"Uruguayos tenían que ser"

Testimonios y objetos recuerdan 40 años después el «milagro de los Andes»

Roberto Canessa, sobreviviente

«Uruguayos tenían que ser» es el título de la exposición inaugurada esta semana en el centro de exposiciones BGMOCA de Montevideo, en homenaje a los 29 uruguayos que fallecieron y los 16 que sobrevivieron durante 72 días en condiciones inhóspitas en la cordillera de los Andes, luego que se estrellara el avión en el que viajaban hacia Santiago para un partido de rugby.

De las 45 personas a bordo del avión que se estrelló el 13 de octubre de 1972, 13 murieron en el accidente o poco después.

«Estamos en un lugar divino, todo cerrado por montañas y con un lago en el fondo (…) La moral existente es increíble y hay colaboración permanente entre todos», relataba Gustavo Nicolich en una carta a su familia escrita ocho días después del accidente y que integra la muestra.

Dos días después, en otra misiva el joven señalaba que «gran parte de los otros se han desanimado» y relataba que solo les quedaban «dos latas pequeñas de mariscos, una botella de vino blanco y otra pequeña de licor de cerezas que para 26 hombres… no es nada».

«Hay algo que te va a parecer increíble, yo todavía no consigo creerlo», añadía. «Y es que hoy han comenzado a cortar carne de los muertos para comérsela. No hay otro remedio, yo había rezado a Dios desde lo más profundo de mi ser para que este día no llegara nunca, pero ha llegado y tenemos que aceptarlo con valor y fe. (…) No debo sentir remordimientos y si llega el día que yo pueda salvar a alguien con mi cuerpo lo haría con mucha alegría».

Nicolich murió seis días después junto a otros siete compañeros cuando un alud enterró los restos del avión donde dormían. Otros tres jóvenes fallecieron el mes siguiente debido a las heridas.

«Cuarenta años después veo que hay un montón de resortes escondidos en la mente que nos llevaban a salir adelante, veo cómo nuestros amigos que se iban muriendo nos condicionaban a que nosotros teníamos una oportunidad que ellos no tenían. Como que teníamos responsabilidad de vivir por ellos y salir, más después de todo lo que habían luchado», contó a la AFP Roberto Canessa.

Sobre la necrofagia que debieron realizar recordó que «al principio era terrible».

«Tenías que dar el paso, te parecía que te ibas a transformar en un energúmeno. Y eso después se transformó en una cosa común, no era el problema, el problema era que estábamos ahí y había que salir a caminar», recordó.

Cuando al décimo día los sobrevivientes escucharon por radio que la búsqueda del avión había sido suspendida empezaron a pensar en la forma de salir por sus propios medios.

Finalmente, el 21 de diciembre Canessa y Fernando Parrado, entonces de 19 y 21 años, lograron pedir ayuda en Chile, tras una caminata de diez días cruzando las montañas.

El ahora médico cardiólogo guardó el sweater que usó en la montaña y los zapatos que le prestó Javier Methol para la expedición por sugerencia de su suegro.

«Lo iba a tirar porque era una mugre, y mi suegro me dice: ‘no, guardá esa ropa que un día va a aparecer en una exposición'», relató.

Lección de solidaridad

Para Canessa, la muestra «es una oportunidad de darte cuenta, sin tener que pasar todo lo terrible que pasamos nosotros, de donde está la vida y que es lo importante».

«En este país hemos sido mimados y el apoyo recibido por la familia Nicolich, por la familia Nogueira, por todo el barrio ha sido muy importante para los sobrevivientes poder retomar una vida normal», aseguró, mostrando una carta de enero de 1973 en la que el padre de Arturo Nogueira, fallecido un mes después del accidente debido a heridas en sus piernas, homenajeó a los que volvieron y destacó la «inmensa lección de solidaridad, coraje y disciplina que nos han dejado».

Para Jörg Thomsen, promotor de la muestra, «la necrofagia, que fue el tema (destacado) 40 años atrás, con los años se aplacó y hoy día emergen con una presencia brutal todos los aspectos humanos, de convivencia, de liderazgo, de sociedades que se puedan formar y de objetivos que se pueden lograr si uno se lo propone».

Según él, en su momento «no hubo un esfuerzo de búsqueda proporcional a 45 personas perdidas».

«Yo creo que los dejamos abandonados» en la cordillera, aseguró.

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