ANALISIS ECONOMICO - Cuando todo recae sobre las espaldas de los trabajadores

Salario mínimo y competitividad

Y en ese sentido ha enviado al Parlamento, previo planteo a los Partidos Políticos, un proyecto con esos dos fines (desligar el SMN y aumentarlo).

Sin embargo, más allá de los anuncios, el proyecto sólo prevé el desligue del SMN de las prestaciones y sobre el aumento del salario mínimo plantea su voluntad en la exposición de motivos.

En la ronda de contactos nuestra fuerza política, al mismo tiempo que planteó su acuerdo con el desligue, entendió que la nueva unidad de medida de las prestaciones (que no es el tema de esta nota) debía tener modificaciones y que en el proyecto debía plantearse el aumento inicial tanto de esa nueva unidad como especialmente del SMN.

Estos planteos fueron trasmitidos al ministro quien dijo que iba a consultarlos con el Poder Ejecutivo. No recibí la versión final del proyecto, es decir no tengo información de si las propuestas que me tocó trasmitir fueron tomadas en cuenta, pero por las versiones de prensa es claro que no se aceptó incluir un valor específico al aumento del SMN.

Como queda claro nuestra fuerza política no puede apoyar un proyecto por su voluntad de aumentar el salario mínimo y luego quedar a la espera de que esa voluntad se manifieste en un decreto del Poder Ejecutivo, porque hasta ahora no hay ningún indicador (con independencia de las personas que ejercen los cargos en el poder ejecutivo) para confiar en que se tomarán medidas en esa dirección.

Y la historia es el fiel demostrativo de la política que se ha seguido con este valor.

Sin tomar en cuenta las profundas pérdidas sufridas desde su creación en 1968, si tomamos la década de los 90, es decir años e que la economía uruguaya creció hasta 1989.

En 10 años (mientras la economía crecía) el salario mínimo nacional cayó a la mitad en su poder de compra (salario mínimo real de 1999 respecto a 1989).

La crisis profundizó la caída y hoy el SMN es de 39,16, es decir cayó 60% en 15 años: ¡Una barbaridad!

Si el salario mínimo nacional tuviera que valer hoy, lo que era en 1989, su valor debería ser 3.200 pesos y 3.800 si quisiéramos llegar al valor de 1985 al reiniciar la democracia.

Claro que si quisiéramos que su poder de compra fuera similar al que había antes de la dictadura, es decir en 1968, su valor hoy debería ser mayor.

El gráfico 1 muestra con claridad la caída del SMN en los años 90.

El proceso de la caída

Está claro que la caída no se explica por la crisis, ello tan sólo lo agrava, pues la caída principal se dio en los años 1992 a 1997 una mezcla blanqui-colorada de Lacalle y Sanguinetti.

A nadie le pueden quedar dudas que 1.310 pesos por mes o 7 pesos la hora (que es el valor actual del SMN con el ajuste de julio de 2004) es un ingreso indigno para cualquier uruguayo o uruguaya.

Pero para fortalecer esta afirmación vale la pena comparar el salario mínimo del país con la región, ya que economía con ingreso por habitante parecido, deberían tener salarios mínimo similares. Incluso por ese manido argumento de la competitividad deberían ser similares.

Sin embargo ello no es así; pasándolo a dólares el SMN en Uruguay es de 45 dólares, mientras que en Brasil es de 83, en Argentina 130 en el sector público y 170 en el sector privado y 200 dólares en Chile.

El gráfico 2 nos muestra esta situación (para el caso argentino se realizó un promedio entre el público y el privado).

Este análisis nos muestra que en el fondo la estrategia por la que ha optado la actual perversa política económica es la de competir en base a los bajos salarios; es decir recuperar la economía sobre las espaldas de los trabajadores.

Bajos salarios, condiciones de trabajo nefastas, desregulación laboral en toda su dimensión son las claves de lo que se llama una gestión libre de la fuerza de trabajo y que es la estrategia para captar inversión, única estrategia, que tiene esta política económica. Y no hay discurso voluntarista de afirmar públicamente que se quiere aumentar el salario mínimo nacional que cambie esta conclusión.

Es evidente que nuestra propuesta es todo lo contrario:

 

* Mejora del SMN urbano, rural y doméstico (desligado de las prestaciones de la seguridad social);

* Mejora progresiva de los salarios públicos iniciando el proceso por los más sumergidos (educación salud, justicia, policías);

* Mejora progresiva de los salarios privados en un marco de convocatoria generalizada y obligatoria de negociación colectiva global y por rama de actividad.

* Respeto a las condiciones de trabajo legales del país y a los acuerdos internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que Uruguay ha firmado.

* Regulación de las tercerizaciones, las contrataciones unipersonales y el suministro temporal de mano de obra que han sido factores fundamentales en la reducción de salarios y en la precarización de las condiciones de trabajo.

 

Por todo ello afirmamos con claridad: NUNCA MAS EL SALARIO COMO VARIABLE DE AJUSTE PARA EL DESPILFARRO PÚBLICO NI PARA LA COMPETITIVIDAD; NUNCA MAS DESREGULACIÓN LABORAL; NUNCA MAS DESPROTECCION SIN LIMITE DEL TRABAJO DE LOS URUGUAYOS Y LAS URUGUAYAS. *

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