TIEMPOS MODERNOS |

Educando a través del arte

Supe, en mis tiempos mozos, ser profesor en Enseñanza Secundaria. Ingresé por concurso de oposición y elegí 18 horas semanales de idioma francés; altri tempi, cuando la lengua de Molière integraba la currícula de los cuatro años del primer ciclo y el primer año de Preparatorios de Ciencias Económicas.

Pero no es de eso de lo que me propongo hablar hoy.

Aunque hace añares que abandoné la docencia, sigue interesándome todo lo relativo a la educación, y sigo sintiendo una solidaridad casi irrestricta con los sufridos profesores. Considero que la participación de docentes (maestros y profesores) en los organismos de conducción de la enseñanza es una conquista valiosa, y rechazo de plano las acusaciones de corporativismo que se lanzan contra los sindicatos docentes. Ahora bien, no puedo dejar de reconocer que ciertas medidas de lucha adoptadas por los gremios están fuera de lugar por más que los planteos reivindicativos sean de toda justicia. Me refiero, concretamente, a la ocupación de una oficina de Enseñanza Secundaria ocurrida pocos días ha, y a ciertas frases panfletarias pretendidamente ingeniosas u ocurrentes como, por ejemplo, hablar del plan Promejora como «propeora» o tildar las decisiones del Codicen de «políticas rameras» en alusión a la orientación que dio Germán Rama a la educación.

En oportunidad de la ocupación antes mencionada, destinada a sabotear la elección de horas en el marco del plan Promejora, un altoparlante difundía las razones de la medida y expresaba con claridad el punto de vista de los docentes, que postula la necesidad de «una educación que contribuya a la formación crítica y reflexiva de los estudiantes, para lo cual se necesita una adecuada infraestructura, cargos suficientes y planes y programas pensados desde un modelo de sociedad liberadora. No queremos la educación al servicio del mercado. No queremos una educación digitada por especialistas en economía y demografía que pretenden reducir la cantidad y la calidad de las responsabilidades que es nuestro deber asumir colectivamente».

Sin embargo, alguien que pasaba por allí me hizo saber que la cortina musical elegida como fondo de las vibrantes consignas era nada menos que la canción ‘Basta (sacámela)’, del grupo uruguayo Cuatro Pesos de Propina, cuyo estribillo dice textualmente: «Aunque sea por un ratito, ¡basta! Sacámela un poquito. Te digo y te repito ¡basta! Sacámela un poquito».

Me parecen saludables las expresiones culturales contestatarias y transgresoras, pero francamente, compañeros docentes, podrían haber elegido algo un poco más acorde con su profesión. ¿Creyeron, por ventura, los responsables de elegir un tema musical para su actividad gremial, que con esa canción estaban contribuyendo «a la formación crítica y reflexiva de los estudiantes»?

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje