El granjero que cerró su granja de cerdos al enterarse de la gran inteligencia de estos animales

Durante diez años, este criador de puercos estadounidense envió más de 2.000 animales al matadero. Un buen día decidió que no podía más con su cargo de conciencia y dejó definitivamente el negocio de la carne para convertirse en un salvador de cerditos.

Bob Comis era un comerciante de cerdos. Envió decenas de miles de animales al matadero con el fin de convertirse en carne.

«Mi experiencia con mis cerdos fue tan profunda e intensa que decidí no comer carne nunca más. Ser vegano se ha convertido en una parte central de mí», afirma Comis.

En una entrevista al medio The Hufftington Post, el granjero dijo que se sentía «atormentado» por los recuerdos y los fantasmas de más de 2.000 chanchos que terminaron tratados como mercancía y asesinados para producir carne.

El último cerdo

Las historias de Comis están siendo vertidas en el documental «The Last Pig» (El Último Cerdo), un largometraje que cuenta la historia de la crianza de cerdos, el negocio de los mataderos y el trato cruel al que son sometidos en el proceso de muerte.

Para Bob, criar y matar cerdos era algo normal, un simple negocio como cualquier otro. Pero se le fue haciendo cada vez más difícil deshacerse de los animales pues se encariñaba con ellos. Empezó a notar que estos animales le expresaban emociones, tenían distintos estados de ánimo y que contaban con una excelente memoria, una buena visión y poderoso olfato. Les ponía nombres, observaba sus comportamientos como individuos y como grupos. Notó que los cerdos lo buscaban para obtener caricias e interacción y que eran realmente adorables. A pesar de la fama de sucios que tiene, los animales de la familia suidae son realmente limpios debido a su olfato. Es cierto que viven en medio de la mugre, pero es porque así son las condiciones en que se les tiene en las porquerizas.

Lo cierto es que Bob Comis ahora es un embajador de los derechos de los animales y varios de los cerdos que alguna vez estuvo criando para comer ahora son sus mejores amigos y corren libres por su chacra sin el miedo a morir en un matadero.

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