NICARAGUA

«Declaración urgente por Nicaragua», intelectuales y activistas rechazan la violencia y responsabilizan a Ortega

"¡Qué puede doler más que la ironía de un líder que se dice revolucionario, emulando las prácticas criminales de aquel dictador contra el que se supo levantar!”, manifiestan cientos de intelectuales y activistas sociales sobre Daniel Ortega.

"Declaración urgente por Nicaragua", intelectuales y activistas rechazan la violencia y responsabilizan a Ortega
«Declaración urgente por Nicaragua», intelectuales y activistas rechazan la violencia y responsabilizan a Ortega

Importantes intelectuales, activistas sociales y académicos de todo el mundo manifestaron su rechazo a la violencia política que atraviesa Nicaragua y responsabilizaron al presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.

Maristella Svampa (socióloga y escritora, Argentina), Raúl Zibechi (Periodista, Uruguay) Horacio Tarcus (Historiador, Argentina), Pablo Alabarces (profesor e investigador, Argentina), Ezequiel Adamovsky (Historiador, Argentina), Beatriz Sarlo (ensayista, Argentina), Massimo Modonesi (Unam, México), Pedro Machado Orellana (Ecuador), Arturo Escobar (antropólogo, ambientalista, Colombia/USA) son algunos de los firmantes de la proclama que denuncia la violación a los derechos humanos que se vive en el país desde el pasado mes de abril cuando comenzaron las protestas de estudiantes y varios sectores sociales contra de reformas a la seguridad social que intentó decretar el gobierno.

«La indignación, el dolor, el sentido de frustración histórica son dobles cuando semejante aberración política es producto de líderes y gobiernos que se dicen de izquierda. ¡Qué puede doler más que la ironía de un líder que se dice revolucionario, emulando las prácticas criminales de aquel dictador contra el que se supo levantar!” señalan en la carta.

Los firmantes manifiestan su dolor por las vidas perdidas, pero también su indignación con la violencia estatal, especialmente cuando es acompañada por “el silencio cómplice de líderes políticos y referentes intelectuales (auto) proclamados de izquierda”.

“Denunciar esta situación tan dolorosa como inaceptable, alzar la voz contra los atropellos a las más elementales libertades y derechos que el actual gobierno nicaragüense viene realizando, no es sólo un deber de solidaridad humanitaria. Es también un acto y un llamado colectivo a defender la Memoria revolucionaria; a procurar evitar la consumación de esta degeneración política en curso», manifiestan.

«No hay peor latrocinio que la defraudación política de la esperanza de los pueblos. No hay peor saqueo que aquel que va dirigido a depredar las energías rebeldes por un mundo justo», aseguran.

Condenar públicamente la dictadura en la que se ha convertido el gobierno de Ortega-Murillo

Los intelectuales lamentan que los hechos sucedan en una tierra que supo ser un símbolo fuerte de la esperanza emancipatoria a fines de los ‘70 y que evoca la memoria de una de las “revoluciones más nobles y esperanzadoras de Nuestra América, como lo fue y sigue siendo Sandino”.

Sobre el presidente Ortega lamentan que «el otrora líder revolucionario, honrado por la confianza de su pueblo, hoy se ha convertido en dictador, ciego de poder y con sus manos manchadas de sangre joven».

“Alzamos nuestra voz para condenar públicamente la dictadura en la que se ha convertido el gobierno de Ortega-Murillo. Expresamos nuestra solidaridad para con el pueblo y la juventud hoy, una vez más, levantados en resistencia. Para apoyar y acompañar sus exigencias de diálogo y de paz, de poner fin a un gobierno ilegítimo y criminal que hoy usurpa la memoria sandinista”, concluye el texto fechado el 17 de julio.

Texto completo de la «Declaración urgente por Nicaragua»

Como intelectuales, activistas sociales y académicos, queremos manifestar nuestro profundo rechazo a la gravísima situación de violencia política estatal y de violación de los derechos humanos que atraviesa Nicaragua.

Por la presente, como intelectuales, activistas sociales y académicos, queremos manifestar nuestro profundo rechazo a la gravísima situación de violencia política estatal y de violación de los derechos humanos que atraviesa Nicaragua, responsabilidad del actual régimen de Ortega-Murillo, lo cual se ha traducido en unos trescientos muertos en los últimos tres meses.

La indignación, el dolor, el sentido de frustración histórica son dobles cuando semejante aberración política es producto de líderes y gobiernos que se dicen de izquierda. ¡Qué puede doler más que la ironía de un líder que se dice revolucionario, emulando las prácticas criminales de aquel dictador contra el que se supo levantar! Y esa indignación se hace más intensa aun cuando este panorama de violencia política estatal es completado con el silencio cómplice de líderes políticos y referentes intelectuales (auto)proclamados de izquierda. La connivencia de cierto establishment intelectual –una izquierda oficialista que suele arrogarse la representación exclusiva de la “izquierda” – ha mutado al calor del poder gubernamental en un sucedáneo del más desbocado cinismo.

Denunciar esta situación tan dolorosa como inaceptable, alzar la voz contra los atropellos a los más elementales derechos y libertades que el actual gobierno nicaragüense viene realizando, no es sólo un deber de solidaridad humanitaria, es también un acto y un llamado colectivo a defender la memoria revolucionaria; a procurar evitar la consumación de esta degeneración política en curso.

No hay peor latrocinio que la defraudación política de la esperanza de los pueblos.

No hay peor saqueo que aquel que va dirigido a depredar las energías rebeldes por un mundo justo.

No hay peor imperialismo que el colonialismo interno que se torna violencia opresiva revestido de retórica antimperial.

Todo eso está aconteciendo en Nicaragua. La tierra que fuera símbolo fértil de la esperanza emancipatoria a fines de los años setenta se ha convertido en un campo más de autoritarismo.

Se ha mancillado la memoria de una de las revoluciones más nobles y esperanzadoras de nuestra América, como lo fue y sigue siendo la de Sandino; la memoria de luchas anticapitalistas de un pueblo sufrido pero valiente, ahora pisoteada para (intentar) encubrir la típica violencia ordinaria de un régimen dictatorial más, de esos que sobran y se repiten en nuestra historia. El otrora líder revolucionario, honrado por la confianza de su pueblo, hoy se ha convertido en dictador, ciego de poder y con sus manos manchadas de sangre joven. Tal el paisaje violentamente amargo de nuestra querida Nicaragua.

Alzamos nuestra voz para condenar públicamente la dictadura en la que se ha convertido el gobierno de Ortega-Murillo. Expresamos nuestra solidaridad para con el pueblo y la juventud hoy, una vez más, levantados en resistencia. Para apoyar y acompañar sus exigencias de diálogo y de paz, de poner fin a un gobierno ilegítimo y criminal que hoy usurpa la memoria sandinista. Lo hacemos con la convicción de que no se trata sólo de “salvar el honor” del pasado, sino, sobre todo, de rescatar y cuidar las semillas emancipatorias del futuro, que hoy se han puesto en riesgo.

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