GRAN OLFATO

Cómo los mosquitos huelen el sudor humano y cómo la genética nos podría salvar de ellos

Comprender cómo los mosquitos huelen su presa es crucial para entender cómo defenderse mejor contra ellos.

Foto: Pixabay
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Un grupo de genetistas de la Florida International University en Miami se están centrando en entender cómo es que hacen los mosquitos para detectarnos y poder succionar nuestra sangre. Para ello, se enfocaron en una proteína clave que se encuentra en algunas antenas de mosquitos que parecen esenciales a su capacidad de localizar huéspedes humanos, según informa Science News.

Los investigadores analizaron específicamente los mosquitos Aedes aegypti, que son responsables de la propagación del zika, el dengue y la chikugunya. Estos insectos también tienden a preferir la sangre humana sobre cualquier otro animal, por lo que son particularmente molestos y peligrosos para nuestra salud.

Sucede que la piel humana y su microbioma emiten una gran cantidad de ácido láctico, especialmente en nuestro sudor, que es una de las principales sustancias olorosas que los mosquitos detectan. El genetista Matthew DeGennaro y su equipo pudieron identificar una proteína, IR8a, que se encuentra en las antenas de los mosquitos (su principal órgano de detección) que es muy útil para ellos para la detección del ácido láctico.

La genética al ataque

Lo anterior significa que si se pudieran modificar genéticamente nuevas generaciones de mosquitos para atrofiar sus receptores de ácido láctico, se podría reducir significativamente las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue o el zika.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que la detección del olor es, en los mosquitos, mucho más compleja que para los vertebrados, y el solo hecho de abordar el IR8a es solo el comienzo de una solución. Además, el ácido láctico no es el único truco en las mangas de los mosquitos: el dióxido de carbono que es lo que exhalamos es también un atractivo para estos insectos, de acuerdo con DeGennaro, y otra información que propinamos al ambiente, como el calor atmosférico, la humedad y la visión son factores que influyen en la forma en que los mosquitos nos cazan.

Nuestras «firmas químicas» son complejas, y los rastreadores de mosquitos han evolucionado para adaptarse a esa complejidad.

Aun así, la identificación de IR8a es un buen inicio para comprender los sentidos de los mosquitos, lo que debería conducir a soluciones genéticas más específicas para nuestros problemas de mosquitos, así como al desarrollo de repelentes más efectivos y más seguros para el medio ambiente.

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