidí no hablar para no perjudicar al partido. Pero tampoco es saludable para mí que se interprete que bajé mi candidatura después de conocer el resultado de las elecciones nacionales.

El Partido Nacional eligió otra senda. Mi estrategia era recorrer un camino largo de acumulación, de legitimación y cercanía con la gente para que durante la campaña preelectoral nacional pudiera posicionarme, y luego de tales comicios seguir andando rumbo a las departamentales. Es decir, hacer el remate de campaña y no para comenzar.

Pero esa estrategia no fue compartida. Las mayorías partidarias resolvieron impulsar otro candidato, se le ofreció la candidatura al ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Sebastián Bauzá, de lo cual supe dos semanas después de las elecciones internas de junio. Luego se me pidió con afecto partidario dar un paso al costado para que Bauzá pudiera ser presentado como un anuncio de campaña pre electoral, lo cual después no sucedió.

Yo no cuento con el respaldo de la mayoría partidaria, y aunque ahora contara con dicho respaldo, no sería candidato porque significaría una contradicción contra mi plan estratégico. No estoy dispuesto a ser candidato de último momento, y menos candidato por descarte. Quedará para otra vez.

-¿Qué argumento le dieron cuando le solicitaron que declinara a ser candidato a intendente?

Hay compañeros que en forma legítima entendieron que había un candidato mejor que yo y eso ingresa en el terreno de lo subjetivo, pero también de lo legítimo.

En democracia, las mayorías mandan y máxime si me lo pide el candidato presidencial del Partido Nacional y como parte de su camino hacia la Presidencia, el que es el objetivo mayor del cual soy comprensivo y funcional.

Si primero está el partido, como siempre decimos, entonces hay que ayudar al partido y creo que así lo hice.

-El Partido Nacional ha realizado en los últimos años la misma estrategia hacia las elecciones departamentales. ¿Eso puede ser negativo para su colectividad política?

-Ha tenido que optar siempre por cargarle la cruz a un político que es el único que se puede hacer cargo en tres meses de levantar las banderas del partido, sabiendo que su destino es la derrota.

Es absolutamente negativo. Por tal motivo opté por comenzar antes, para lograr mejores resultados. Creo que el Partido Nacional ha tomado una muy mala decisión.

-¿Eso es un error del partido?

-Es un error nuestro, del cual yo también me hago cargo. Hemos dejado siempre ese tema para último momento, después de las elecciones municipales, todos nos juntamos y en la reflexión y el análisis decimos que eso no lo tenemos que hacer más, sin embargo  …

Fue por eso que “pateé el tablero”, porque si esperaba a que todos nos pusiéramos de acuerdo en un candidato, nadie daba el puntapié inicial.

Tenía que demostrar que había un espacio vacío, que la Intendencia de Montevideo no tenía enfrente un contradictor de peso, capaz de marcar los errores e ir construyendo otros modelos de gestión, otra ilusión y sueño para la ciudad.

Porque no alcanza con decir que alguien es candidato y lanzar un jingle en los medios de comunicación, la gente tiene que confirmar y sentir que esa persona pertenece y quiere a la ciudad. Pero también que conoce sus problemas y oportunidades.

Montevideo es muy grande, no alcanza con mirarla desde un satélite o tener la última versión de Google Maps.  Mucho menos se puede tener la mirada en un solo Montevideo, porque hay muchos, tanto desde el punto de vista territorial, como social y económico.

Para saber, primero hay que conocer. Para hacer propuestas hay que escuchar y para ello hay que recorrer. La gente que viene a nosotros es mucho menos de la que está, uno tiene que ir a su encuentro. Pero ello requiere mucho tiempo.

Ahora, el Partido de la Concertación tiene que ir a buscar a Bauzá, quien fue elegido como candidato de la mayoría. Por tanto, tiene que decir que sí, porque todo esto se desencadenó porque con seguridad él dio la expectativa suficiente como para ser candidato.

De lo contrario, habrá que ir a buscar a alguien con sus características, es decir que no sea un político, porque todos quienes en las elecciones internas fueron candidatos a cualquier cargo por el Partido Nacional quedaron inhabilitados, en forma automática, para poder ser candidatos a intendentes, alcaldes o ediles por otro partido.

Por ello, para ser candidato a intendentes por el Partido de la Concertación tiene que haberse ‘reservado’, como lo hice yo que no soy integrante de la Convención ni del Directorio, o tiene que venir de afuera.

El futuro del Partido de la Concertación

-¿Usted cree que la Concertación tendrá que seguir adelante, o se deberá volver al sistema anterior, donde cada partido se presente por su lado?

Renunciar a la Concertación ahora sería como tirar la toalla. Sería como no haberse presentado al balotaje. Significaría un renunciamiento y un costo político que no creo que ningún dirigente blanco o colorado esté dispuesto a pagar.

Desde que creamos la Concertación hasta aquí; ¿qué ha cambiado?  Cuando se debatió y decidió crear este instrumento fue para ganar Montevideo con independencia del resultado nacional. Se ha perdido tiempo y la oportunidad de elegir un tercer candidato independiente, pero el objetivo sigue vigente.  Nada ha cambiado.

Los partidos deberán acordar un buen programa, y cada uno elegir un buen candidato para liderar ese proceso y convencer a los montevideanos que lo hacen no sólo para ganar, sino para gobernar bien y ahora.  Volver a lo anterior presentándose por separado, es entregarse y resignarse a otros cinco años del Frente Amplio en la Intendencia y en la titularidad de cada uno de los ocho municipios. Juntos nos pueden ganar, pero separados, es seguro que no se puede ganar.

-¿Cómo se siente con su partido, luego de esta situación? Porque me imagino que después de haber luchado por su candidatura, desde el punto de vista personal pude ser una desilusión.

-Sí. Pero ni un solo reproche. Hace muchos años que estoy en la actividad política y sé que las cosas son así. Siento, en todo caso, que no fui capaz de superarlas.

Yo hice una apuesta, la cual fue no acordar con el sistema, sino con la gente. Suponía que si me iba bien con la gente el sistema me apoyaría, pero no pude. Creo que me fue bien con la gente, en términos generales tengo una buena opinión, pero no me fue bien con las estructuras, con los dirigentes, pero son las reglas de juego.

Hay compañeros que en la evaluación, bien o mal, dicen que Gandini votó mal en las internas cuando todos saben que en la interna no se elegía candidato a intendente para Montevideo. Yo que apoyó a Jorge Larrañaga, lo respaldé con todo y no nos fue bien. Pero no estuvo plebiscitada la figura de Gandini, ni ninguna otra, y menos la de Bauzá.

La autocrítica es que no tuve el talento, la inteligencia o las fuerzas suficientes como para doblegar esas internas que se ponen en juego cuando se disputan lugares de primera línea.

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