TIEMPOS MODERNOS |

Hoy todos somos un poco más dignos

El cuerpo se vuelve hueso y el hueso consigna.

Y espera. Son ocho años de paciente espera en la oscuridad, en el silencio. De pronto, una brisa fresca, una esperanza. Pero hay un pacto y la impunidad se vuelve ley. Todo se niega. Y la ilusión se desvanece.

Cinco años más. Cambian los que mandan pero nada cambia. El hueso espera. Es porfiado, tozudo.

Pasan los años y vuelven los que estaban para seguir negando. Los asesinos hacen su vida en democracia. Son felices. Creen que todo se olvida.

Otros cinco años de espera. De pronto el hueso escucha. Se habla de comisión y de paz, de búsqueda y de verdad. Pero la comisión es engañada. Le dicen que el hueso no está donde está, que se hizo ceniza y se diluyó en el mar. ¡Mienten!

Algunos no escuchan y afirman que es el punto final. Que un decreto borra el pasado.

Pasan otros cinco años. Y por suerte otros tienen ojos en la nuca. Y además tienen valentía y dignidad, y las puertas de los cuarteles dejan de ser inexpugnables. Y los asesinos van a juicio. Y van presos. Pero no hablan.

Y el hueso escucha el ruido que producen los picos y las palas. Están cerca, muy cerca. Otros huesos, en otras tumbas clandestinas, aparecen y gritan su verdad. Ya todo es posible. La impunidad se resquebraja. Pero hay que seguir esperando. Son unos años más.

Y finalmente, un 21 de octubre, la luz del sol toca el hueso después de 12.492 días de espera. Y la escena conmueve. El hueso no puede parar de contar su historia. Y mientras la cuenta, deja de ser hueso para transformarse en rostro y en recuerdo. Y dice que hubo tortura hasta lo insoportable. Y afirma que hubo una bala y una mano cobarde. Y que el móvil fue el miedo a sus ideas.

Y mientras cuenta, la gran mentira es enterrada porque, como todos saben, los maestros no mienten.

Y hoy todos somos un poco más dignos.

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje